El jefe de la oposici¨®n conservadora, vencedor moral de las elecciones en Australia
El jefe de la oposici¨®n liberal, Andrew Peacock, aparece como vencedor moral de las elecciones generales celebradas el pasado s¨¢bado en Australia, y ya se ve como primer ministro dentro de tres a?os. A pesar de tener todos los pron¨®sticos en su contra, Peacock ha reducido la distancia que le separaba del Gobierno laborista, cuyo primer ministro, Don Hawke, fue reelegido para un segundo mandato por un margen sorprendentemente estrecho.Lo cierto es que Peacock podr¨ªa no estar equivocado en sus expectativas. Si los laboristas no han utilizado este momento en el que ten¨ªan todo a su favor para incrementar su mayor¨ªa y han perdido entre 10 y 15 esca?os -los resultados definitivos tardar¨¢n a¨²n varios d¨ªas en conocerse, debido a las complejidades t¨¦cnicas del sistema-, la opini¨®n p¨²blica se pregunta si los laboristas tienen posibilidades de una experiencia prolongada en el poder.
Todos los analistas coincid¨ªan con anterioridad a los comicios en conceder ventaja a los laboristas. El primer ministro m¨¢s popular en la historia del pa¨ªs se enfrentaba al l¨ªder de la oposici¨®n peor visto por el electorado. La econom¨ªa parec¨ªa reactivada, despu¨¦s de que el Gobierno laborista subiera al poder en medio de la recesi¨®n m¨¢s profunda desde los a?os treinta. Los laboristas contaban no s¨®lo con el apoyo de los sindicatos, sino tambi¨¦n con el de los empresarios, m¨¢s que contentos por su pol¨ªtica econ¨®mica, y del de casi todos los medios de comunicaci¨®n. La coalici¨®n conservadora aparec¨ªa desunida, con declaraciones y promesas contradictorias entre los l¨ªderes de sus dos partidos, el Liberal y el Nacional Agrario; y, por si todo esto fuera poco, la tradici¨®n indicaba que en Australia los Gobiernos suelen consolidar su posici¨®n en las primeras elecciones.
En principio, todo parec¨ªa f¨¢cil para los laboristas, m¨¢xime cuando el primer ministro hab¨ªa protagonizado un giro a la derecha que podr¨ªa haber dejado a sus oponentes conservadores sin espacio pol¨ªtico alguno. Pues bien, los liberales giraron a la derecha, se opusieron a la introducci¨®n de un l¨ªmite m¨¢ximo de riqueza para la concesi¨®n de la pensi¨®n de vejez y tambi¨¦n a los planes de reforma fiscal del Gobierno, haciendo o¨ªdos sordos al compromiso del primer ministro de no aumentar la presi¨®n fiscal. Y estos dos temas no causaron la ca¨ªda del Gobierno, pero s¨ª redujeron su mayor¨ªa cuando todos estaban convencidos de que pod¨ªa incluso doblarla.
La ¨²nica satisfacci¨®n de Bob Hawke -aparte de la de seguir en el poder otros tres a?os- fue la de ver c¨®mo el Partido por el Desarme Nuclear (PDN) se quedar¨¢ probablemente sin entrar en el Senado. El primer candidato de este grupo, el cantante de rock Peter Garrett, ha sacado m¨¢s votos que sus oponentes, pero su esca?o ir¨¢ a uno de ¨¦stos, por el juego de las llamadas preferencias. En Australia, cada votante debe identificar su orden de prioridad entre todos los candidatos, y los laboristas aconsejaron a sus seguidores dar sus preferencias primero a los liberales y a todos los otros candidatos, dejando a los antinucleares en ¨²ltimo lugar.
Esta t¨¢ctica parece haber dado sus frutos -los resultados definitivos para el Senado tardar¨¢n tambi¨¦n varios d¨ªas-, y el PDN no entrar¨¢ en el Parlamento. Sin embargo, con un voto superior al 10% en al menos los dos Estados m¨¢s poblados, los antinucleares han dado una seria advertencia al Gobierno, adem¨¢s de haber logrado su objetivo de imponer el debate nuclear durante la campa?a.
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