?Qu¨¦ es y para qu¨¦ sirve la ciencia de las ciencias y tecnolog¨ªas?
Hace unas dos d¨¦cadas comenz¨® a hablarse en los pa¨ªses desarrollados de ciencia de las ciencias y tecnolog¨ªas. Hoy, se?ala el autor de este art¨ªculo, hay hasta institutos y revistas dedicados a cultivar dicha disciplina, que por abreviar llamaremos CCT. ?De qu¨¦ se ocupa la CCT? De los fundamentos, la filosof¨ªa y la metodolog¨ªa de las ciencias y t¨¦cnicas, as¨ª como de la sociolog¨ªa, econom¨ªa, politolog¨ªa e historia de las ciencias y t¨¦cnicas. En resumen, prosigue el articulista, la CCT es el sistema de estudios de las ciencias y tecnolog¨ªas vistas desde otras disciplinas. No es endociencia y endotecnolog¨ªa, sino exociencia y exotecnolog¨ªa. Es una rama de las humanidades antes que de las ciencias o de las tecnolog¨ªas
.As¨ª como no es lo mismo escribir o explicar la historia que hacerla, tampoco es lo mismo cultivar la CCT que hacer investigaci¨®n cient¨ªfica o tecnol¨®gica. Sin embargo, hay algo en com¨²n entre la CCT, por una parte, y las ciencias y tecnolog¨ªas, por la otra, a saber: que la primera procede cient¨ªficamente: estudia a la ciencia y a la tecnolog¨ªa al modo en que un f¨ªsico estudia un ¨¢tomo, o un antrop¨®logo investiga una tribu primitiva, o sea, objetivamente.
?Para qu¨¦ sirve la CCT? A primera vista no es m¨¢s ¨²til que la poes¨ªa o el teatro, la astronom¨ªa o la paleontolog¨ªa, la matem¨¢tica pura o la historia. O sea, no sirve nada m¨¢s que para enriquecer la cultura, as¨ª como para entretener a sus cultores. Las gentes llamadas pr¨¢cticas, o sea, incultas, encuentran que, si es as¨ª, la CCT no tiene raz¨®n de existir. Sostienen que, si bien el individuo privado tiene derecho de escribir poes¨ªa, de jugar con un telescopio, de especular sobre el origen de un f¨®sil o de inventar un espacio abstracto no tiene derecho a exigir que el contribuyente sufrague su sueldo y sus gastos de investigaci¨®n. Las gentes pr¨¢cticas no objetan a que el Estado subvencione las investigaciones m¨¦dicas o en ingenier¨ªa, pero se resisten a que gaste en ciencias puras y, m¨¢s a¨²n, en CCT. ?No tienen raz¨®n esas gentes, particularmente en tiempos dif¨ªciles, cuando el Estado nos pide que nos ajustemos los cinturones para poder ampliar los arsenales y los cuarteles?
La labor del investigador.
Hay, por lo menos, cuatro argumentos contra el practicismo. El primero es que si queremos seguir siendo humanos debemos cultivar nuestras mentes un poco m¨¢s que nuestros primos fracasados, los monos. Y si pretendemos seguir siendo civilizados debemos continuar enriqueciendo nuestra cultura, que es tanto human¨ªstica y art¨ªstica como cient¨ªfica y tecnol¨®gica. Si dej¨¢ramos de hacerlo, volver¨ªamos pronto al estado salvaje, ya que la cultura no se conserva: se cultiva o se pierde. ?Es esto lo que proponen quienes desprecian la poes¨ªa, la matem¨¢tica pura, la CCT y dem¨¢s disciplinas in¨²tiles? ?O ser¨¢ que no han pensado seriamente en este asunto y repiten sin pensarlas las consejas que aprendieron de quienes jam¨¢s levantaron la vista del suelo?
Un segundo argumento en favor del cultivo de la CCT es que ¨¦sta sirve, de rebote, a las propias ciencias y tecnolog¨ªas. El investigador con un m¨ªnimo de cultura filos¨®fica tiende a escoger problemas profundos y a buscar enlaces inesperados entre campos de investigaci¨®n aparentemente alejados. El investigador con conciencia hist¨®rica sabe que no hay m¨¦todo ni teor¨ªa perfectos, y se empe?a en buscarles peros a los que est¨¢n de moda, o aun a inventar otros nuevos. El investigador con conciencia sociol¨®gica sabe que no hay ciencia ni tecnolog¨ªa en un vac¨ªo social, y aprovecha las oportunidades que le brinda su sociedad al mismo tiempo que trata de no caer en las trampas que ¨¦sta le tiende. El investigador con conciencia pol¨ªtica sabe que es preferible educar a los pol¨ªticos en vez de insultarlos, y que la mejor manera de hacerse escuchar por ellos es participando en pol¨ªtica (aunque s¨®lo moderadamente, pues de lo contrario dejar¨ªa de hacer investigaci¨®n). Y el t¨¦cnico con conciencia social prefiere embarcarse en proyectos ¨²tiles a la comunidad, evitando hacerse c¨®mplice de empresas nocivas a la mayor¨ªa.
