Cuba en la obra de Baroja
El t¨ªtulo es demasiado pretencioso, lo s¨¦. No se trata (que yo sepa al menos) de que Cuba ocupe un lugar destacado en la obra de P¨ªo Baroja. Pero qu¨¦ sorpresa m¨¢s agradable recib¨ª hace algunos a?os cuando encontr¨¦ en su novela Aurora roja las referencias que hay hacia Cuba, sorpresa que se hizo m¨¢s intensa al ver que dichas referencias se dirig¨ªan a un momento capital de la historia de mi pa¨ªs: la guerra de independencia de 1895. La simpat¨ªa de Baroja, expresada a trav¨¦s de sus personajes, se volcaba hacia la causa cubana. Sus anarquistas madrile?os gritan al paso de la reina Mar¨ªa Cristina, durante un desfile real: "?Viva Cuba libre!", y har¨¢n propaganda entre los soldados para que se indisciplinen y no vayan a pelear a la isla.Esta actitud de Baroja (no ¨²nica entre los componentes de la generaci¨®n del 98) contrasta con el paternalismo que uno encuentra a¨²n hoy d¨ªa entre ciertas zonas de la poblaci¨®n espa?ola. Todav¨ªa lamentan la p¨¦rdida de Cuba como un desgarramiento de su cuerpo. Incluso su antiyanquismo est¨¢ permeado por este sentimiento. "Si no hubiera sido por Estados Unidos", me dijo con acento de queja un taxista el a?o pasado, "ustedes seguir¨ªan siendo una colonia nuestra". Claro est¨¢ que ¨¦ste no es el sentir general del pueblo espa?ol, pero me atrever¨ªa a afirmar que es com¨²n a un crecido n¨²mero. Las causas no son necesariamente mezquinas, y hasta es posible que esta expresi¨®n posesiva se?ale un grado de amor por nosotros. Sean cuales sean las causas (cuyo an¨¢lisis, si bien interesante, nos apartar¨ªa de la intenci¨®n de este trabajo), lo cierto es que de momento resulta irritante sentirse considerado como una especie de oveja descarriada, sin edad ni derecho para llevar pantalones largos.
De ah¨ª que uno acoja la referencia cubana de Baroja con tanta gratitud. Y por un doble motivo: por referirse a la patria de uno y por solidarizarse con su natural, l¨®gico, inevitable movimiento separatista. No pod¨ªa ser de otro modo en P¨ªo Baroja. Este hombre, que defend¨ªa en su libertad individual la libertad de la humanidad, ten¨ªa forzosamente que inclinar su coraz¨®n y su inteligencia del lado cubano en la contienda. Y pienso que, con ¨¦l, el hombre espa?ol. Pues nadie como Baroja es Espa?a, su gente, su ser, o, seg¨²n frase certera de Camilo Jos¨¦ Cela, "aquella voz caudalosa que nos reflej¨®". Aparentemente esc¨¦ptico, pesimista, renegador de Espa?a, ferozmente individualista, que exhib¨ªa como un gozo la molestia que le causaba el g¨¦nero humano, el viejo vascongado era en verdad un enorme coraz¨®n. Sus irri
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taciones no eran sino fr¨¢giles paredes que no alcanzaban a ocultar su ternura. Quien repase su vida y sus libros -que en ¨¦l, como en todo gran creador, no son sino uno y lo mismo- hallar¨¢ a uno de los hombres m¨¢s puros de su raza. A tal punto veo en Baroja el espejo de Espa?a que creo que fue pensando en ¨¦l que Vallejo escribi¨® en Espa?a, aparta de m¨ª este c¨¢liz: "Tu gana dantesca, espa?ol¨ªsima, de amar, aunque sea a traici¨®n, a tu enemigo".
Es triste que ensayistas tan penetrantes como Juan Chab¨¢s se hayan dejado confundir por lo epid¨¦rmico y den una imagen tan pobre (y tan injusta) como la que ¨¦l da de Baroja en su Historia de la literatura espa?ola. Aparte de sus m¨¦ritos literarios -y vuelve a tener raz¨®n Cela cuando dice que "qui¨¦rase o no se quiera, de Baroja nace toda la novela espa?ola a ¨¦l posterior"-, la calidad humana de la obra de Baroja es una de las m¨¢s altas y acendradas que haya producido literatura alguna en el mundo. Es como si para ¨¦l la ¨¦tica hubiera sido una est¨¦tica. "La obra literaria de Baroja nace de la ¨ªntima necesidad de buscar un remedio al mal de la vida", escribe Eugenio Matus en su estudio La t¨¦cnica novelesca de P¨ªo Baroja. El remedio lo halla en la acci¨®n, en el hacer o el quehacer. Y de ah¨ª que para ¨¦l escribir constituya una forma de participar en el conflicto humano. Por este camino lo vemos enlazarse, sorprendentemente, a Jos¨¦ Mart¨ª. Ambos, que otorgan a la creaci¨®n espiritual una misi¨®n trascendente, mantienen una posici¨®n antiesteticista, y lo parad¨®jico es que los dos llenar¨¢n millares de soberbias p¨¢ginas para pregonarlo. Y si para Mart¨ª "un hombre s¨®lo puede influir sobre la humanidad por medio de su verdadera personalidad", para Baroja escribir es como "la negaci¨®n del arte" (Matus).
Pero no nos confundamos: Baroja es, ante todo y por encima de todo, un escritor. Padre de "toda la novela espa?ola a ¨¦l posterior", desde los comienzos de este siglo echa las bases de un realismo que se emparenta con la picaresca que ser¨¢ gu¨ªa de los novelistas espa?oles que dan se?ales de vida despu¨¦s de la guerra civil, y aun utilizar¨¢ el cine italiano de posguerra. Un realismo que se afinca en el amor a la verdad y cuya cualidad m¨¢s sobresaliente es la autenticidad. "Yo no s¨¦ mentir", dir¨¢ Bareja en alguna ocasi¨®n, y en otra: "Nunca la mentira es divertida". Su m¨¦todo de trabajo ilustra mejor que cualquier explicaci¨®n erudita esta caracter¨ªstica suya, prueba de su honradez art¨ªstica y humana. Para escribir La lucha por la vida, verbigracia, "recorr¨ªa entonces las afueras madrile?as, conviv¨ªa con trabajadores y vagos...". De esta convivencia con las capas m¨¢s oprimidas de la naci¨®n espa?ola salen los libros m¨¢s ver¨ªdicos que haya dado Espa?a al alborear el siglo, y, en el caso especial de Aurora roja, "el reflejo de la pasi¨®n de los humildes, alucinados por un anarquismo est¨¦ril".
S¨ª, es posible que el t¨ªtulo de este art¨ªculo sea hasta pretencioso, ?pero cu¨¢nto conmueve a un criollo escuchar el nombre de Cuba en la voz eterna de Baroja!
C¨¦sar Leante escritor cubano exiliado en Espa?a, es autor de Capit¨¢n de cimarrones.
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