Un tenebroso Estado dentro del Estado
El encarcelamiento del general Musumeci saca a la luz corrupci¨®n y golpismo en la inteligencia militar italiana
La detenci¨®n del general de carabineros Pietro Musumeci, llevada a cabo en su casa de Roma en la madrugada del jueves d¨ªa 12, ha puesto sobre el tapete uno de los c¨¢nceres pol¨ªticos m¨¢s graves de Italia: la traici¨®n al Estado de los servicios secretos militares (SISMI), de los que el general encarcelado hab¨ªa sido subjefe adem¨¢s de responsable del comit¨¦ interno de control de dicha instituci¨®n. El encarcelamiento del general Musumeci, 64 a?os, y de cinco de sus colaboradores era obligado despu¨¦s que el comit¨¦ parlamentario de control de los servicios secretos hubiera denunciado un¨¢nimemente el papel de Musumeci en la historia de la liberaci¨®n del l¨ªder democristiano napolitano Ciro Cirillo, secuestrado por las Brigadas Rojas y puesto en libertad tras negociaciones con la rama de la organizaci¨®n criminal Camorra que dirige Raffaele Cutolo.
Los magistrados llegaron en su informe a considerar al general sospechoso de haber podido organizar atentados como el de la estaci¨®n de Bolonia, el 2 de agosto de 1980, en el que perdieron la vida 85 personas y 200 resultaron heridas. El peri¨®dico Reppublica alud¨ªa editorialmente al tema y conclu¨ªa que "toca el l¨ªmite de lo inimaginable".Y, sin embargo, hab¨ªa existido siempre la sospecha, denunciada por la prensa democr¨¢tica y por algunas fuerzas pol¨ªticas, en primer lugar por el Partido Radical, de que era imposible escribir ni entender la historia agobiadora y violenta de los ¨²ltimos 20 a?os de vida italiana sin conocer a fondo las tramas urdidas por los servicios secretos, seguramente los m¨¢s infieles al Estado y los m¨¢s corrompidos de Europa.
En todos los esc¨¢ndalos, en todos los atentados, en todas las tentativas de golpe ha aparecido siempre en Italia la sombra de los servicios secretos. Y cuanto m¨¢s se reformaban y se les cambiaba de nombre y estructura (un rosario de siglas: SIFAR, SID, SISMI, SISDE), con mayor virulencia se revelaban su peligrosidad y su desviaci¨®n del papel constitucional.
En el esc¨¢ndalo de la rosa de los vientos; en el presunto golpe de Edgardo Sogno; en el Borghese; en la matanza de la Piazza Fontana; en los atentados a los trenes; en tantos cad¨¢veres de magistrados y de hombres de Estado, periodistas y pol¨ªticos; en tantos suicidios misteriosos de militares -coroneles Florio y Rocca y generales Rossi, Mimo y Ansa-; en la logia secreta P-2; en la Mafia y la Camorra; en el caso Moro y Sindona; en la estrategia de la tensi¨®n, y hasta en el Vaticano, ha aparec¨ªdo siempre, directa o indirectamente, la mano oculta de los servicios de seguridad italianos.
Complicidad pol¨ªtico-militar
En algunos casos, militares de alta graduaci¨®n acabaron en los tribunales, como los gene:rales De Lorenzo y Miceli. Otros tuvieron que retirarse, como Santovito y Grassini -implicados en la P-2-; entre los que han sido siempre sospechosos figura el general Musumeci, hoy en prisi¨®n.
En Italia se ha hablado siempre de servicios secretos paralelos, de desviaciones de grupos constituidos ilegalmente a la sombra de los servicios de seguridad oficiales. Pero se ha tratado de algo mucho m¨¢s grave: han sido los servicios secretos militares oficiales, y no estructuras paralelas, quienes se han apartado de su funci¨®n constitucional de defensa del Estado republicano y democr¨¢tico y quienes han creado o permitido la formaci¨®n en su seno de estructuras secretas ilegales.
Y todo esto -desde hace m¨¢s de 20 a?os e ininterrumpidamente- ha sido posible con la eviden te complicidad de las fuerzas pol¨ªticas, que, seg¨²n los casos, se han servido de los funcionarios de la inteligencia militar para sus maniobras, sus juegos de poder y sus luchas intestinas y la defensa de su poder. En un juego de dos direcciones, los responsables de los servicios secretos urd¨ªan tramas o inventaban fantasmas para ganarse la benevolencia de los pol¨ªticos.
En 1955 fue nombrado jefe del SIFAR (Servicios de informaci¨®n de las Fuerzas Armadas) el general Giovanni de Lorenzo, que ser¨ªa acusado m¨¢s tarde de haber programado un golpe de Estado para el 26 de junio de 1964, d¨ªa en que hab¨ªa convocado a Roma a los jefes de las divisiones Pastrengo, Podgora y Ogad¨¦n. Por haber revelado noticias sobre el particular, el actual director de Reppublica, Eugenio Scalfari, fue condenado a 14 meses de c¨¢rcel.
