El regreso a casa del hermano pr¨®digo
La vuelta a Damasco de Rifaat el Asad reabre la guerra por la sucesi¨®n en Siria iniciada en noviembre de 1983, tras el primer infarto de coraz¨®n padecido por el presidente Hafez el Asad, la guerra de sucesi¨®n en Damasco carecer¨ªa de importancia si no fuese porque, como afirm¨® esta semana en la capital siria el jefe del Estado franc¨¦s, Fran?ois Mitterrand, "la paz en Oriente Pr¨®ximo pasa por Siria". Asociado predilecto de la Uni¨®n Sovi¨¦tica en la regi¨®n, el r¨¦gimen baazista podr¨ªa, no obstante revisar susalianzas si estuviese alg¨²n d¨ªa gobernado por el turbulento hermano del actual -presidente, cuyo regreso hace una semana a su pa¨ªs, tras larga ausencia, parece indicar que vuelve a ser el delf¨ªn.
Los agentes de la seguridad francesa que hab¨ªan precedido al presidente Fran?ois Mitterrand en su visita a Damasco fueron despertados la madrugada del lunes por disparos de metralleta y balas de rastreo, y m¨¢s de uno se pregunt¨® si era oportuno que el jefe del Estado galo iniciase ese mismo d¨ªa un viaje oficial a "un pa¨ªs tan inseguro".Tanto la avanzadilla de la escolta presidencial como los mismos habitantes de la capital ignoraban entonces que esa ensalada de tiros era s¨®lo un episodio m¨¢s de la interminable lucha por la sucesi¨®n del jefe de Estado sirio, Hafez el Asad, a la que aspira ante todo su hermano menor, Rifaat.
El menor de los Asad acababa de regresar a su patria esa misma noche tras seis meses de exilio dorado en Suiza y Francia y era acogido por sus partidarios con ruidosas muestras de alegr¨ªa y la colocaci¨®n de su fotograf¨ªa sobre los parabrisas de muchos coches. A escasos metros, sin embargo, otros, uniformados con gorros rojos, pertenecientes a la polic¨ªa militar del Ej¨¦rcito, arrancaban ante los estupefactos conductores esos mismos carteles, demostrando con su gesto la hostilidad de las fuerzas armadas hacia uno de los tres vicepresidentes de la Rep¨²blica, encargado en noviembre por su hermano de las c uestiones de seguridad.
La rivalidad entre Rifaat,y los altos mandos del Ej¨¦rcito surgi¨® a la luz del d¨ªa con el primero de los ataques cardiacos padecidos en noviembre del a?o pasado por su hermano, el presidente. Entonces se desat¨® una aut¨¦ntica carrera hacia el poder.
Desde su puesto de jefe de las temibles Brigadas de Defensa (Surayat al Difaa) -entonces a¨²n un aut¨¦ntico ej¨¦rcito paralelo con 50.000 hombres bien armados que se ilustraron causando la muerte de m¨¢s de 20.000 civiles duran te la represi¨®n de la revuelta de Hama-, Rifaat multiplic¨® las iniciativas para que nadie le arrebatase un cargo tan codiciado.
En sus conversaciones de la primavera con diplom¨¢ticos esboz¨® incluso los rasgos de su futura pol¨ªtica: m¨¢s liberal desde un punto de vista econ¨®mico, m¨¢s prooccidental en sus relaciones con el exterior -actualmente, 7.000 consejeros militares sovi¨¦ticos se encuentran en Siria- y menos ambiciolsa a nivel regional, renunciando a parte de su presencia militar en L¨ªbano y a controlar la resistencia palestina, cuyo l¨ªder, Yasir Arafat, es su amigo personal.
El 'clan de los Al¨ª'
Frente a Rifaat y sus ambiciones, el llamado clan de los Ali, compuesto por Al¨ª Haydar, comandante de las fuerzas militares especiales; Al¨ª Duba, encargado de los servicios secretos del Ej¨¦rcito y sus aliados, como Hikinat Chahabi, jefe de Estado Mayor, o Chafic Fayad, que manda la poderosa tercera divisi¨®n blindada.
Convencidos de que el acceso al poder del peque?o Asad significar¨ªa en el mejor de los casos el final de su carrera castrense, estos oficiales de alto rango, pertenecientes casi todos a la misma comunidad confesional minoritaria que el presidente y su hermano, se movilizaron para impedir que el ardiente deseo de Rifaat fuera realidad.
Desde la gran ciudad septentrional de Alepo hasta los suburbios de la capital, los unos y los otros hicieron alarde de fuerza desplegando a sus tropas en las calles, reventando con sus carros de combate el pavimento, y para que la demostraci¨®n fuese a¨²n m¨¢s convincente, no dudaron en repatriar a algunas unidades destacadas en el vecino L¨ªbano.
Pero si "se ense?an mutuamente los dientes", seg¨²n laexpresi¨®n de un diplom¨¢tico acreditado en Siria, "nunca llegar¨¢n a utilizarlos para morder al adversario". La sangre no lleg¨® al r¨ªo, si se except¨²an algunos incidentes aislados, como el choque armado que tuvo lugar la pasada primavera en el puerto norte?o de Lataquia.
