Jap¨®n, ?sociedad secreta?
En relaci¨®n con el art¨ªculo aparecido en el diario de su digna direcci¨®n el pasado 6 de noviembre bajo la firma de Ignacio G¨®mez de Lia?o con el t¨ªtulo "Jap¨®n, sociedad secreta", y cuya lectura no deja de resultar interesante e incluso divertida, quisiera puntualizar, sin embargo, algunos aspectos del mismo.Para empezar, he de se?alar que todo el art¨ªculo est¨¢ basado sobre un mero juego de palabras con acepciones distintas del t¨¦rmino "sociedad". La primera de las acepciones es la m¨¢s amplia y general de "conjunto de seres humanos que conviven", como es la sociedad japonesa, mientras la segunda es la m¨¢s espec¨ªfica y estricta de "agrupaci¨®n de individuos con el fin de cumplir alg¨²n objetivo com¨²n mediante la mutua cooperaci¨®n", como es una "sociedad an¨®nima" o "sociedad secreta".
Dir¨ªa yo que el tratar de parangonar la sociedad japonesa, un variado conjunto de 120 millones de habitantes, con una sociedad secreta que se formar¨ªa con el fin de conspirar desde un buscado anonimato, es un recurso bastante forzado, casi imposible, a un juego de palabras, y de ning¨²n modo propio de un soci¨®logo. De modo que es s¨®lo natural que casi todos los argumentos avanzados en el art¨ªculo o casos concretos citados como ejemplos para sustanciar este parang¨®n resultan ser simplificaciones y distorsiones. Me permito aclarar s¨®lo algunas de estas distorsiones m¨¢s pintorescas y graciosas contenidas en el art¨ªculo.
Primero, atribuir a pautas de comportamiento social -como el supuesto amor de los japoneses por el silencio- la profusi¨®n de carteles informativos de los minu-
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tos en que paran los veh¨ªculos, no me parece ciertamente acertado. ?Por qu¨¦ no atribuirlo m¨¢s bien al af¨¢n que tienen los japoneses por hacer m¨¢s f¨¢ciles los planes de los viajeros en la circunstancia de que en Jap¨®n los medios de transporte de masas suelen dar un servicio frecuente y puntual? De igual forma, las explicaciones para el uso de un lavabo no vienen dadas por mor del silencio que el usuario suele normalmente observar dentro de ¨¦l, sino porque -como muchos saben- en Jap¨®n el lavabo tradicional posee una configuraci¨®n distinta al que se usa en Occidente.
Finalmente, y sin ¨¢nimo de entablar una discusi¨®n acad¨¦mica, parece como si el profesor G¨®mez de Lia?o quisiera apuntar en su art¨ªculo la existencia de dos concepciones antag¨®nicas del hombre: la oriental y la occidental.
En este punto, creo conveniente se?alar que los hilos del discurrir filos¨®fico que intenta describir al hombre y a la sociedad recorren probablemente caminos distintos en ambos casos, pero el objeto de esa investigaci¨®n -el hombre- es esencialmente el mismo.
Por eso, y aunque los nombres de Ortega y Gasset o Unamuno resuenen en los o¨ªdos de un japon¨¦s medio apenas poco m¨¢s que lo que resuena en los o¨ªdos de un espa?ol el nombre de cualquiera de los fil¨®sofos y pensadores japoneses de los siglos XVIII y XIX, por ejemplo, aun en la ¨¦poca del cerramiento al exterior de Jap¨®n existi¨® un importante n¨²mero de pensadores empe?ados en resolver los problemas que gravan la existencia del com¨²n de los humanos y contribuyeron con sus ideas al derrumbamiento del sistema feudal. Citar¨ªa s¨®lo algunos: Ando Shoeki, Motoori Norinaga, Watanabe Kazan y Takano Choei, entre otros.
Quiz¨¢ una menci¨®n de este hecho hubiera dado al art¨ªculo una perspectiva m¨¢s amplia y hubiera permitido al lector espa?ol conocer que el pueblo japon¨¦s, en su af¨¢n de producir m¨¢s porcelanas, no desprecia por ello el mundo intangible de las ideas. Como tampoco los europeos, en su b¨²squeda de una idea exacta del hombre, parecen despreciar el mundo tangible de las realidades materiales.
En definitiva, quiz¨¢ sea ¨¦ste el momento de vencer los estereotipos sobre el modo de ser de otros pueblos, tales como la "inescrutabilidad oriental", el "misticismo asi¨¢tico" o el m¨¢s reciente y original -la "sociedad secreta"- y reforzar el convencimiento de que, en nuestra condici¨®n de miembros de la comunidad humana, compartimos por igual una serie de ideales y valores comunes.- Agregado cultural de la Embajada de
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