Errores de c¨¢lculo
EL TRATAMIENTO que el presidente Mitterrand ha dado al problema de Chad ha dado lugar a una campa?a contra ¨¦l que refleja el enconado ambiente que se respira en Francia, por causas sobre todo de pol¨ªtica interior. Pero lo interesante es averiguar cu¨¢les son los factores que han actuado en la reciente evoluci¨®n de la cuesti¨®n de Chad, que ha sido desde que alcanz¨® su independencia, en 1960, un pa¨ªs en casi permanente guerra civil.Basta mirar un mapa para percibir el lugar estrat¨¦gico esencial que ocupa dicha Rep¨²blica en el centro del continente, en el l¨ªmite entre el mundo ¨¢rabe y las poblaciones negras, animistas o cristianas. La estructura estatal dejada por el colonialismo franc¨¦s sufri¨® una descomposici¨®n r¨¢pida. Las contiendas internas fueron organizadas, estimuladas, armadas por varios pa¨ªses vecinos, y sobre todo, en el Norte, por Libia. En la frontera entre Chad y Libia viven las mismas tribus ber¨¦beres y ¨¢rabes; la frontera es imprecisa; la banda de Auzu es considerada por los libios como territorio libio, desde un acuerdo entre Mussolini y Laval, aunque sin reconocimiento legal internacional. En 1980, la intervenci¨®n militar de Libia alcanz¨® su nivel m¨¢ximo; sus tropas llegaron a la capital, Yamena, para sostener un Gobierno encabezado por Gukuni Uedei. La situaci¨®n se modific¨® en los a?os siguientes; se estableci¨® en Yamena el Gobierno legal de Hissene Habr¨¦, con el apoyo de Francia. Pero en agosto de 1983, ante una intervenci¨®n militar libia que pon¨ªa en peligro la permanencia de dicho Gobierno, Mitterrand inici¨® la operaci¨®n Manta, con aviaci¨®n y tropas francesas, encaminada a cortar el avance libio; se estableci¨® una l¨ªnea de separaci¨®n militar que corta el pa¨ªs, m¨¢s o menos, de Este a Oeste en una zona intermedia entre la capital y la frontera norte.
Tal situaci¨®n representaba graves inconvenientes para el Gobierno socialista; Mitterrand hab¨ªa criticado duramente las anteriores intervenciones de Gobiernos de derecha en las antiguas colonias francesas. En este caso, la justificaci¨®n part¨ªa de la necesidad de evitar una intervenci¨®n de EE UU, deseoso de afirmar su presencia militar en un lugar desde el que podr¨ªa enfrentarse con el coronel Gaddafi. Cuando se anuncia, en agosto de este a?o, el sorprendente pacto de uni¨®n entre Gaddafi y Hassan II de Marruecos, Mitterrand consider¨® que se pod¨ªan abrir nuevas posibilidades para su pol¨ªtica africana. En septiembre se firm¨® un acuerdo franco-libio para la retirada de Chad de las tropas de los dos pa¨ªses. Es probable que Mitterrand abrigara proyectos de mayor alcance: si Gaddafi deseaba romper su aislamiento internacional, la actitud inteligente era no impedir ese proceso, sino facilitarlo; ello disminuir¨ªa los factores desestabilizadores y quitar¨ªa pretextos para las injerencias en ?frica del Norte de la pol¨ªtica norteamericana.
Mitterrand ha cometido un error del c¨¢lculo; no ha medido el grado de aventurerismo e irresponsabilidad que caracteriza la pol¨ªtica de Gaddafi. Es probable que el propio Gaddafi, al firmar el acuerdo con Francia, tampoco calculara bien la situaci¨®n en la que podr¨ªa encontrarse. El problema es que, en la hip¨®tesis de que se efectuara de verdad la retirada de las tropas libias y francesas, lo que quedar¨ªa en Chad es una situaci¨®n de guerra civil latente. Con dos territorios, dos Gobiernos, dos ej¨¦rcitos: el de Gukuni en el Norte y el legal, instalado en la capital, de Hissene Habr¨¦. Pero todas las noticias de los ¨²ltimos meses indican una creciente disgregaci¨®n del Gobierno de Gukuni; varios grupos que le apoyaron se han separado de ¨¦l. Para Gaddafi era preocupante que pudiese estabilizarse un Gobierno de Chad formado por los sectores que desde hace mucho tiempo se han enfrentado con ¨¦l.
Chad es uno de los pa¨ªses m¨¢s pobres del mundo, con zonas en las que la poblaci¨®n se muere de hambre. Lo deseable ser¨ªa una reconciliaci¨®n de los diversos sectores en lucha entre s¨ª que permitiese colocar como objetivo prioritario hacer frente a la angustiosa situaci¨®n econ¨®mica. Sin embargo, todos los esfuerzos en ese sentido han fracasado.
Con su informaci¨®n sobre el mantenimiento de las tropas libias, mientras se hab¨ªan retirado los franceses, EE UU ha contribuido a colocar a Mitterrand en una situaci¨®n inc¨®moda. Francia no ten¨ªa otra salida que adoptar medidas militares urgentes, con vuelos de su aviaci¨®n sobre Chad; Charles Hernu est¨¢ en Yamena preparando el eventual retorno de tropas francesas. Mitterrand ha presentado en ese marco su conversaci¨®n con Gaddafi como un esfuerzo para convencer a ¨¦ste de la energ¨ªa francesa. Estos hechos ponen de relieve, en todo caso, que Gaddafi no est¨¢ hoy en disposici¨®n de iniciar una pol¨ªtica m¨¢s racional para romper su aislamiento internacional. E incluso si ahora tomase medidas para cumplir con retraso lo pactado con Francia, su credibilidad est¨¢ ya por debajo de cero.
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