Por una antolog¨ªa del padre Llanos

Hace algunos meses que no hablo con el padre Llanos. Tambi¨¦n he dejado de recibir sus ¨²ltimas y singulares cartas dirigidas a su "centenar de amigos". Yo era uno de ellos, el primero por orden alfab¨¦tico y, por supuesto, no el m¨¢s importante, al lado de nombres como los de Leopoldo Calvo Sotelo, Marcelino Camacho, Miguel Delibes, La¨ªn Entralgo, P. Manuel Olleros, Joaqu¨ªn Ruiz-Gim¨¦nez...Traigo esto a colaci¨®n porque parece ser que el padre Llanos ha tirado la toalla. Es decir, en su caso, la pluma que hace tiempo hab¨ªa perdido un poco de fuerza, esa fuerza que tuvo cuando el Pozo no le hab¨ªa marcado tanto todav¨ªa. Porque, aunque ¨¦l abomine ahora de los a?os cuarenta y cincuenta, durante esas d¨¦cadas vivi¨® su m¨¢s encoraginada misi¨®n espiritual al lado de unos universitarios que ¨¦l quer¨ªa que fuesen cristianos de primera fila en la batalla por un mundo mejor. Luego vinieron los tiempos del Pozo del T¨ªo Raimundo.

Y junto al testimonio de vida, el mensaje cristiano derramado en miles de art¨ªculos. Primero en aquel Arriba de los a?os cincuenta y en las revistas universitarias. Luego en El Ciervo, Signo, Vida Nueva, Ya... Hasta el arribo de su pluma a publicaciones como Mundo Obrero, que yo no le echo en cara. ?Faltar¨ªa m¨¢s! El padre Llanos sabe por qu¨¦ lo hizo, y s¨®lo Dios est¨¢ en el secreto de los corazones. A esta hora de la retirada del padre Llanos me permito proponer desde aqu¨ª la selecci¨®n y publicaci¨®n de los mejores trabajos de este jesuita singular en un libro que podr¨ªa ir prologado por algunos de sus "cien amigos", por ejemplo, personas tan distintas dentro de la situaci¨®n actual de Espa?a como Joaqu¨ªn Ruiz-Gim¨¦nez, Blas Pi?ar y Francisco Umbral, los tres unidos en la amistad de este cura.-