Mar¨ªa Zambrano: "?Volver a Espa?a? Yo nunca me he ido"
La disc¨ªpula de Ortega y Zubiri qued¨® extasiada con la luz de Madrid tras 45 a?os de ausencia
La luz tranquila de una tarde de oto?o en Madrid dej¨® ayer a Mar¨ªa Zambrano "extasiada", seg¨²n dijo ella misma, a su regreso a Espa?a despu¨¦s de 45 a?os de exilio. Con el retorno de la pensadora, de 80 a?os de edad, despu¨¦s de Rafael Alberti, Jorge Guill¨¦n y Ram¨®n J. Sender, entre otros, puede decirse que acaba el exilio espa?ol republicano. La escritora malague?a lleg¨® a Espa?a en un vuelo procedente de Ginebra a primera hora de la tarde. Acudi¨® a recibirla, a t¨ªtulo personal -pues Mar¨ªa Zambrano se neg¨® a que se le diese ning¨²n recibimiento oficial- Jaime Salinas, director general del Libro y amigo de la pensadora. Cuando le preguntaron sobre su regreso contest¨®: "?Qu¨¦ siento al volver a Espa?a? Yo nunca me he ido".
Pese a que el aeropuerto de Barajas puso el sal¨®n de autoridades a su disposici¨®n, lo cierto es que pocas veces este peque?o edificio enclavado entre las zonas nacional e internacional del aeropuerto estuvo tan vac¨ªo: No hab¨ªa autoridades; tan s¨®lo el director general del Libro, Jaime Salinas, hijo del poeta Pedro Salinas, otro c¨¦lebre exiliado. Jaime Salinas declar¨® que acud¨ªa a t¨ªtulo personal, y en su coche march¨® la peque?a comitiva a Madrid. Minutos antes, unos 20 periodistas hab¨ªan intentado casi infructuosamente hablar con la ilustre anciana. ?sta lleg¨® al pabell¨®n de autoridades en una furgoneta de la compa?¨ªa Iberia, acompa?ada por Jaime Salinas -que portaba al rev¨¦s un ramo de rosas rojas- y por Jes¨²s Romero, joven de unos 35 a?os que acompa?¨® a Mar¨ªa Zambrano desde Ginebra, Y que estos d¨ªas pasados atend¨ª¨® fas numerosas llamadas que, desde Espa?a, intentaban averiguar si por fin regresar¨ªa.Porque la escritora, con cierto pudor y cierta coqueter¨ªa, trat¨® de mantener la inc¨®gnita sobre su regreso hasta el ¨²ltimo momente. Anoche, en conversaci¨®n teletonica, asegur¨® que se encontraba no muy bien, que se mareaba a ratos, y que no descartaba la posibilidad de, incluso, "bajarse del avi¨®n" en el ¨²ltimo minuto. Es cierto que caminaba con dificultad, pero de ning¨²n modo ten¨ªa el aspecto de una persona enferma. Por el contrario, delicadamente vestida con un abrigo beis muy claro y un pa?uelo tipo Hermes, el pelo blanco le brillaba y la piel suave le reluc¨ªa de salud. "?Qu¨¦ siento al volver a Espa?a?", dijo Mar¨ªa Zambrano, a trav¨¦s de una verja que le separa ba de los periodistas. "Yo nunca me he ido", dijo. Y sonri¨®.
Poco antes, Jaime Salinas se hab¨ªa sonre¨ªdo ante las preguntas sobre la salud de la escritora. Confes¨® que ¨¦l tambi¨¦n se hab¨ªa preocupado esta ma?ana al leer la Prensa, pero luego comprob¨®, por tel¨¦fono, que todo hab¨ªa sido una ingenua treta de la fil¨®sofa para eludir el estruendo que se pod¨ªa producir a su llegada. Y sin embargo, aunque las fuertes medidas para mantener alejados a los periodistas hab¨ªan sido solicitadas por ella, seg¨²n dio a entender Jaime Salinas, Mar¨ªa Zambrano accedi¨® con una vaga sonrisa de picard¨ªa a las s¨²plicas de los periodistas, desde el otro lado de la reja. Del brazo de Salinas, se acerc¨® y mir¨® con sus ojos gachos, cansados e inteligentes a los periodistas que le suplicaban alguna declaraci¨®n. Entonces asegur¨® no estar emocionada, aunque s¨ª feliz, pues ¨¦sta es "la Espa?a de ayer, de hoy y de siempre".
En la sala de autoridades del aeropuerto de Barajas se encontraban, adem¨¢s de Salinas, otras cuatro personas designadas expresamente por la escritora: Julia Castillo, hija del escritor Castillo Puche; su marido, Javier Ruiz; Aurelio Torrente, y Mariano Tomero, quien tambi¨¦n declar¨® que la pensadora se encontraba, en v¨ªsperas del viaje, muy cansada y emocionada.
Los amigos y parientes de la escritora en Espa?a se han ocupado de neutralizar lo que al parecer fue su principal temor para su regreso, y que era el de encontrar un Madrid muy distinto de aquel en que se form¨® como fil¨®sofa. Por ello, la escritora ha regresado a Madrid a un piso de la calle de Antonio Maura, junto al parque del Retiro, un ambiente muy parecido al que dej¨® tras de s¨ª cuando march¨® al exilio. Muy cerca, en la calle de Alfonso XII, viv¨ªa el que fue su profesor Jos¨¦ Ortega y Gasset.
Medio siglo de viaje
La que el fil¨®sofo rumano Cior¨¢n considera el m¨¢s original y creador de los disc¨ªpulos de Ortega, naci¨® en abril, hace ochenta a?os, en V¨¦lez, M¨¢laga. Creci¨® en Segovia y se educ¨® en Madrid, donde tuvo como profesores a Ortega y Gasset y a Xavier Zubiri.El mismo a?o de su matrimonio con el historiador Alfonso Rodr¨ªguez Aldave, la guerra civil le sorprende en Chile, donde permanece hasta el a?o siguiente. All¨ª publica Los intelectuales en el drama de Espa?a y prologa una antolog¨ªa de Garc¨ªa Lorca. En 1937 regresa a Espa?a y sus lugares de residencia siguen los avatares de la guerra: Madrid, Valencia y Barcelona. En febrero de 1939 cruza la frontera de Francia.
El "viento del exilio", como ella lo llama, le lleva a Par¨ªs, Nueva York y M¨¦xico, donde ense?a en la universidad de Michoacan y comparte el nuevo entorno con numerosos republicanos espa?oles. Viaja en 1940 a Cuba, donde permanece hasta 1953, ense?ando en la universidad. Luego contin¨²a su tarea docente en San Juan de Puerto Rico, donde tambi¨¦n lo hizo Juan Ram¨®n Jim¨¦nez.
En 1946 regresa a Madrid por poco tiempo, a causa de la muerte de su madre; dos a?os despu¨¦s se separa de su marido. En 1964 se instala en Francia, cerca del lago Leman y de Suiza, pa¨ªs al que se traslada en 1978 y en el que ha vivido durante los ¨²ltimos a?os.
Babelia
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