Un programa de obras infrecuentes de grandes autores

En la serie de la Orquesta Nacional se present¨® la Orquesta Filarm¨®nica de Dresde, dirigida por Siegfried Kurtz y con la colaboraci¨®n del pianista Peter Roessel. El programa, siendo tradicional en los nombres de los compositores, lo era a medias en las obras, pues pocas veces escuchamos la Introducci¨®n y allegro, op. 134, de Schumann, y la Burlesca, de Richard Strauss.Obra crepuscular, la Introducci¨®n y allegro, op. 134, suele ser vista, en uni¨®n del Konzerstst¨¹ck, op 92, como deudora y constelacionar del Concierto en la menor, op. 54, la ¨²nica p¨¢gina de Schumann para piano y orquesta que figura habitualmente en los programas.

La versi¨®n de Peter Roessel (Dresde, 1945), disc¨ªpulo de Bashkirov y Oborin, de la Introducci¨®n y allegro, op. 134 cal¨® muy hondo en la ¨²ltima raz¨®n de ser de la obra y tuvo en los m¨²sicos de Dresde y su director no colaboradores, sino ¨ªntimos y c¨¢lidos dialogantes. El mismo solista luci¨® la efectividad de su gran t¨¦cnica y la seguridad de su pensamiento musical en la Burlesca, de Strauss, ese hallazgo juvenil de un compositor que a los 16 a?os ense?aba las orejas del genio.

Una rotunda obertura de Oberon, de Weber, y una tradicional y densa interpretaci¨®n de la Quinta sinfon¨ªa beethoveniana caldearon el ambiente. La Orquesta de Dresde toc¨®, como propina, la obertura de Egmont, tras la que se renovaron ovaciones y bravos. Se trata de una agrupaci¨®n que prolonga y mantiene con brillantez la herencia recibida: sonoridad ancha y rica de frecuencias graves, cohesi¨®n imponente en la masa de cuerdas, constante impresi¨®n de espesor y fuerza, buena afinaci¨®n y ejecuci¨®n y escasa tendencia preciosista.

Datos todos que han de entenderse referidos a su actuaci¨®n con el maestro Siegfried Kurtz, cuya autoridad me parece fuera de toda duda y la ha ejercido tanto en el terreno sinf¨®nico como en el oper¨ªstico, lo mismo en Beethoven que en Sch?enberg, Berg o Paul Dessau.