Desde N¨¢poles, para el mundo
Filomena Marturano ha sido la obra m¨¢s representada en el mundo entero de un autor contempor¨¢neo. Revestida de melodrama, c¨®mica y tr¨¢gica, pasional y s¨®rdida, trascend¨ªa de su clima napolitano para alcanzar al espectador de Mosc¨² como al de Londres o Madrid (la ¨²ltima versi¨®n de aqu¨ª fue en el teatro de la Comedia, con un espl¨¦ndido Sazatornil y una arrebatadora Concha Velasco). El teatro, a veces, tiene este misterio: nacido humilde, dialectal, local, para reflejar un min¨²sculo grupo contempor¨¢neo, puede adentrarse y describir la condici¨®n humana universal. Para ello es preciso que el autor tenga un jugoso amor por los otros, una proximidad de pasi¨®n y ternura por quienes le rodean. Edoardo de Filippo tuvo ese toque de gracia.Titina, Edoardo y Peppino de Filippo eran tres comediantes napolitanos de principios de siglo (los hijos de un c¨®mico popular, Edoardo Scarpetta) con el arte de la improvisaci¨®n y del pueblo metidos en el cuerpo. Hay una forma muy italiana de entender el teatro que es la de un noble histrionismo tomado de una vida popular rica de gestos y exuberante de expresiones. Edoardo de Filippo dio uno de los grandes saltos que han producido algunas de las mejores ¨¦pocas teatrales: de actor a autor. Incluso en una de sus primeras obras (Sik-Sik, el art¨ªfice m¨¢gico) lo que se representaba era la vida de los comediantes. Esto suced¨ªa hacia 1930, cuando ¨¦l ten¨ªa 30 a?os (iba con el siglo), y su, primera serie de comedias propias ten¨ªa ya lo que un cr¨ªtico llamaba desgarradora comicidad, otro como obras maestras po¨¦ticas por su carga de humanidad.
Pero el tr¨¢nsito de Edoardo de Filippo hacia la universalidad necesitaba un cambio de ¨¦poca que trajera una libertad: el primero de sus grandes ¨¦xitos mundiales fue Aquesti fantasmi, en 1946. La obra tard¨® 12 o 14 a?os en llegar a Espa?a: una versiolin excelente de Jaime de Armi?¨¢in (Nuestros fantasmas), elegida por Fernando Fern¨¢n-G¨®mez para la compa?¨ªa que encabezaba 51 con Anal¨ªa Gad¨¦ (entre los int¨¢rpretes, Agust¨ªn Gonz¨¢lez). Era la historia de un pobre hombre y su espl¨¦ndida esposa, y un amante rico: las visitas del amante rico, su sombra, sus pasos, sus ruidos, se hac¨ªan pasar por las de un fantasma, y el desdichado cornudo lo aceptaba asil, mientras devoraba los bienes materia.les aportados por el adulterio. Un tema de sainete, un juego cl¨¢sico, pero tratado con profundidad.
Es el mismo tiempo de Filomena Marturano, de N¨¢poles millonaria (¨¦l mismo la har¨ªa en el cine, en 1950). Fechas importantes para Italia: el arranque del neorrealismo, el despertar despu¨¦s de la tonta y cruel noche fascista, empe?ada en mostrar una Italia rica y solemne.
La ficci¨®n social
Los descendientes de Pirandello eran todav¨ªa atormentados realistas, pero en ellos alentaba esa idea fecundante de la ficci¨®n social, de la identidad enrarecida, perdida en la simulaci¨®n de lo que se debe ser (obra maestra de esa l¨ªnea, La m¨¢scara y el rostro, de Luigi Chiarelli).
Edoardo de Filippo dio un empuj¨®n m¨¢s a este descubrimiento de las simulaciones, de las relaciones de unos con otros y de todos con la realidad, y su N¨¢poles era un vivero de convencionalismos, ritos y costumbres, miseria disfrazada de honor. Con una tradici¨®n teatral y con un teatro vivo en cada patio de vecindad. Gentes incluso capaces de fingir la felicidad para ahuyentar su miseria. Esta es la sangre que corre por las venas de sus personajes human¨ªsimos, creadores ellos mismos de su comicidad abultada, inventores de su lenguaje. El ambiente de la posguerra, el juego de lo ganado y lo perdido engrandeci¨® el teatro de Edoardo de Filippo, que segu¨ªa escribi¨¦ndolo e interpret¨¢ndolo y lo proyect¨® al mundo. Eran tambi¨¦n a?os de esperanza, y De Filippo no dejaba de poner esas motas de ilusi¨®n.
En 1964, Edoardo de Filippo entr¨® a dirigir el teatro de San Ferdinando, en N¨¢poles: en su repertorio, los saineteros populares, los autores del dialecto, pero tambi¨¦n los contempor¨¢neos Hamados cultos y los cl¨¢sicos. Su codirector era Paolo Grassi, que hab¨ªa fundado el Piccolo con- su disc¨ªpulo Strehler, y luego dirigi¨® la Scala de Mil¨¢n.
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