Agatha Ruiz de la Prada
Fiesta de arlequines, comics y modelos all¨¢ por el barrio de ¨®pera, entre el dram¨®n de Larra y el recuerdo reciente de las colas para ver -m¨¢s que para o¨ªr- a Bernstein. Agatha Ruiz de la Prada, sobrina de Senillosa, ni?a entre Madrid y Barcelona, viene hacia m¨ª. Pelo corto, como revuelto por la mano del amor, mascarita de cal rosa, p¨¢lida, como un dulce y fin¨ªsimo enyesado que le deja libres los ojos sin pintar, que blanquea sus abultados labios de colegiala perversa. Piedras y plumas rojas al cuello. Un traje rojo dise?ado por ella. Medias cardenalicias y zapatos como de piel de serpiente.-Por fin has venido, Umbral. ?C¨®mo tengo que llamarte, cuando te busco: Umbral, Paco, Francisco...?
-T¨² me llamas como te d¨¦ la gana, amor.
Ni?a firme, ni?a fija, ni?a insistente, como el instinto catal¨¢n/fenicio de los negocios y la paradoja madrile?o/passada de la conversaci¨®n. Tiene veintitantos a?os, ya se ha dicho, un padre con la mejor colecci¨®n de pintura de Espa?a y cinco Agathas en la familia.
-S¨ª, en casa hay una foto con cinco Agathas que me han precedido en el nombre, cinco mujeres de la familia. Hay que joderse.
-Esa hache, ?es un lujo de tu nombre? La piedra ¨¢gata se escribe sin hache.
-Esa hache es una cursilada, pero ya no puedo quit¨¢rmela de encima. La primera vez que escrib¨ª mi nombre, ya me ense?aron a escribirlo con hache. En cuanto al apellido, tampoco iba a llamarme Agatha Ruiz. Ya comprender¨¢s que no sonaba. Desde peque?a me tom¨¦ el traje y el dise?o como trabajo, nunca como juego. Ahora me parece que estoy a punto de llegar. Presiento la pasta en torno, pero la pasta a¨²n no ha llegado. Me profesionalic¨¦ en el 81. Aparte de otras personas, tengo dos hermanas en el negocio. Ah¨ª las tienes. Son cojonudas.
Las tres se han maquillado de lo mismo. Una de ellas tiene una belleza ¨¢rabe que me gusta mucho. Agatha se ha inventado ese enjalbegado del rostro, tenue y mortuorio, l¨ªrico, f¨²nebre y alegre. Alegremente f¨²nebre. Sus ojos de ni?a lista me miran por encima de la m¨¢scara.
-Tienes hoy la risa triste, Agatha.
-S¨ª, estas fiestas me ponen triste. Prefiero estar en el taller trabajando. Trabajo todo el d¨ªa. Dibujo todo el d¨ªa. Y hago otra gran parte del trabajo. Por ejemplo, me voy en moto a comprar un bot¨®n.
-?Buscas la perfecci¨®n o el triunfo?
-El triunfo, naturalmente. El triunfo, co?o.
Por momentos es como un Oscar Wilde femenino, casi adolescente, parad¨®jico y adorable. Sigue fumando Lucky, un cigarrillo tras otro. "Fumo mucho cuando estoy nerviosa, como ahora. Nerviosa por la fiesta y porque has venido. En el trabajo no fumo nada". Fuma con manos delicadas de escolanda impura, u?as muy rapadas, dedos largos y casi infantiles. Una herida interior o un ceceo del alma se manifiesta/oculta en su sonrisa.
-?Eres la dise?adora de la movida?
-Amo la movida, pero aspiro a llegar m¨¢s lejos.
-?Das con tu moda una mujer nueva?
-Doy una mujer m¨¢s sexy.
El camarero trae vino y, luego, incoherentemente, trae champ¨¢n. Amo las medias cardenalicias de Agatha, que suele aparecer, sombra p¨¢lida, en las presentaciones de mis libros. En torno est¨¢n, en los anaqueles, sus dibujos, sus dise?os, sus bocetos.
Hay un modelo para novia con el ramo en el bolsillo y unas se?oritas con cabeza marciana y vestidas de caseta de ba?os de playa portuguesa. "Me gustaron mucho aquellas casetas, en Portugal". La conozco como chica corriente y amo, ahora, la gala rosa y roja, la m¨¢scara de cal griega, todo lo que se ha puesto para la fiesta. Agatha dibuja muy bien. La gente nos interrumpe de continuo. Vienen a saludar a Agatha, a besar a Agatha, a tocar a Agatha. El pasota con sombrero de ala ca¨ªda, el hombre serio que le da dos besos secos, la marquesona rubia, el anarco literario, el que tiene mucha pluma, los fot¨®grafos que la quieren retratar.
-?C¨®mo empezaste?
-Sin un duro. Y sigo sin un duro. Pero me va de puta madre.
-Los ricos o los pobres.
-Se gana mucho m¨¢s con los pobres.
-La moda, hoy, es joven. No ten¨¦is nada para cumplidos caballeros como yo...
-Ven a mi tienda y encontrar¨¢s de todo. Esta camisa que llevas, por ejemplo, es un acierto en rojo, Umbral.
-?Eres solitaria o mundana?
-Soy muy mundana, pero estoy siempre sola, trabajando, o rodeada de la gente que trabaja conmigo.
Otro Lucky, otro vino, otro champ¨¢n. List¨ªsima ni?a que va a lo suyo y, de paso, hace frases.
-?Los hombres siguen pagando la moda que compran las mujeres?
