Mariana Pineda y los g¨¦neros de televisi¨®n
Nunca iremos al cine para ver si Cleopatra era como Elizabeth Taylor ni miraremos la televisi¨®n para ver si Mariana Pineda era como Pepa Flores. A uno y a otro medio podemos pedirles que nos hagan so?ar, que nos recuerden la historia o nos ayuden a transformarla, que nos hagan conocer la realidad o que nos estimulen a disfrutar la belleza.Con un producto como Proceso a Mariana Pineda -cuyo primer episodio se emiti¨® el -pasado martes- se plantea un problema b¨¢sico: en las series dram¨¢ticas de car¨¢cter hist¨®rico hay que optar por separar la ficci¨®n de la realidad a la que se refiere o por fundirlas y, adem¨¢s, elegir un tratamiento que funcione.
La naturaleza de la televisi¨®n hace m¨¢s complejo el proceso de creaci¨®n. Los telediarios e informativos necesitan presentadores que funcionen como actores porque la informaci¨®n televisiva se confecciona como un espect¨¢culo. En los programas de debate se incluyen actuaciones musicales (Buenas noches, Si yo fuera presidente, etc¨¦tera), e incluso el programa decano La clave se apoya en la emisi¨®n de una pel¨ªcula de cine de ficci¨®n. El espacio pedag¨®gico Barrio S¨¦samo utiliza m¨²ltiples registros de entretenimiento: t¨ªteres, m¨²sicas, humor. Rodr¨ªguez de la Fuente dramatiza la vida de los animales. Chicho Ib¨¢?ez Serrador adorna un concurso de supuestas habilidades y conocimientos culturales con n¨²meros de circo, con chistes y engalana el plat¨® como el escaparate de unos grandes almacenes. El llamado docudrama traspasa los l¨ªmites del documental y del dram¨¢tico, como indica su nombre, y vende la realidad como si fuera ficci¨®n.
En otras palabras, la televisi¨®n tiende a destruir los g¨¦neros convencionales, a abolir las fronteras que los separan. ?sta parece ser su grandeza.
Proceso a Mariana Pineda provoca dudas y reflexiones al respecto. En el cine hist¨®rico abundan buenos ejemplos de todos los g¨¦neros, desde el ¨¦pico hasta el militante. El director Rafael Moreno Alba ha elegido el soporte formal de un telefilme de aventuras: personajes arquet¨ªpicos divididos en dos bandos morales y pol¨ªticos, buenos y malos, conservadores y progresistas; un ritmo r¨¢pido, propio de los seriales norteamericanos de primetime, de acci¨®n, y una planificaci¨®n en la que cabe resolver alguna secuencia al estilo del suspense.
Una historia aprisa
Los personajes se pasan el primer episodio corriendo, interpretando aprisa la historia de la primera mitad del siglo XIX, pero con claras referencias a lenguaje e ideas de nuestros d¨ªas. Se dir¨ªa que el pasado ha sido doblado al presente, con todas sus incongruencias, que el acento granadino de los personajes -que ninguno de los actores utiliza se cambi¨® por el castellano de Castilla. La primera reuni¨®n de los conspiradores liberales podr¨ªa ser el marco de una reuni¨®n de la platajunta en v¨ªsperas de la transici¨®n. Suenan ret¨®ricas de mitin y lemas de propaganda.Todos ellos tienen prisa por deshacerse de esa historia que interpretan. Mariana Pineda nace ya adulta en el relato. No hay tiempo para saber por qu¨¦ esta mujer ha llegado a ser el eje de todo el discurso, del conflicto dram¨¢tico e hist¨®rico.
Los personajes se quedan vac¨ªos cuando les puede el arquetipo que reproducen. Y entonces los actores -algunos de ellos ya han probado su val¨ªa- prestan el tipo, pero no el talento. Quiz¨¢ todos los defectos nacen de un gui¨®n pobre, de la estructura de un texto que ha ido perdiendo inter¨¦s y ganando confusi¨®n en sus viajes de ida y vuelta a TVE.
La fluidez del relato -Moreno Alba dirigi¨® con ¨¦xito Los gozos y las sombras- es v¨ªctima de una planificaci¨®n y montaje atropellados y la c¨¢mara vaga por los esplendores del escenario. La productora no escatim¨® medios, pero la soberbia envoltura de los decorados y todo su utillaje, cuando los personajes son huecos, convierten el producto en obra ornamental. No hay equilibrio entre la expresi¨®n hier¨¢tica y dura, por ejemplo, de una Pepa Flores, que act¨²a con nervio de clandestinidad, y las acciones precipitadas de su personaje.
Es decir, no parecen tener paz y sosiego ni los actores ni los telespectadores. Se suministra un considerable y veloz volumen de informaci¨®n, pero ni las im¨¢genes la analizan ni se dan claves para interpretarla y reflexionar sobre ella.
Entonces ya no importa analizar el grado de verosimilitud entre Mariana Pineda y Pepa Flores, entre actriz y personaje, entre realidad y ficci¨®n. El tema y sus int¨¦rpretes merecen que cambie la suerte en los pr¨®ximos episodios.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.