Jeanne Kirkpatrick, la hero¨ªna de Ronald Reagan

Ronald Reagan y Jeanne Kirkpatrick se admiran mutuamente. El presidente la llam¨® "nuestra hero¨ªna" en una reuni¨®n del Gabinete en la Casa Blanca. Ella, por su parte, le compar¨® al general De Gaulle, porque tiene, dijo, "una cierta idea de Estados Unidos", como la ten¨ªa de Francia el fundador de la V Rep¨²blica. Sin embargo, esta mujer, que acaba de cumplir 58 a?os, representante permanente de Estados Unidos en las Naciones Unidas, est¨¢ viendo c¨®mo se le escapa su gran objetivo: la definici¨®n de la pol¨ªtica exterior norteamericana.Esta tarea se puede realizar desde dos puestos claves: el Consejo Nacional de Seguridad y el Departamento de Estado. Pero Reagan, a pesar de compartir la filosof¨ªa pol¨ªtica conservadora de esta profesora de Ciencias Pol¨ªticas, ha decidido que Robert McFarlane y George Shultz sigan en sus puestos.
Kirkpatrick anunci¨® esta semana que abandonar¨¢ su cargo en la ONU y se dedicar¨¢ a la vida privada, a escribir libros y a pronunciar conferencias. Antes hablar¨¢ con el presidente, que es posible que a¨²n le ofrezca alg¨²n puesto de asesora en la Casa Blanca, pero la embajadora s¨®lo aceptar¨ªa una "posici¨®n ejecutiva al m¨¢s alto nivel". La gran esperanza blanca de los sectores m¨¢s derechistas de este pa¨ªs tendr¨¢ que esperar a una mejor ocasi¨®n.
El jueves, el columnista conservador George F. Will, una de las plumas m¨¢s influyentes de Estados Unidos, romp¨ªa una ¨²ltima lanza en favor de Kirkpatrick y la propugnaba para la Secretar¨ªa de Estado o como consejera de Seguridad Nacional, afirmando que "combina el pensamiento y la acci¨®n, la teor¨ªa y la pr¨¢ctica, mejor que nadie en el Gobierno en esta generaci¨®n".
La admiraci¨®n de Reagan por esta profesora brillante, de aspecto hura?o y actitud arrogante, que sigue perteneciendo al partido dem¨®crata, data de noviembre de 1979. Kirkpatrick acababa de firmar en la revista Commentary un art¨ªculo titulado 'Dictatorships and double standards' ('Dictaduras y dobles raseros'). Se trataba de un ataque demoledor contra la pol¨ªtica de derechos humanos de Jimmy Carter, a quien hab¨ªa apoyado sin embargo en su elecci¨®n de 1976.
Una tesis peculiar
Kirkpatrick, entonces profesora de Pol¨ªticas en la Universidad cat¨®lica de Georgetown, en Washington, establec¨ªa la distinci¨®n entre los reg¨ªmenes autoritarios de derechas, favorables a Estados Unidos y que hab¨ªa que apoyar, y las dictaduras marxistas de izquierdas, y acusaba al entonces presidente dem¨®crata de desestabilizar a los primeros con su pol¨ªtica de derechos humanos y de adoptar una actitud m¨¢s comprensiva hacia las segundos.?ste era el tipo de munici¨®n que necesitaba Reagan para su futura pol¨ªtica exterior. "Voy a tomar prestada parte de su elegante fraseolog¨ªa. ?Qui¨¦n es esta mujer?", pregunt¨® el futuro presidente. Reagan le escribi¨® una carta y, tras una entrevista, Kirkpatrick se integr¨® en el equipo de pol¨ªtica exterior, desde el que propugn¨®, y lo consigui¨®, el inicio de la ayuda militar al Gobierno de El Salvador para luchar contra la guerrilla.
Para esta mujer, nacida en 1926 en el Estado de Oklahoma, en el suroeste del pa¨ªs, hija de un contratista de perforaciones petrol¨ªferas, el dictador nicarag¨¹ense Anastasio Somoza o el sha de Ir¨¢n eran "gobernantes tradicionales en sociedades semitradicionales, que no s¨®lo eran anticomunistas, sino tambi¨¦n amigos de EE UU". Kirkpatrick admit¨ªa en su famoso art¨ªculo que estos aut¨®cratas favorecen a los ricos y mantienen a las masas en la pobreza, pero precisaba que "como las miserias de la vida diaria son hist¨®ricas en estos pa¨ªses, son soportables por sus pueblos".