De Lorenzo hab¨ªa empezado intentando ganarse al presidente de la Rep¨²blica, Giovanni Gronchi. Para ello se invent¨® un compl¨® contra ¨¦l, a quien cont¨® que iba a ser secuestrado y llevado a C¨®reega por elementos del Ministerio de la Defensa, de acuerdo con paras franceses. Se gastaron cientos de millones de pesetas en garantizar la seguridad de Gronchi.
Y fue De Lorenzo quien dej¨® al SIFAR la herencia de 157.000 informes de personalidades italianas de todo tipo: pol¨ªticos, sindicalistas, magistrados, periodistas, hombres de negocios, artistas, eclesi¨¢sticos, etc¨¦tera. Del SIFAR golpista naci¨® el SID (Servicio de informaci¨®n de la Defensa), por obra, entonces, de Giulio Andreotti. Hubo luchas de todo tipo para llegar al nombramiento de los responsables de los nuevos servicios secretos. Los nombramientos m¨¢s importantes recayeron en el general Vito Miceli, jefe del SID, y en el tambi¨¦n general Gianadelio Maletti, director del departamento D, el grupo operativo m¨¢s importante del SID.
Un tenebroso Estado dentro del Estado
Pero la renovaci¨®n de los servicios secretos se revel¨® en seguida como una farsa. Estos dos personajes aparecen hoy como los mayores responsables de la estrategia de la tensi¨®n, que dur¨® desde 1971 a 1975, con la explosi¨®n del virulento terrorismo de ambos colores: el nazifascista y el de la izquierda extremista de las Brigadas Rojas.Ante la degradaci¨®n del SID, el 24 de octubre de 1977 se aprob¨® una ley para reformar de nuevo los servicios secretos. Se dividieron en dos ramas: el SISMI, para el sector militar, y el SISDE (Servicio de informaci¨®n de la Seguridad Democr¨¢tica), para el sector civil. Y se cre¨® al mismo tiempo un comit¨¦ parlamentario de control de ambos organismos.
La pen¨²ltima 'reforma'
?A qui¨¦n responsabilizar de la inteligencia militar tras la trist¨ªsima experiencia del SIFAR y del SID?. Se encargar¨ªa de hacerlo que la logia secreta de Licio Gelli, la P-2. A la cabeza del SISMI fue nombrado el general Gjuseppe Santovito, y para el SISDE, el general Giulo Grassini. Ambos, en efecto, resultaron, junto con todos sus m¨¢ximos colaboradores, piezas de primer orden en el funcinamiento de la logia. Y tuvieron que dimitir. Todos menos el general Musumeci, criatura de Santovito, que con la ca¨ªda de su jefe subi¨® como la espuma y se convirti¨® en un intocable.
Detenido Licio Gelli, el general nombra, para sustituir al maestro venerable en sus funciones de cremallera con el exterior, a un personaje intrigante: el joven catedr¨¢tico de Econom¨ªa y financiero Francesco Pazienza, a quien Musumeci confiere poderes enormes. Fue Pazlenza quien estuvo la ¨²ltima noche con Roberto Calvi en Londres, antes de que le asesinaran. Fue Pazienza quien trat¨® con las Brigadas Rojas y la Camorra, por orden de Musumeci, para liberar a Ciro Cirillo. Fue tambi¨¦n ¨¦l quien organiz¨® una gira en Estados Unidos al actual presidente de la Democracia Cristiana, Flaminio Piccoli, haci¨¦ndole encontrarse con la crema del mundo pol¨ªtico y financiero de Am¨¦rica.
La magistratura ha descubierto que Pazienza hab¨ªa hecho m¨¢s de 300 viajes al exterior para los servicios secretos, que le pagaban un sueldo de siete millones de pesetas mensuales, gastos aparte, y que era uno de los hombres m¨¢s influyentes de la P-2. Quiz¨¢ por ello, Pazienza sigue impunemente en Nueva York, intocable, a pesar de los siete mandatos de detenci¨®n internacional que pesan contra ¨¦l.
Hoy, el SISME est¨¢ en manos del general Fulvio Martini. Tanto el ministro del Interior, el democristiano Scalfaro, como el de Defensa, el republicano Spadolini, acaban de jurar que los servicios secretos est¨¢n hoy bajo control y son obedientes al Estado. Pero hay quien sospecha que esta guerra de esc¨¢ndalos forma parte de una campa?a con vistas a la reelecci¨®n del presidente de la Rep¨²blica.
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