Componentes diversos
?stas no son afirmaciones arbitrarias. Pi¨¦nsese en la profundidad filos¨®fica y la conciencia hist¨®rica de sabios tales como Galileo, Descartes, Leibniz, Newton, Euler, Darwin, Marx, Einstein o Schr?dinger. Y recu¨¦rdese que algunos de los problemas m¨¢s dif¨ªciles y f¨¦rtiles de la ciencia y de la t¨¦cnica nacieron en el seno de la filosof¨ªa. Ejemplos: la materia, ?es continua discreta?; la vida, ?es reductible a la f¨ªsica o posee propiedades emergentes?; la mente, ?es una sustancia separada del cerebro o una colecci¨®n de funciones cerebrales?; ?es posible construir una m¨¢quina de movimiento perpetuo?, y ?es posible dise?ar una sociedad que haga la m¨¢xima felicidad del mayor n¨²mero? Todas estas cuestiones fueron pensadas por fil¨®sofos antes de ser abordadas por cient¨ªficos o por t¨¦cnicos.
En tercer lugar, algunas de las controversias cient¨ªficas y tecnol¨®gicas de la actualidad tienen componentes filos¨®ficos, sociol¨®gicos, econ¨®micos o pol¨ªticos. Por ejemplo, las discusiones entre proponentes de distintas estrategias de fundamentaci¨®n de la matem¨¢tica tienen ra¨ªces filos¨®ficas. La disputa sobre las interpretaciones de la teor¨ªa cu¨¢ntica -la m¨¢s refinada, poderosa y discutida que tenemos- es netamente filos¨®fica. En efecto, se trata de saber si la teor¨ªa trata de cosas en s¨ª mismas o tan s¨®lo de mediciones, y de si el azar es objetivo o subjetivo. Y la disputa, tan actual, acerca de si la mente puede explicarse por la neurofisiolog¨ªa o por la inform¨¢tica, exige tomas de posici¨®n filos¨®fica. Con la tecnolog¨ªa ocurre otro tanto. Los ingenieros han sido llevados al banquillo de los acusados por ecologistas y pacifistas. Los m¨¦dicos han dejado de ser vacas (o m¨¢s bien toros) sagradas para meterse en l¨ªos morales y legales. Los, dise?adores de pol¨ªticas econ¨®micas y sociales son vistos ya como santos, ya como criminales, y casi siempre son acusados de fundarse sobre teor¨ªas envejecidas. S¨®lo los expertos que se ocupan de problemas de poca monta se dan el lujo de escapar al escrutinio de las CCT, escrutinio que es ejercitado hoy, en manera creciente, no s¨®lo por expertos, sino tambi¨¦n por el p¨²blico.
En cuarto y ¨²ltimo lugar, la CCT es central en el dise?o de toda pol¨ªtica y de todo plan de desarrollo cient¨ªfico o tecnol¨®gico. En efecto, tales dise?os suponen definiciones precisas de los conceptos de cienca b¨¢sica (o pura), ciencia aplicada y tecnolog¨ªa, as¨ª como de ideas claras acerca de las respectivas metodolog¨ªas y del lugar que aqu¨¦llas ocupan en el sistema cultural y en el sistema econ¨®mico. Dime cu¨¢l es tu CCT y te dir¨¦ cu¨¢l es tu pol¨ªtica cient¨ªfica y tecnol¨®gica: si es realista o ut¨®pica, generosa o taca?a, si respeta la libertad de investigaci¨®n o la restringe y si propicia el control democr¨¢tico de la tecnolog¨ªa o le da piedra libre.
No tienen raz¨®n, en suma, quienes creen que la CCT es in¨²til. La CCT es intr¨ªnsecamente valiosa por ser parte importante de la cultura human¨ªstica moderna. Y posee valor instrumental por tener la capacidad de guiar la investigaci¨®n o de extraviarla, de estimularla o inhibirla. La CCT no es solamente una disciplina: es tambi¨¦n la conciencia de la ciencia y de la tecnolog¨ªa contempor¨¢neas. Desde?arla es propender a que se haga ciencia o tecnolog¨ªa sin conciencia.
f¨ªsico y fil¨®sofo de origen argentino, ense?a en la universidad McGill, de Montreal, Canad¨¢. Es autor de 28 libros y 300 art¨ªculos, entre ellos La investigaci¨®n cient¨ªfica y Treatise on basic philosophy, del que lleva publicados seis tomos y cuyo s¨¦ptimo tomo est¨¢ en prensa.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.