La cotizada fruta se podr¨¢ cultivar artificialmente
Investigadores espa?oles desarrollan una t¨¦cnica para obtener la m¨¢s preciada de las setas
Dos setas muy apreciadas, la trufa y el n¨ªscalo, podr¨¢n ser cultivadas artificialmente en Espa?a en breve plazo a partir de los trabajos de un equipo de investigadores. La importancia econ¨®mica de este m¨¦todo queda clara si se tiene en cuenta que la trufa se paga actualmente de 10.000 a 15.000 pesetas el kilo, y el cultivo artificial permitir¨¢ cosechas de 100 kilos por hect¨¢rea.
, Hace unos ocho a?os, el profesor Juan Torres, catedr¨¢tico de Patolog¨ªa Forestal y Conservaci¨®n de Maderas, tuvo noticia de que investigadores italianos y franceses hab¨ªan conseguido de modo artificial la simbiosis entre el micelio de la trufa y la ra¨ªz de la encina, por lo que el preciado fruto iba a cultivarse de modo controlado y a iniciativa del hombre. "Intentamos conocer la t¨¦cnica que hab¨ªan utilizado, pero mantuvieron el secreto celosamente, de modo que tuvimos que empezar nuestra investigaci¨®n casi desde cero", cuenta el catedr¨¢tico de la Escuela T¨¦cnica Superior de Ingenieros de Montes de Madrid.Dos profesores adjuntos, Mar¨ªa Jos¨¦ Abreu Trigueros y Jos¨¦ Antonio Rodr¨ªguez Barreal, han colaborado estrechamente con Torres en toda la investigaci¨®n, que comenz¨® oficialmente en 1980 con las subvenciones de la Comisi¨®n Asesora de Investigaci¨®n Cient¨ªfica y T¨¦cnica, perteneciente al Ministerio de Educaci¨®n, y la aportaci¨®n de terrenos por parte del Instituto para la Conservaci¨®n de la Naturaleza (Icona).
Una seta supercotizada
La trufa negra (Tuber melanosporum) es una seta muy apreciada en gastronom¨ªa, lo que, dados sus altos precios, supone una riqueza econ¨®mica de primer orden en algunas comarcas espa?olas.
Castell¨®n, Teruel y Guadalajara son las provincias m¨¢s truferas. En municipios como el castellonense de Morella han llegado a recogerse trufas por valor de 100 millones de pesetas en una sola campa?a, que dura pr¨¢cticamente los tres meses de invierno.
La trufa se encuentra siempre bajo tierra, a una hondura de 12 a 20 cent¨ªmetros, bajo el suelo del bosque. Los truferos dan con ella gracias al olfato de unos perros especialmente entrenados para este cometido, si bien fue otro animal, el cerdo, quien ense?¨®, hozando, al hombre la existencia de este rico manjar. Casi toda la cosecha espa?ola se exporta a Francia, pa¨ªs que tradicionalmente ha apreciado este producto en su cocina.
Terrenos calizos, con precipitaciones anuales abundantes, pero que no produzcan encharcamientos, y con abundancia de encinas. ?se es el escenario donde aparece la trufa.
"El micelio del hongo", explica Torres, "forma una red de filamentos microsc¨®picos que cubre todo el monte. En determinado momento, estos filamentos se asocian con la ra¨ªz de la encina. Uno y otra se benefician de la simbiosis al aportarse mutuamente sustancias que por separado no podr¨ªan conseguir. Como consecuencia de esta colaboraci¨®n nacen primero las micorrizas y posteriormente las trufas".
Reproducir artificialmente ese proceso, que la naturaleza repite incansable, ha costado al equipo de Juan Torres gran cantidad de horas. El camino acertado ha sido, finalmente, micorrizar en laboratorio peque?as encinas de uno o dos a?os y trasplantarlas m¨¢s tarde a terrenos apropiados dispuestos para este fin en las provincias de Castell¨®n, C¨¢ceres y Badajoz.
"Cuando el pr¨®ximo a?o concluyamos el programa de plantaciones, habremos poblado cinco hect¨¢reas de terreno en Castell¨®n, tres en C¨¢ceres y otras tres en Badajoz, con 100 encinas por hect¨¢rea. Las primeras trufas aparecer¨¢n a los seis o siete a?os de efectuar la operaci¨®n, plazo que se cumple a finales de esta d¨¦cada para las primeras encinas", revela Juan Torres. "Yo no voy a echar las campanas al vuelo, pero tengo la certeza cient¨ªfica de que ser¨¢ as¨ª".
Adaptaci¨®n a alcornoques
La plena producci¨®n se consigue a los 10 a?os y se mantiene durante los 75 u 80 posteriores. Seg¨²n c¨¢lculos de los autores del trabajo, cada encina criar¨¢ anualmente un kilo de trufas. En t¨¦rminos econ¨®micos eso supone un rendimiento m¨ªnimo de un mill¨®n de pesetas al a?o por hect¨¢rea.
De modo paralelo a este proyecto, el mismo equipo cient¨ªfico ha trabajado en la reproducci¨®n artificial del n¨ªscalo (Lactarius deficiosus), especie que nace agrupada a las ra¨ªces del pino. Los resultados con este producto han sido similares, si bien esta seta no alcanza en el mercado las altas cotizaciones de la trufa.
Un proyecto m¨¢s ambicioso ocupa en este momento al equipo de Juan Torres: conseguir trufa en las ra¨ªces del alcornoque.
En la primavera pr¨®xima, los primeros j¨®venes alcornoques micorrizados en los laboratorios de la ETSI de Montes de Madrid ser¨¢n plantados en tierras extreme?as. "Si esta experiencia llega a buen puerto", comenta su mentor, "su importancia econ¨®mica ser¨¢ enorme. En la actualidad el alcornoque es una especie quercus en regresi¨®n, ya que hasta los 80 a?os no produce el corcho, su ¨²nico aprovechamiento. Si logramos que a los ocho o diez de ser plantado produzca trufas, volver¨¢ a ser un ¨¢rbol en expansi¨®n".
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