La magnitud de la cat¨¢strofe de M¨¦xico hace dif¨ªcil investigar las causas de la explosi¨®n
Las causas de la terrible explosi¨®n de gas que en la madrugada del lunes destruy¨® el pueblo de San Juanico, en M¨¦xico, siguen sin ser conocidas. S¨®lo Pemex (Petr¨®leos Mexicanos) insiste en asegurar que el fuego se origin¨® fuera de sus instalaciones, sin aportar mayores evidencias. La Procuradur¨ªa General de la Rep¨²blica, que se ha hecho cargo del caso, mantiene un hermetismo total, debido a que sus peritos no han podido entrar hasta hoy en el epicentro del accidente, que sigue acordonado por el Ej¨¦rcito a causa del peligro que representan las emanaciones de gas. Se puede anticipar que la investigaci¨®n ser¨¢ muy dif¨ªcil, ya que el incendio que sigui¨® a las explosiones destruy¨® cuanto hab¨ªa alrededor de la planta almacenadora de butano.
Un informe preliminar de la Secretar¨ªa de Gobernaci¨®n establece que se han rescatado 324 cad¨¢veres, cifra que puede aumentar, ya que quedan todav¨ªa escombros por remover. Los m¨¦dicos esperan, en cambio, salvar la vida a la mayor¨ªa de los heridos, aunque cerca de un centenar permanecen en estado de suma gravedad.Un millar de personas no han sido localizadas todav¨ªa por sus familiares, pero se cree que gran parte de estos casos se deben a dificultades de comunicaci¨®n y a la dispersi¨®n de los damnificados en numerosos albergues y hospitales. M¨¢s de 10.000 personas no han podido regresar a sus hogares, seg¨²n se reconoce oficialmente.
La direcci¨®n de Pemex informa que en el accidente murieron cinco obreros de su planta y dos m¨¢s resultaron heridos, sin que se tengan datos sobre 55 hombres m¨¢s que se encontraban trabajando cuando se produjo la primera explosi¨®n.
Las llamas se extinguieron totalmente al mediod¨ªa del martes, 36 horas despu¨¦s del primer estallido, que origin¨® un temblor de tierra detectado por los sism¨®grafos del Instituto de Geof¨ªsica. Muchas personas que vivieron de cerca la tragedia han manifestado que llegaron a creer en la explosi¨®n de una bomba nuclear, cuando vieron de pronto que el cielo adquir¨ªa un intenso color amarillo.
139 casas destruidas
Seg¨²n el informe de Gobernaci¨®n, 139 casas fueron destruidas, otras 200 chabolas de materiales fr¨¢giles desaparecieron como si nunca hubieran existido y 350 m¨¢s presentan desperfectos de diversa ¨ªndole. El Gobierno federal ha destinado un presupuesto de 4.000 millones de pesos (3.400 millones de pesetas) para reparar los efectos del siniestro y edificar viviendas con car¨¢cter urgente.El presidente Miguel de la Madrid sobrevol¨® el martes en un helic¨®ptero el ¨¢rea de San Juanico y visit¨® luego el albergue de Ecatepec, en el que se alojan provisionalmente 2.000 desplazados. Hombre austero y fr¨ªo en sus expresiones p¨²blicas, no pudo ocultar su emoci¨®n al estrechar la mano de los ni?os que quer¨ªan saludarle.
Al t¨¦rmino de su recorrido, Miguel De la Madrid declar¨® a los periodistas que, aparte de la p¨¦rdida de vidas humanas, le preocupaba sobre todo restituir su vivienda a cuantos la perdieron.
El m¨¢ximo mandatario mexicano destac¨® el movimiento de solidaridad puesto en marcha por el pueblo mexicano, que con sus donaciones particulares ha cubierto con creces todas las necesidades inmediatas de alimentos y medicinas. En el cap¨ªtulo oficial de agradecimientos, se menciona expresamente a los gobiernos de Francia y Espa?a por sus ofrecimientos de asistencia m¨¦dica.
