Un triunfo de Mor¨¢n
LA REUNI?N en Bruselas de Fernando Mor¨¢n y del secretario del Foreign Office, sir Geoffrey Howe, ha dado un resultado que supera las previsiones, y que la opini¨®n espa?ola acoge con profunda satisfacci¨®n. El comunicado aprobado es fruto de negociaciones duras, que se han prolongado durante un a?o; el Gobierno socialista, y su ministro de Asuntos Exteriores, han logrado un importante ¨¦xito pol¨ªtico y diplom¨¢tico, pero ser¨ªa peligroso lanzar las campanas al vuelo y dar una impresi¨®n exagerada.El comunicado hispano-brit¨¢nico contiene una frase que merece ser calificada de sensacional; el Reino Unido acepta que, en el "proceso negociador" que se va a abrir, sean "tratadas las cuestiones de soberan¨ªa". Esta ¨²ltima es una palabra que tiene una carga especial en cualquier negociaci¨®n internacional. Supone considerar la hip¨®tesis, al menos, de un cambio de frontera; en este caso, m¨¢s bien de supresi¨®n de una frontera. Haber convencido a los brit¨¢nicos de que ten¨ªan que aceptar la inclusi¨®n del t¨¦rmino soberan¨ªa es, pues, un ¨¦xito indiscutible.
Al mismo tiempo, no ser¨ªa acertado desconocer el contexto en el que figura dicha palabra. Porque, a continuaci¨®n, el comunicado repite la frase de la declaraci¨®n hispano-brit¨¢nica de Lisboa, de 1980, seg¨²n la cual "el Gobierno brit¨¢nico mantendr¨¢ plenamente su compromiso de respetar los deseos de los gibraltare?os, tal y como establece el pre¨¢mbulo de la Constituci¨®n de 1969". En cambio, en el texto de Bruselas no se repite que el Gobierno espa?ol reafirma "su posici¨®n respecto al restablecimiento de la integridad territorial de Espa?a"; ni tampoco el compromiso de "resolver el problema de Gibraltar... de acuerdo con las resoluciones pertinentes de las Naciones Unidas"; ambos puntos figuran en la declaraci¨®n de Lisboa, y el segundo tiene un significado particular, ya que las resoluciones de la ONU dan b¨¢sicamente la raz¨®n a las tesis espa?olas. Cabe deducir que el Reino Unido se ha visto obligada a aceptar la inclusi¨®n de la soberan¨ªa; pero se ha esforzado por dejar claro que no est¨¢ dispuesto a modificar su posici¨®n, contraria a hacer concesiones en ese terreno. A nadie puede sorprender esta actitud, teniendo en cuenta la mentalidad de los sectores que apoyan a la se?ora Thatcher y los compromisos ante los habitantes de Gibraltar. En cualquier caso, es evidente que el comunicado de Bruselas refleja que Espa?a tiene hoy un peso internacional que no ten¨ªa en otras ¨¦pocas. Se ha dado un paso esencial, pero estamos ante un proceso negociador largo.
Por eso, el resultado m¨¢s concreto de la reuni¨®n, y sobre todo el m¨¢s operativo, es el compromiso de garantizar "la igualdad y reciprocidad de derechos de los espa?oles en Gibraltar y de los gibraltare?os en Espa?a". Este compromiso permite abrir plenamente las comunicaciones con la Roca sin que los espa?oles est¨¦n sometidos a una situaci¨®n discriminatoria. Los brit¨¢nicos, por fin, han tenido que renunciar a la interpretaci¨®n que ven¨ªan haciendo de la ya citada declaraci¨®n de Lisboa, en virtud de la cual exig¨ªan el restablecimiento de las comunicaciones sin garantizar a los espa?oles condiciones de igualdad. Ello oblig¨® a Espa?a a mantener determinadas restricciones. Ahora esa etapa queda superada: Espa?a puede restablecer, sin ning¨²n tipo de humillaci¨®n, el "libre tr¨¢nsito de personas, veh¨ªculos y mercanc¨ªas entre Gibraltar y el territorio circunvecino".
Se pone de relieve, una vez m¨¢s, el total fracaso de la pol¨ªtica ideada por Fernando Castiella, y aplicada por el Gobierno de Franco en 1969, de invocar el Tratado de Utrecht en pleno siglo XX como justificaci¨®n para cortar las comunicaciones entre Espa?a y el Pe?¨®n. Esa pol¨ªtica conduc¨ªa a alejar fisicamente a los gibraltare?os de Espa?a; creaba condiciones objetivas, sociol¨®gicas, para que la integraci¨®n en nuestro pa¨ªs fuese para ellos una opci¨®n cada vez m¨¢s lejana e inaceptable. El restablecimiento de la democracia y el reconocimiento en la nueva Constituci¨®n de un Estado de las autonom¨ªas no han logrado modificar sensiblemente esa corriente de opini¨®n. Ahora, con las nuevas condiciones de puertas abiertas, surge una nueva oportunidad hist¨®rica. Es la hora de iniciativas creadoras en el terreno de la ense?anza, la sanidad, la cultura, el arte y el espect¨¢culo, que conviertan la proximidad y la presencia de Espa?a en algo real, positivo, ¨²til. Se trata de estimular el acercamiento, la creciente integraci¨®n de las poblaciones.
Por ¨²ltimo, merece una reflexi¨®n la sospecha, nada gratuita, de que el contencioso de Gibraltar ha de resolverse en el marco de la OTAN, y que es precisamente en esos t¨¦rminos en los que se ha arrancado a los brit¨¢nicos la menci¨®n a la soberan¨ªa. Las implicaciones futuras que el tema tenga para la pol¨ªtica de defensa y seguridad espa?ola y para la estabilidad de Ceuta y Melilla en su actual situaci¨®n est¨¢n por verse.
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