Nacimiento y defunci¨®n de un instituto (1884-1984)
JUAN ANTONIO SAGARDOY"La escalera mnec¨¢nica del progreso marcha ya hacia atr¨¢s y tenemos que fatigarnos para seguir en el mismo pelda?o", cita el autor de este trabajo al lamentarse del cierre del Instituto de Estudios Laborales y de la Seguridad Social, previsto en la nueva ley de Presupuestos. Este instituto, sucesor del de Reformas Sociales, que se cre¨® hace ahora un siglo, era un lugar de encuentro y de estudios para profesores, sindicalistas, empresarios y expertos, por cuya subsistencia rompe una lanza decidida.
Cuando se cumple el centenario del nacimiento del Instituto de Reformas Sociales, que para el com¨²n de los laboristas marc¨® un hito de racionalidad en el dif¨ªcil entramado social espa?ol de finales del siglo XIX y principios del XX, recibimos la infausta noticia de que el Instituto de Estudios Laborales y de la Seguridad Social cae bajo la guada?a de "organismo a suprimir" en la ley de Presupuestos Generales del Estado.
Lujo en la crisis
Evidentemente, los ¨®rganos de estudio y encuentro pueden parecer, a primera vista, como algo lujoso en ¨¦pocas de crisis; y en crisis como la que nos atenaza puede parecer que un instituto de estudios laborales es algo as¨ª como elegante art¨ªculo de exposici¨®n docta y doctrinal. Creo que es un error de bulto, que un Gobierno corno el actual, socialista adem¨¢s, no puede permitir, pues dejar¨ªa sin savia y reposo a las reformas sociolaborales pendientes, por un lado, y por otro, dejar¨ªa a cientos de expertos en relaciones laborales de dentro y fuera de nuestro pa¨ªs sin el punto de referencia -y encuentro- al que se hab¨ªan habituado, gozosamente adem¨¢s.
Que adem¨¢s la defunci¨®n del Instituto de Estudios Laborales y de la Seguridad Social coincida con el centenario del Instituto de Reformas Sociales no deja de ser un sarcasmo, record¨¢ndonos el vaticinio de Dahrendorf de que "la escalera mec¨¢nica del progreso marcha ya hacia atr¨¢s, y tenemos que fatigarnos para seguir en el mismo pelda?o". Y ese pelda?o es de poco dinero para el presupuesto, o al menos, menos que el de otros pelda?os que permanecen.
Un ahorro caro
La dura y crispante realidad social necesita de organismos que reposen las ideas, fundamenten las decisiones pol¨ªticas y sirvan como lugar de encuentro de sindicalistas, profesores, empresarios y expertos en relaciones industriales. Esa labor la ha realizado ampliamente el instituto desde que se fund¨®, y goza de un predicamento ganado a pulso.
En un reciente encuentro que se ha celebrado en el instituto con profesores espa?oles e iberoamericanos y expertos de la OIT reinaba la desolaci¨®n ante la noticia de la supresi¨®n del IELSS. .No lo entend¨ªan; y lo peor es que no sab¨ªamos explicarlo racionalmente.
Es comprensible el ahorro por exigencias presupuestarias, pero ¨¦ste es un ahorro caro. Se pierden muchas cosas con el naufragio del instituto, y prueba de ello es que muchos eminentes laboralistas de Iberoam¨¦rica y de Europa se han ofrecido para firmar un manifiesto en favor de la pervivencia del IELSS, incluso con el apoyo de alg¨²n presidente de Gobierno respecto del nuestro, que tiene honda vocaci¨®n laboralista.
Creo que no es necesario, porque debe imponerse en este tema el sentido de las cosas. Y si parece que este art¨ªculo es de parte, lo admito, pues me parece infortunado y desafortunado el que en 1984, a los 100 a?os de aquel Instituto de Reformas Sociales, se borre del mapa laboral, por v¨ªa administrativa, su discreto continuador.
es catedr¨¢tico de Derecho del Trabajo.
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