Una comedia mod¨¦lica

No ha pasado el tiempo por esta entra?able comedia. A¨²n comunica su vitalidad, su frescura. Y no es exagerado pensar que una pel¨ªcula de 1967 puede haber perdido energ¨ªa en estos a?os. Es m¨¢s frecuente la vejez en t¨ªtulos cercanos que en aquellos a los que el tiempo ha distanciado ya en combatividad. La ingenuidad de una comedia de los a?os treinta parece m¨¢s justificada que la de una obra que conocimos en su d¨ªa.En ciertos matices, es probable que Dos en la carretera no responda a los modos actuales, pero su din¨¢mica narrativa, su brillantez y esa sorda tristeza que cabalga sobre todo el filme no han sido superados en otras comedias sobre la vida matrimonial ni aun por el propio Stanley Donen, su director. El imaginativo gui¨®n que entrelaza las distintas ¨¦pocas de esa pareja que a la madurez ha agotado el entusiasmo amoroso de los primeros tiempos sigue siendo mod¨¦lico. Es trepidante, inteligente y sensible. Utiliza los t¨®picos aplic¨¢ndolos un giro que desvela su posible verdad, es decir, la constante que se encuentran quienes deben soportar su mutuo odio porque no ser¨¢n capaces de vivir sin ¨¦l.

Audrey Hepburn y Albert Finney son los motores vivos de este espect¨¢culo. La gracia, la fragilidad de ella son los medios con que realiza el que quiz¨¢ sea mejor trabajo de su carrera, mientras Finney, a¨²n lejos del histrionismo con que sirve sus m¨¢s recientes personajes, compone un tipo hondo al que la diversi¨®n del gui¨®n no elimina complejidades.