En ese momento llega el rayo
, Guelbenzu habla con mucha seguridad de su estilo, y quien le viera caminando por la calle, esquivando el saludo castellano y ampuloso, creer¨ªa que el escritor ser¨ªa m¨¢s dubitativo en este extremo. No lo es: "Llega el momento en que el novelista llega a la madurez suficiente como para sacar al lenguaje el partido que quiera". En su literatura hay una tensi¨®n que se mantiene, y que es la que contribuye a pensar que Guelbenzu hace su propio retrato. "Ocurre que yo defino sentimientos. Mi teor¨ªa es la del almac¨¦n de memorias. Un creador va almacenando toda clase de sensaciones en su memoria, y cuan do necesita una determinada pide a la memoria y ¨¦sta le env¨ªa el clima que precisa. No es un almac¨¦n ordenado, sino magm¨¢tico, y cuando el clima te llega a la punta de los dedos ah¨ª est¨¢ el lenguaje preparado para transmitirlo y ah¨ª est¨¢ el esfuerzo del escritor".
?Qu¨¦ le pone a escribir?. "Me pone a escribir una idea po¨¦tica. T¨² tienes una concepci¨®n del mundo y del ser humano dentro del mundo, y hay un momento en que surge lo que yo llamo una idea po¨¦tica que es capaz de asu mir esa concepci¨®n: es cuando te alcanza el rayo, y empiezas a estudiar el modo de convertirlo en literatura".
Llegar a los 40 a?os. "Para m¨ª es una sensaci¨®n de seguridad, de firmeza. Yo tambi¨¦n he tenido un sentido de la vida como algo que se va construyendo, y hasta te dir¨ªa que me ha hecho especial ilusi¨®n llegar a los 40 a?os, una edad de la que ten¨ªa una imagen muy optimista desde hace mucho tiempo. Espero sentirme a¨²n mejor cuando sea mucho mayor. Siempre he tenido admiraci¨®n preferente por personas de mucha edad dotadas de una buena cabeza. El s¨ªmbolo de esa adoraci¨®n personal podr¨ªa ser Russell, aquella venerable cabeza".
Le¨®n, el personaje de El esperado, es un hombre al que le asalta el miedo, un hijo del siglo al que le aterra la noche. Gracias a los 40 a?os, parece ser, Guelbenzu no se parece nada a su personaje de ficci¨®n, y s¨®lo tiene los miedos solemnes, los naturales. "En un siglo tan desdichado como ¨¦ste, que es el m¨¢s feroz de la humanidad, el miedo a la violencia en todas sus formas es el m¨¢s aterrador; quiz¨¢ sea ese el ¨²nico miedo que tengo, porque al no tener miedo de m¨ª mismo me quito muchos temores".
As¨ª que el autor de El esperado se mira al espejo y no vuelve la cabeza. "Yo creo que lo que s¨ª he desarrollado es un sistema de vasos comunicantes que me permiten estar en una situaci¨®n de armon¨ªa, con lo cual creo que soy m¨¢s equilibrado que t¨ªmido". La fama le ha atribuido lo segundo. ?l se viste -de marr¨®n claro, so briamente- como para ser la s¨ªntesis de su propia definici¨®n. Le falta el paraguas ingl¨¦s.
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