-S¨ª, y eso, que antes me parec¨ªa despreciable, ahora lo encuentro encantador. Los hombres, que paguen, pero que no opinen. El opinar, por el hecho de haber pagado, me parece un abuso. Tambi¨¦n tendr¨ªa huevos.
-?Se entera el hombre de lo que lleva la mujer?
-Yo creo que mucho. ?T¨² crees que no, Paco?
-Yo creo que el hombre va al bulto, que no se entera mucho.
-No s¨¦. Pero te dir¨¦ una cosa te confesar¨¦ que lo que a m¨ª me fascina es la gente mal vestida Un chico o una chica vestidos de cualquier manera. Mal. Eso es fabuloso, s¨ª.
-Quiere decirse que te inspiras en la calle. La moda nace en la calle.
-La moda no es sino lo que da la calle, estilizado por una persona. Por un creador. Ni siquiera es la gente la que crea. Es el tiempo, la ¨¦poca. Eso hay que saber verlo. A m¨ª me dicen que hay que viajar m¨¢s. No me gusta viajar. Voy mucho a Mil¨¢n, claro. All¨ª me hacen la ropa, digamos, cara. He estado en Nueva York. Pero si vas a Nueva York con Spantax, no ves nada. Vale m¨¢s quedarse en casa leyendo un libro. La pinacoteca de mi padre. Yo veo ya la pintura como ropa. He tomado mucho de la ropa de los pintores. La colecci¨®n cara me la hacen en Mil¨¢n y la colecci¨®n barata me la hacen en Espa ha. Ahora estoy tratando de que todo me lo hagan en Mil¨¢n.
-Los colores.
-Ya ves que todo lo siento en color, me expreso en colores.
-Lo unisex.
-Hoy se tiende, en la moda y en todo, a la ambig¨¹edad. Y me parece que eso es fecundo para la creaci¨®n. Antes te dec¨ªa que quiero hacer a la mujer m¨¢s sexy Esto, joder, as¨ª dicho, parece una parida. Pero yo s¨¦ lo que quiero, aunque ya te digo que lo fascinante, y comprendo a los t¨ªos co?o, es una chica mal vestida. La gran moda est¨¢ hecha por homosexuales que necesitan crear un conjunto maravilloso, un alarde de tela y tacones rojos donde desaparezca la mujer. Ellos se enamoran de la ropa.
-?Que has tomado de los cl¨¢sicos de la alta costura?
-La alta costura ya no existe. Pero a m¨ª me enloquec¨ªa, de ni?a, claro, me alucinaba. SaintLaurent y otros me siguen interesando mucho.
-?Hab¨¦is democratizado la moda?
-S¨ª. Pero yo no quiero quedarme en elitista por el otro lado, joder. En dise?adora para pasotas, liberadas y as¨ª. Ha habido que liberar la moda de las minor¨ªas millonarias y de las minor¨ªas/minor¨ªas, intelectuales o lo que sea. La minor¨ªa te enriquece o te da por el culo.
Muchachas rosa, dise?os locos, m¨¢scaras griegas y vino tinto, champ¨¢n y mujeres/hombres, libros de Jorge Herralde y pasotas de sesenta y cinco a?os, con gafas gruesas y corbatita estrecha. "Me cansa la vida social, Paco, aunque soy tan sociable. O me cansa la sociedad por ser tan sociable".
Agatha habla m¨¢s, con el champ¨¢n y el Lucky, pero, por sobre la mascarita de cal apenas rosa, me miran sus ojos serios de ni?a firme y triste. "Vistes a las mujeres de colores y, luego, t¨² vas por la vida como una sombra blanca, como una rosa p¨¢lida". "Jam¨¢s har¨ªa una moda en blanco y negro, co?o, te lo prometo. Pero yo no me visto de m¨ª misma. No quiero ser mi propio anuncio".
-?Dices que te va bien?
-Me va de puta madre. Y eso que vendo barato.
-?Es malo vender barato?
-A la gente le humilla pagar poco. Tengo que subir los precios. Nadie te compra nada por cinco mil pesetas. Les da como verg¨¹enza. Es una humillaci¨®n, yo lo comprendo, jode mucho.
Y segu¨ªa la fiesta y ol¨ªa a juventud bajo la lluvia -llueve afuera-, y Agatha se cog¨ªa la bufanda de plumas rojo tenue con una mano ni?a, perfumada todav¨ªa de pupitre, aunque hace pocos a?os que cambi¨® el pupitre por la mesa, tambi¨¦n en rampa, de dise?adora.
-?Inventar¨ªas alguna ropa para m¨ª, Agatha?
-Claro que s¨ª. Tenemos muchas cosas para t¨ª.
-?Crees que una nueva moda puede crear una mujer nueva?
-La mujer nueva ya est¨¢ creada, se crea sola. La moda tiene que adaptarse a ese nuevo tipo de mujer.
-?La moda nace de una cabeza o de un equipo?
-De una cabeza, siempre.
-La invenci¨®n constante o una l¨ªnea fija y cl¨¢sica.
-Una es personal en todo lo que inventa, me parece, joder, no s¨¦, hay que variar sin perder el estilo, la personalidad.
Agatha Ruiz de la Prada, chica triste y en la sombra, laboriosa casi como una costurera de anta?o, me suele enviar llamadas, cartas, cosas. Nuestra amistad es postal.
Tiene un nombre que suena a chica bian. Ama a Picasso y a Matisse. Algo hay de ambos en sus raudos figurines. La ni?a interior se ha disfrazado hoy de asc¨¦tico arlequ¨ªn que fuma antiguo. Agatha ha vestido a la generaci¨®n pegamoide, pero quiere triunfar a tope. Quiere poder y dinero. "Lo bueno y lo malo de Madrid es que, en esto, no tengo competencia".
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