Martha Mercader
La autora de 'Juanamanuela muchamujer', directora del colegio mayor argentino, publica una nueva novela de tema latinoamericano
Martha Mercader reside en Espa?a desde el comienzo del pasado verano, al ser nombrada directora del colegio mayor argentino Nuestra Se?ora de Luj¨¢n de Madrid "por el Gobierno constitucional de Alfons¨ªn". La escritora argentina, designada jurado del Premio Cervantes, presentar¨¢ hoy su nueva novela, Belisario en son de guerra, elaborada a partir de un personaje hist¨®rico, como ya hizo con Juanamanuela. Mercader se cas¨® en 1952 con el espa?ol Nicol¨¢s S¨¢nchez-Albornoz -hijo del historiador-, del que luego se divorci¨®. Nacida en La Plata en 1926, utiliza una curiosa artima?a para eludir la publicaci¨®n de su edad. "Bueno, mire: ya que ha dicho usted mi fecha de nacimiento, si me quiere hacer vieja, diga que tengo m¨¢s o menos la edad de Margaret Thatcher; pero si me quiere hacer joven, diga que tengo la edad de Ra¨²l Alfons¨ªn".
La escritora suramericana pertenece a esa clase de mujeres de rasgos delicados, sin apariencias de descaro, que, de la manera m¨¢s educada, sin que el interlocutor se prevenga, terminan imponiendo su criterio o haciendo inevitable lo que quieren. Y ello no porque parezca estar excesivamente segura de s¨ª misma, sino porque aparenta hallarse especialmente entrenada para resistir, para ganar por cansancio. Una mujer, que no por aplomo, sino por estrategia, est¨¢ acostumbrada a no apartarse por propia voluntad del fuego que la acaricia: espera a que el fuego se apague. Quiz¨¢ por eso mismo, el tono de su discurso, aunque persuasivo, no busca la intimidad aunque trate de aspectos ¨ªntimos.La seguridad actual le ha venido, en parte, con los a?os. Martha Mercader es una mujer que siempre quiso escribir, "pero mi vocaci¨®n no terminaba de aflorar porque ten¨ªa internalizados muchos roles femeninos. Nadie me prohibi¨® que escribiera, pero tampoco me estimularon a ello; y como yo ten¨ªa a mi alrededor gente muy importante que opinaba con mucha seguridad sobre muchas cosas, era muy dif¨ªcil quebrar esas normas heredadas. Pero ya desde chica yo revel¨¦ un gran gusto por escribir. Y una gran sensibilidad pol¨ªtica".
A los 26 a?os, Mercader, gracias a una beca, sali¨® del provincianismo de La Plata y descubri¨® la Inglaterra de posguerra, el cosmopolitismo de Europa. "Londres fue un revulsivo, porque hizo que leyera a Margaret Mead, a Erich Fromm, a todo lo nuevo. Ahora es f¨¢cil hablar de identidad, pero yo me la form¨¦ a ponchazos, a golpes". Estuvo tambien en Par¨ªs y en Madrid, donde conoci¨® a Juan Benet y a los correligionarios pol¨ªticos del que luego ser¨ªa su marido, Nicol¨¢s S¨¢nchez Albornoz. Por eso "la vuelta a Argentina, la vuelta a los planteamientos parroquiales, fue desesperante. Y un a?o m¨¢s tarde, en 1952, me cas¨¦ con un europeo, con Nicol¨¢s S¨¢nchez Albornoz, que estaba en Argentina con su padre". La aureola de exiliado de Nicol¨¢s S¨¢nchez Albornoz, su aventura rom¨¢ntica, tuvo mucho que ver en su enamoramiento. "Me cas¨¦ con un perseguido pol¨ªtico que se hab¨ªa escapado del Valle de los Ca¨ªdos, y yo tambi¨¦n me mov¨ªa en una ideolog¨ªa pol¨ªtica similar, as¨ª que eso fue en parte motivo del encuentro y tambi¨¦n en parte motivo del desencuentro, porque lo ideol¨®gico s¨®lo, la amistad f¨¢cil, no es suficiente para tener vida de pareja. Tener en cuenta s¨®lo la ideolog¨ªa me ha llevado m¨¢s de una vez a equivocarme sentimentalmente". Su matrimonio con Nicol¨¢s S¨¢nchez Albornoz, con quien tiene dos hijos, dur¨® ocho a?os.
El divorcio supuso una mutilaci¨®n, pero tambi¨¦n una afirmaci¨®n. Como otras mujeres de su edad o de sus caracter¨ªsticas, Mercader pens¨® que el matrimonio le hab¨ªa hurtado tiempo para s¨ª, que la crianza de los hijos hab¨ªa aplazado su vocaci¨®n. Y para conjurar ese desvalimiento que a veces sobreviene a la divorciada, o quiz¨¢s esa tentaci¨®n de anclarse en un amor provisional, Mercader se puso a escribir. Y as¨ª inici¨® una carrera de cuentista, de escritora de guiones para televisi¨®n, de entrevistadora. Hasta culminar en novelas de "largo aliento". Antes hab¨ªa tenido un cargo p¨²blico, "y eso aument¨® mi autoestima", una creciente seguridad que fue la responsable final de su maduraci¨®n como escritora, aunque su divorcio acelerase el proceso.
"Al regreso de Per¨¢n yo me qued¨¦ en casa, en un rinc¨®n, y realmente fue mi nueva pareja la que me mantuvo. Y yo aprovech¨¦ para escribir Juanamanuela muchamujer, una mujer descendiente de vascos que en un entorno colonial emul¨® a George Sand. "Juanamanuela, cabeza dura y al mismo tiempo aguerrida, sent¨® plaza de escritora, se divorci¨® de un tipo topoderoso, y con hijos a cuestas y amores extramatrimoniales sali¨® airosa. Y yo me ve¨ªa reflejada en su historia, me vino como anillo al dedo porque en el libro no habl¨¦ de m¨ª sino de ella. Hablar de uno mismo es muy aburrido".
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