Un candidato y dos vicariatos
S¨®lo Julio Mar¨ªa Sanguinetti tiene el 'placet' de los militares
S¨®lo tres grandes formaciones pol¨ªticas uruguayas tienen posibilidades de llegar a la presidencia de la Rep¨²blica: colorados, blancos y la coalici¨®n de izquierdas Frente Amplio. A su vez, son capitaneadas por las tres principales figuras pol¨ªticas del pa¨ªs: Julio Mar¨ªa Sanguinetti, Wilson Ferreira y el general L¨ªber Seregni. De entre ellos, s¨®lo el primero ha podido presentar su candidatura sin trabas; Wilson Ferreira se encuentra en una prisi¨®n militar desde su regreso a Uruguay, hace cinco meses; el general Seregni, tras ocho a?os de prisi¨®n, permanece proscrito pol¨ªticamente e inhabilitado para votar y ser elegido. En nombre de cada uno de los proscritos postulan dos vicarios: Alberto Zumar¨¢n, un reci¨¦n llegado a la pol¨ªtica uruguaya, y el ginec¨®logo Juan Jos¨¦ Crottogini, que ha ayudado a nacer a medio pa¨ªs.Sanguinetti, abogado, de 46 a?os, casado con una publicista, con hijos, representa el papel m¨¢s desairado en estas elecciones repletas de prohibiciones y cautelas militares. Pero tambi¨¦n es quien tiene mayores posibilidades de alzarse con el triunfo en los comicios de hoy. Propietario de unas desmesuradas y alborotadas cejas, campechano, con algo de camionero de ruta en su aspecto, es asesor de empresas y mantiene excelentes relaciones con la embajada estadounidense, de la que se sospecha lo patrocina. Buen conocedor de la pintura y el teatro, ha sido el palad¨ªn de la concertaci¨®n con los militares para llegar a estas elecciones.
Fascinado por el papel de Adolfo Su¨¢rez en la transici¨®n espa?ola, Sanguinetti se vio obligado a dejar jirones de su identidad pol¨ªtica a fuerza de contemporizar con los militares y hacerles concesiones. Sus antecedentes como ministro en los Gobiernos colorados previos al golpe de Estado de 1973 permiten ubicarle en la derecha de su propio partido, sin llegar al poujadismo del tambi¨¦n colorado y ex presidente Jorge Pacheco Areco, un aficionado al boxeo y a las botellas con fuerte gradaci¨®n alcoh¨®lica.
Sanguinetti, siendo ministro de Educaci¨®n, tuvo una desafortunada intervenci¨®n en la vida acad¨¦mica como propulsor de una ley severamente restrictiva de la autonom¨ªa universitaria; no obstante, el candidato colorado tampoco es la figura groseramente continuista que sus adversarios le reprochan. Fue un sincero debelador de la dictadura, y sus pecados consisten en un exceso de prudencia y pragmatismo y en haber hecho a los militares m¨¢s concesiones de las que por su fuerza y cr¨¦dito ten¨ªan derecho. Antiguo duelista a sable, su enfrentamiento con Wilson Ferreira trasciende la querella ideol¨®gica para penetrar en el choque personal con quien ya le ha arrebatado desde el exilio y la c¨¢rcel las banderas de centro-izquierda que hist¨®ricamente le pertenec¨ªan.
Wilson Ferreira, hacendado, de 66 a?os, casado y con tres hijos, es sin lugar a dudas la figura m¨¢s pol¨¦mica de Uruguay. Buen orador populista, dotado de un desgarbado encanto personal, superior al de Sanguinetti o Seregni, con m¨¢s del 80% del Partido Blanco en sus manos, no tiene para sus conciudadanos t¨¦rmino medio: o se le idolatra o se le odia. Para sus partidarios es el s¨ªmbolo de la dignidad civil, por su terco enfrentamiento a la dictadura y sus planteamientos rupturistas, y para sus adversarios es un aventurero pol¨ªtico que dirige con charlataner¨ªa de izquierda un partido conservador. Su reputaci¨®n de hombre f¨ªsicamente cobarde es entre sus enemigos tal que hace pensar en la capacidad de Wilson Ferreira para generar aborrecimientos personales.
