Un movimiento democr¨¢tico
EL LLAMAMIENTO a la huelga general, suscrito por los representantes de alumnos en los claustros constituyentes de 21 universidades, tuvo ayer una masiva respuesta estudiantil, con la excepci¨®n de Galicia y el Pa¨ªs Vasco, donde la protesta -que marcha por peligrosos derroteros agresivos- no se sinti¨® reflejada en la convocatoria. El tono pac¨ªfico de la demostraci¨®n qued¨® alterado por algunos brotes aislados de violencia, a cargo de provocadores de ultraderecha, y por la respuesta en ocasiones desproporcionada de las fuerzas de orden p¨²blico. Este paro acad¨¦mico pudiera ser tal vez un primer paso hacia el relanzamiento del movimiento estudiantil democr¨¢tico, ausente de la vida p¨²blica casi desde los comienzos de la transici¨®n.La huelga de ayer se dirig¨ªa contra la pol¨ªtica socialista de tasas acad¨¦micas, becas estudiantiles e inversiones en la Universidad. La protesta por el dinero que los alumnos -o sus familias- tienen que pagar para matricularse en una universidad estatal remite a una discusi¨®n m¨¢s general acerca de los criterios de financiaci¨®n de la ense?anza superior. Aunque los mandatos constitucionales limiten la gratuidad de la ense?anza a los niveles b¨¢sicos y aunque las tasas pagadas por los estudiantes apenas cubran una cuarta parte del coste de una plaza universitaria, la reivindicaci¨®n de que el Estado -es decir, los contribuyentes- sea la fuente exclusiva de financiaci¨®n de la ense?anza superior viene de lejos y es defendida por los alumnos de todos los pa¨ªses. El litigio debe ser puesto en relaci¨®n con los sistemas de becas y con las inversiones p¨²blicas globales en el sector universitario, que corren con los gastos de infraestructura y con la mejor¨ªa y modernizaci¨®n de la educaci¨®n superior.
En otros pa¨ªses europeos, las aportaciones de la Administraci¨®n a la ense?anza superior no s¨®lo minimizan los pagos de matriculaci¨®n de los alumnos sino que, adem¨¢s, asignan un porcentaje mucho mayor de los presupuestos estatales y del producto interior bruto a las instalaciones docentes (desde los edificios hasta las bibliotecas, pasando por los laboratorios), al pago del profesorado y a las ayudas a los estudiantes de bajas rentas.
El aspecto m¨¢s preocupante de los planteamientos socialistas es la insuficiente cobertura del sistema de becas y la visible escasez de los fondos p¨²blicos aplicados a la ense?anza superior. La aspiraci¨®n estudiantil a la gratuitad de la matr¨ªcula puede ser criticada con argumentos referidos a la solidaridad social y a la existencia de otras necesidades colectivas. Sin embargo, resulta dif¨ªcilmente defendible que la pol¨ªtica gubernamental descargue porcentajes cada vez mayores del coste de las plazas escolares sobre los alumnos y, al tiempo, limite las aportaciones de la Administraci¨®n a su mantenimiento, congele los fondos totales asignados a la ense?anza superior y no fomente la igualdad de oportunidades mediante un eficaz sistema de becas. La estrategia presupuestaria del Gobierno socialista, que a veces parece estar dirigida contra sus propios electores, resulta desconcertante. La lucha contra el d¨¦ficit p¨²blico no puede sacrificar el recorte de los gastos de educaci¨®n superior a la compra de armamento, y, sin embargo, hay muchos datos de que as¨ª sucede.
La aparici¨®n de un movimiento estudiantil organizado, que elija libremente a sus representantes y que luche por sus reivindicaciones debe ser saludada, por lo dem¨¢s, como un reforzamiento de nuestro debilitado tejido social. Los sistemas democr¨¢ticos sirven, precisamente, para que los conflictos puedan ser expresados, negociados y -parcial o totalmente- resueltos por los interlocutores leg¨ªtimos de las partes en litigio.
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