Argumentaba tambi¨¦n que las dictaduras de derechas proamericanas en el Tercer Mundo eran m¨¢s susceptibles de liberalizaci¨®n y democratizaci¨®n que las de izquierdas, y conclu¨ªa afirmando que "el idealismo liberal no es lo mismo que el masoquismo, y no es incompatible con la defensa de la libertad y el inter¨¦s nacional". En definitiva, era la doctrina que sustentaba la frase ya hist¨®rica sobre Somoza: "Es un hijo de puta, pero es nuestro hijo de puta".
Durante un viaje a Latinoam¨¦rica en 1981, Kirkpatrick defendi¨® los esfuerzos de la Administraci¨®n Reagan para mejorar las relaciones con los reg¨ªmenes militares de Argentina, Chile, Uruguay y Brasil. En Santiago se entrevist¨® con el general Augusto Pinochet y describi¨® su conversaci¨®n con el como "muy agradable". Con ocasi¨®n de la guerra de las Malvinas, Kirkpatrick se enfrent¨® con el entonces secretario de Estado, Alexander Haig, y anunci¨® que la pol¨ªtica de Washington, tan volcada hacia el Reino Unido, pondr¨ªa en peligro el futuro de las relaciones de EE UU con Latinoam¨¦rica.
Curiosamente, esta mujer, cuyo pasatiempo es la cocina y que ama sobre todo la m¨²sica barroca, en especial Bach, se declara liberal en pol¨ªtica interior. Cree en la seguridad social y en los sindicatos y critica al Partido Republicano porque s¨®lo se preocupa de intereses econ¨®micos ego¨ªstas y no del bienestar general. Su desilusi¨®n con los dem¨®cratas lleg¨® en los a?os sesenta, por rechazo de los valores de la contracultura y del movimiento contra la guerra de Vietnam.
La gota que colm¨® el vaso fue la designaci¨®n del senador George McGovern como candidato dem¨®crata a la Presidencia, una paloma para Kirkpatrick, que decidi¨® fundar en 1972 un movimiento neoconservador llamado "Coalici¨®n para una mayor¨ªa dem¨®crata". "Nosotros afirmamos", escribi¨®, "la validez del sue?o americano y la moralidad de la sociedad americana, mientras que ellos (la gente de McGovern) adoptan la caracterizaci¨®n de intelectuales que describ¨ªan a EE UU como una sociedad enferma emborrachada de tecnolog¨ªa y materialismo".
'Dama de hierro' de EE UU
En diciembre de 1980, Reagan nombra a Jeanne Kirkpatrick su embajadora ante la ONU. Su pol¨ªtica de firmeza ante la URSS y su teor¨ªa de que "una postura de continua autodegradaci¨®n y apolog¨ªa de Estados Unidos frente al Tercer Mundo no es ni moralmente necesaria ni pol¨ªticamente apropiada", la convierten en la candidata id¨®nea para el puesto. La profesora pasa a ser la dama de hierro de la Administraci¨®n republicana.Este foro en el que cada pa¨ªs tiene un voto y en el que los tercermundistas frecuentemente dejan en minor¨ªa a Estados Unidos, ha sido el escenario de las batallas de Kirkpatrick en los ¨²ltimos cuatro a?os. La embajadora norteamericana ha podido poner en pr¨¢ctica su doctrina intelectual y ha utilizado su poder de veto en el Consejo de Seguridad para realizar una pol¨ªtica de protecci¨®n del r¨¦gimen racista de Sur¨¢frica y del Estado de Israel. Ha conseguido convencer al presidente de que la ONU y sus agencias son unas instituciones ideol¨®gicamente enemigas de Estados Unidos y ha defendido el recorte de los fondos norteamericanos para las mismas.
Como embajadora en la ONU forma parte del Gabinete y asiste a las reuniones del Consejo Nacional de Seguridad. Esto le obliga a viajar al menos tres d¨ªas a la semana a Washington desde Nueva York, donde vive casada con otro profesor de Pol¨ªticas. Tiene tres hijos varones y abandon¨® durante ocho a?os su actividad intelectual y pol¨ªtica para criar a sus hijos.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.