Molesto por haber sido enterrado antes de tiempo, disgustado por la provocadora precipitaci¨®n con la que actu¨® su hermano, preocupado por la tensi¨®n palpable que se refleja en la calle, Hafez el Asad elabor¨®, cuando concluy¨® su recuperaci¨®n esa misma primavera, un plan para zanjar el conflicto sin que hubiese, aparentemente, ni vencedores ni vencidos.
Para que no cupiesen dudas sobre su imparcialidad, el primero en ser castigado fue su propio hermano, al que empez¨® por privar de su juguete predilecto, las brigadas, destituy¨¦ndole del mando y reduciendo sus efectivos a la tercera parte.
Al t¨¦rmino de un viaje a Mosc¨², en mayo, Hafez impuso a Rifaat su segunda sanci¨®n, oblig¨¢ndole a exiliarse en Suiza y en Francia, mientras el ministro de Defensa, general Tlass, explicaba a la Prensa alemana que el menor de los Asad es "persona nograta" en su propio pa¨ªs y que "si no se hubiese marchado, el Ej¨¦rcito le habr¨ªa golpeado. Aqu¨ª", concluy¨®, "al que dice no al presidente se le corta la cabeza".
Mientras, circunscribe las actividades de la influyente asociaci¨®n de posgraduados, fundada por el hermanito al acabar su doctorado de Ciencias Pol¨ªticas en Mosc¨²
M¨¢s tarde, Hafez asest¨® sus primeros golpes a los enemigos de Rifaat, desterrando, por ejemplo, a Bulgaria a Fayad y Haydar y conservando a otros formalmente en sus puestos pero reduciendo sus atribuciones.
Tras el arbitraje del presidente, la partida entre Rifaat y los oficiales alau¨ªes -escisi¨®n del sh¨ªismo musulm¨¢n cuyos adeptos controlan los resortes del poder en Siria- ha "quedado en tablas, aunque Hafez acabara m¨¢s tarde favoreciendo a su hermano porque no en balde la sangre tira", sostiene un miembro de la oposici¨®n siria que prefiere permanecer en el anonimato.
Con su s¨¦quito de 200 personas instalado en los mejores hoteles de Ginebra, su veintena de guardaes-
El regreso a casa del hermano pr¨®digo
paldas femeninas montando guardia detr¨¢s de los muros de su chal¨¦ de Anieres, al borde del lago Leman, Rifaat, a sus 47 a?os, daba la nota en Suiza, hasta el punto de que las autoridades de la Confederaci¨®n Helv¨¦tica no le renovaron su visado a partir de septiembre.Siempre para seguir oficialmente un tratamiento m¨¦dico el hermano proscrito emigr¨® entonces a un suburbio residencial de Par¨ªs.
All¨ª, Rifiaat est¨¢ sentimentalmente acompa?ado, aunque no pod¨ªa, como en Damasco, dedicarse a uno de sus deportes favoritos: la caza de mujeres atractivas. Estos excesos, como sus peleas con un militar de alto rango para conquistar a una bella norteamericana que bailaba la danza del vientre en un lujoso hotel de la capital o sus maniobras para que fuese otorgado un diploma de oftalmolog¨ªa a una de sus ex amantes suspendida en la facultad de Medicina, han sido siempre desaprobadas por su hemano mayor.
En m¨¢s de una ocasi¨®n el primog¨¦nito de los Asad ha reprochado a su hermano menor comportarse como "el cabecilla alocado de una banda en vez de actuar con la serenidad requerida de un futuro jefe de Estado", cargo que, en el fondo, espera que herede tras su fallecimiento y para el que ha empezado a prepararle despoj¨¢ndole de aquellos instrumentos, como las brigadas, que irritaban a los militares y le hac¨ªan pasar por un cacique local.
Ahora que los centros de poder que le eran hostiles han sido desmontados, Rifaat regresa al pa¨ªs militarmente debilitado con una guardia personal de 3.000 hombres, mientras su yerno, Muin Nasif, dirige las brigadas, compuestas por s¨®lo 15.000 soldados que se incorporar¨¢n en breve al Ej¨¦rcito regular.
Con la protecci¨®n de Hafez
Si militarmente Rifaat y sus adversarios han quedado empatados, pol¨ªticamente, el menor de los Asad vuelve bajo la protecci¨®n de su hermano, cuya autoridad nadie pone en tela de juicio y que, seg¨²n se rumorea en Damasco, podr¨ªa promocionarle a un alto cargo del partido Baaz, en el poder desde 1966, cuando se celebre su congreso a mediados de este mes. Desde ese cargo-trampol¨ªn Rifaat puede, con la ayuda de Hafez, ir asentando paulatinamente su poder y conseguir una mayor aceptaci¨®n por la c¨²pula militar hasta dar el salto a la presidencia.
?Es ¨¦se el objetivo del presidente que desde hace 14 a?os rige los destinos de Siria? "Nadie, ni siquiera Al¨¢", se afirma en los c¨ªrculos del poder en Damasco, "conoce las intenciones del presidente".
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