El lujo del ladrillo moro
Tarazona, un parque mud¨¦jar al pie del Moncayo
Con aire de pueblo grand¨®n y levemente desangelado, hechura de ladrillo magistral, Tarazona es una ciudad traspasada de campo por cada una de sus esquinas, con olor a vi?as y huertos, a los cultivos que siguen dando prosperidad y vida a la comarca.El delgado r¨ªo Queiles divide promontorio y llano, y a la poblaci¨®n en dos partes desiguales. Arriba, el casco m¨¢s primitivo, el guardado secularmente por murallas, anunciado desde lejos por la espl¨¦ndida, gigantesca torre mud¨¦jar de la Magdalena, de calles en cuesta, arcos medievales, casas colgando sobre el vac¨ªo y el remate de ese barrio que es el Cinto. Abajo, la catedral, el monumento m¨¢s notable de la muy notable Tarazona con su torre tambi¨¦n en ladrillo, calles m¨¢s anchas, y la sorpresa de la antigua plaza de toros convertida hoy en viviendas circulares de fachadas a?iles, blancas y verdes suaves en tomo al redondo patio que fue en tiempos la arena. Fue poblado ibero y ciudad romana, pero es a la Edad Media, al papel que jug¨® no s¨®lo en la reconquista sino en las luchas entre los reinos cristianos, a lo que debe su actual imagen monumental.
Una lista imprescindible de los lugares a visitar comenzar¨ªa por la ya citada catedral, iniciada por la cabecera en el siglo XII y finalizada en el XVI con la portada y las partes superiores de la torre. Su exterior es uno de los m¨¢s completos ejemplos de la aplicaci¨®n de la t¨¦cnica mud¨¦jar a trav¨¦s de las distintas ¨¦pocas y estilos. Su interior es grandioso. Entre las muchas capillas, sepulcros y retablos a contemplar, una de excepci¨®n: la de los Cardenales, en la girola, con un importante retablo g¨®tico de la escuela de Avi?¨®n. En la misma parte baja de la ciudad, el convento de San Francisco, cuya fundaci¨®n la tradici¨®n atribuye al mism¨ªsimo santo de As¨ªs, de interior muy reformado. En la Tarazona alta, la iglesia de la Magdalena, otra espl¨¦ndida obra en ladrillo, con un precioso retablo manierista; la nave de la izquierda, cuidadosamente restaurada, muestra la estructura t¨ªpica -arcos apuntados, artesonado de madera- de este tipo de iglesias mud¨¦jares. Justo al lado, el palacio arzobispal, levantado en el lugar exacto donde estuvo el castillo moro, materialmente colgado sobre el abismo. Ya cuesta abajo, el Ayuntamiento, una obra del siglo XVI excesivamente restaurada que conserva en su fachada un buen friso representando la entrada de Carlos V en Bolonia. Y tres chocantes esculturas de los tres h¨¦roes m¨ªticos del vecino Moncayo.
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