Nunca se bati¨®, aduciendo su condici¨®n de cat¨®lico (en Uruguay el duelo es legal), y al d¨ªa siguiente del golpe de Estado escap¨® del pa¨ªs en una avioneta junto con su esposa. Carreteando el aparato por una pista vigilada por el Ej¨¦rcito, tirada la pareja en el piso, Wilson apret¨® la cabeza de su mujer: "No me dir¨¢s que te he dado una vida aburrida". En 1976, la dictadura envi¨® sicarios a Buenos Aires para matarle; asesinaron al senador Michelini y al ex presidente de la asamblea Guti¨¦rrez Ruiz; por tres veces en aquella misma noche los pistoleros llegaron 15 minutos tarde a locales que acababa de abandonar el l¨ªder blanco. Bestia negra de los militares uruguayos, a¨²n m¨¢s que el general Seregni, la dictadura se cuid¨® muy bien de que permaneciera en prisi¨®n hasta pasadas las elecciones de hoy.
Su vicario electoral es el abogado, de 44 a?os, Alberto Zumar¨¢n, casado, con cinco hijos, propietario de una hacienda, con escasa experiencia pol¨ªtica, pero dotado de notable sentido com¨²n y dotes oratorias. El panza, por su leve obesidad abdominal, o el esp¨ªritu santo (porque habla en nombre del padre y del hijo, por Wilson y su v¨¢stago Juan Ra¨²l), seg¨²n la chismograf¨ªa montevideana, no pretende enga?ar a nadie sobre su condici¨®n de postulante sustitutivo, o de futuro presidente interino, hasta que su jefe pueda concurrir libremente a unos comicios.
La 'bola negra'
El general L¨ªber Seregni, casado, con dos hijas, pr¨®ximo a unos cuidad¨ªsimos 70 a?os ("mi ¨²nica autoconsigna en la c¨¢rcel fue la del Ej¨¦rcito franc¨¦s: mantenerse"), es el paradigma de un sector de las fuerzas armadas uruguayas nada convencional. La Marina intent¨® resistir el golpe de 1973, y coroneles y generales del Ej¨¦rcito de Tierra -como Seregni y el general Licandro- pagaron con a?os de c¨¢rcel y servicias su defensa de la Constituci¨®n.
Seregni, el m¨¢s dotado y brillante militar uruguayo de que se tiene memoria, fue siempre una bola negra en la apagada vida castrense del pa¨ªs. Interesado por numerosas facetas de la cultura, frecuentaba tertulias pol¨ªticas, intelectuales y art¨ªsticas, y consolid¨® mucho antes de la creaci¨®n del Frente Amplio, en 1969, una excelente reputaci¨®n de comunista secreto que le acompa?a desde entonces. Coprotagonista del ¨²ltimo duelo a pistolas celebrado en Montevideo, siempre atildado, erguido, consciente de su dignidad personal, todav¨ªa muy militar, es adorado por la juventud uruguaya, a la que dirige con oratoria did¨¢ctica. Su pragmatismo y su carisma le permiten presidir una coalici¨®n electoral de cinco partidos, nueve agrupaciones menores y una catarata de independientes denominada maledicentemente colcha de retazos.
Su vicario es el doctor Juan Jos¨¦ Crottogini, de 76 a?os, casado y con una hija, ginec¨®logo, ex decano de su facultad y ex rector de la universidad montevideana, introductor del Papanicolau en Uruguay y hombre conocid¨ªsimo en el pa¨ªs, no tanto por sus indiscutibles m¨¦ritos cient¨ªficos, como por haber ayudado a traer al mundo a media naci¨®n, incluido Juan Ra¨²l Ferreira. Es un amable patriarca que ya acompa?¨® a Seregni como candidato a la vicepresidencia en las ¨²ltimas elecciones (1971) y que demostr¨® su coraje y su capacidad dirigiendo el Frente Amplio durante la clandestinidad y la prisi¨®n del general Seregni.
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