La marat¨®n de Lisboa
En los n¨²meros de su diario correspondientes a los d¨ªas 4 y 16 del presente mes aparecieron sendas brev¨ªsimas notas de agencia concernientes a la I Marat¨®n Internacional de Lisboa, disputada el pasado d¨ªa 3. En la primera de ellas se daba noticia de los resultados de la prueba (tiempos y nombres de los primeros clasificados); en la segunda, se informaba de la invalidaci¨®n de las marcas tras una nueva medici¨®n del recorrido, tr¨¢mite este de forzoso cumplimiento tras la consecuci¨®n, como era el caso.Quisiera con esta carta contribuir a aclarar lo ocurrido en la citada prueba, ya que, al parecer, la secci¨®n deportiva de su peri¨®dico no dispone del espacio o los medios necesarios para hacerlo, ocupada por cuestiones indudablemente m¨¢s importante como, por ejemplo, los apasionantes proleg¨®menos de la Liga Nacional de F¨²tbol. Paso, pues, a enumerar algunas de las irregularidades que se pudieron observar en el desarrollo de la carrera:
1. El perfil del recorrido que se nos facilit¨® al formalizar la inscripci¨®n no estaba suficientemente matizado, ocult¨¢ndose as¨ª la aut¨¦ntica sinuosidad del mismo.
2. Minutos antes de darse la salida ni siquiera se conoc¨ªa la ubicaci¨®n exacta de ¨¦sta, al no existir la pancarta de rigor o cualquier otro tipo suficiente de se?alizaci¨®n.
3. Una vez en marcha la carrera, los corredores pudimos comprobar la inexistencia de se?alizaci¨®n del recorrido, as¨ª como la total imprecisi¨®n en la situaci¨®n de los hitos que, obligatoriamente, deben estar presentes cada cinco kil¨®metros. Cabe se?alar como dato suficientemente ilustrativo del superrealismo organizativo de la marat¨®n lisboeta que el kil¨®metro n¨²mero 30 estaba anunciado dos veces, distando entre uno y otro al menos dos kil¨®metros.
4. El vital aprovisionamiento de agua cada cinco kil¨®metros apenas si era suficiente para cubrir las necesidades de los 200 primeros corredores; algo verdaderamente injustificable cuando exist¨ªan (considerando la marat¨®n y la media marat¨®n, pues ambas se disputaron al tiempo), aproximadamente, 2.000 inscritos. Es necesario aclarar en este punto que la no ingesti¨®n de agua de forma regular en este tipo de pruebas puede acarrearle al corredor graves consecuencias.
5. La detenci¨®n del tr¨¢fico de autom¨®viles se produjo de nuevo de manera suficientemente efectiva s¨®lo para los corredores m¨¢s adelantados.
6. Una vez finalizada la carrera, el centro de datos y resultados, situado en un sal¨®n del c¨¦ntrico hotel Mundial, permaneci¨® firmemente vedado a los corredores, siendo admitidos solamente directivos y dem¨¢s miembros de la jet deportiva.
Ser¨¢ necesario aclarar a la deplorable organizaci¨®n de la marat¨®n de Lisboa que las condiciones m¨ªnimas son de cumplimiento imprescindible para todos los corredores y no s¨®lo para la primera veintena, en la que se encuentran los participantes de mejor nivel; incluso, desde nuestra experiencia de corredores habituales de carreras populares, habr¨ªa que destacar que son precisamente los corredores que se clasifican en una marat¨®n cualquiera a partir de las tres horas aquellos que precisan de mayor apoyo de la organizaci¨®n y, aunque ello sea otra cuesti¨®n diferente, del p¨²blico. Es, pues, intolerable que estas personas, como incre¨ªblemente ocurri¨® en Lisboa, tengan que unir a su lucha personal contra la fatiga la preocupaci¨®n por averiguar, casi en cada cruce de calles, por d¨®nde continuar corriendo, o la de sortear el tr¨¢fico de autom¨®viles, poniendo en evidente peligro su integridad f¨ªsica.
Todo lo expuesto constituye un p¨¢lido reflejo de lo que los corredores sufrimos y sentimos en Lisboa. Quiz¨¢ la lamentable comisi¨®n organizadora, con su deslucid¨ªsimo campe¨®n ol¨ªmpico al frente, no merezca la oportunidad de volver a probar fortuna el pr¨®ximo a?o. Para ello ser¨¢ condici¨®n necesaria que publicaciones como la suya se hagan eco de toda la realidad y no se limiten a la publicaci¨®n de breves rese?as de agencia, despreciando as¨ª los padecimientos de la casi totalidad y aludiendo solamente a los logros de los mejores; figuras en las que, como parece haber querido demostrar Carlos Lopes, no siempre aparecen juntas la gloria deportiva y la calidad humana.- y N. J. Ballesteros.
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