El martes por la tarde, se celebr¨® en el municipio de Tlalnepantla el mayor entierro colectivo del que se tenga memoria. Una exacavadora abri¨® en el cementerio Los Caracoles dos enormes fosas comunes, de 500 metros cuadrados cada una, para albergar a los 196 cad¨¢veres que se hab¨ªan reunido en el dep¨®sito de Santa Mar¨ªa Tultepec y a los que no fue posible identificar.
En medio de un viento helado, cerca de 20.000 personas ateridas asistieron a la ceremonia religiosa, que dio comienzo a las siete de la tarde. Cuando la pala mec¨¢nica se dispon¨ªa a echar tierra sobre los f¨¦retros, un grupo de vecinos pidi¨® autorizaci¨®n para realizar esa tarea. Despu¨¦s de depositar una gruesa capa de cal, 100 palas se pusieron a trabajar en un ¨²ltimo gesto de solidaridad.
Muertos y supervivientes pertenecen a ese otro M¨¦xico de la miseria y la marginaci¨®n, que del milagro del petr¨®leo conoce s¨®lo el lado tr¨¢gico. Gentes que llegaron en aluvi¨®n a la gran ciudad, expulsados del campo por los caciques, para construirse en cualquier parte una humilde vivienda, aunque ello les haya obligado a correr los peligros de una planta de gas.
Desde todo el pa¨ªs, se elevan voces para que se determinen responsabilidades cuanto antes, una vez que se ha encauzado la ayuda a los damnificados. ?nicamente Pemex parece preocuparse de desviar culpas sobre espaldas ajenas.
A la hip¨®tesis inicial de que el fuego pudo originarse por el choque de un cami¨®n cisterna, han sucedido otras, como un posible cortacircuito en los almacenes adyacentes de Unigas o un chispazo en los locales de Gasom¨¢tico. En ning¨²n caso existen pruebas que permitan sustentar con firmeza cualquiera de estas teor¨ªas, que m¨¢s parecen cortinas de humo. El director general de la empresa de petr¨®leos, Mario Ram¨®n Beteta no ha podido ocultar su enfado ante los periodistas cuando le preguntaron sobre las eventuales indemnizaciones a las que deber¨¢ hacer frente Pemex. "Nosotros hemos sido los principales afectados y los que debemos pedir reparaci¨®n por los da?os".
Jes¨²s Delgado, que habita una casa cercana al lugar de la tragedia, cuenta que, en la madrugada del lunes, le sorprendi¨® un fort¨ªsimo olor a gas. Se asom¨® a la calle y vio que estaba apagada la llama de seguridad que arde siempre en la planta de Pemex. "A ver si no truena eso", le coment¨® a su esposa dos horas antes de que se produjese la primera explosi¨®n.
Cada vez son m¨¢s insistentes las versiones que dan cuenta de que, durante la noche del domingo, se extendi¨® por todo el ¨¢rea de San Juanico un desacostumbrado olor a gas. De confirmarse este extremo la empresa petrolera dif¨ªcilmente podr¨¢ evadir responsabilidades bajo el ¨²nico argumento de que el fuego se inici¨® en otro lugar.
Pero al margen de las causas espec¨ªficas de la tragedia de San Juanico, ¨¦sta ha revelado de forma brutal los peligros de una ciudad como M¨¦xico; donde 17 millones de habitantes conviven con instalaciones industriales de alto riesgo.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Archivado En
- Pemex
- Explosiones
- Accidentes laborales
- Ayuda humanitaria
- Rescate v¨ªctimas
- Cooperaci¨®n y desarrollo
- Emergencias
- Petroleras
- Crisis humanitaria
- Petr¨®leo
- Riesgos laborales
- M¨¦xico
- Cat¨¢strofes
- Accidentes
- Combustibles f¨®siles
- Seguridad laboral
- Desastres
- Condiciones trabajo
- Combustibles
- Materias primas
- Sucesos
- Energ¨ªa no renovable
- Empresas
- Trabajo
- Siniestralidad laboral