Carmen Romero
FRANCISCO UMBRAL
Melena corta y rizada, camisa blanco mate, afarolada y elegant¨ªsima, como de gobernadora de Segovia, pero en presidenta, pantal¨®n negro. Posa para Gigi mejor de lo que ella misma quisiera. "Ahora, si os parece, v¨¢monos a la bodega. Este palacio no tiene sitios para estar a gusto. S¨®lo unas habitaciones arriba, que son de los ni?os, y la bodega". Ya ha estado uno otras veces en esta bodega, catacumba de alcohol, fuego y ladrillos, viviendo lo que el socialismo espa?ol tiene de catacumbal, como verdadera conc¨¦ntrica a su verdad oficial.Andaluc¨ªa es muy importante para m¨ª. Sevilla. El cachondeo andaluz, en el buen sentido de la palabra. Andaluc¨ªa dice las cosas terribles sin perder la gracia, el tono de broma. Yo, eso lo echo mucho de menos; en Sevilla me hice, aunque vivir en Madrid tambi¨¦n marca mucho. Las actuaciones de Felipe en el Congreso las sigo siempre por la tele. Soy como la mujer de un torero. A ¨¦l le gustar¨ªa que yo fuese al Congreso, pero nunca voy.
Se pone/quita una especie de rebeca/chal, de punto rojo/morado, y sonr¨ªe mucho, por donde se ve que la seriedad de una conversaci¨®n, o de cualquier cosa, le est¨¢ despertando una iron¨ªa interior y anterior, andaluza, de la que quisiera escapar. "No acaba de gustarme mi rol". Una profesora de literatura espa?ola no puede decir rol, pero no se lo explico para que no se me endurezca.
-Sevilla.
-Andaluc¨ªa es as¨ª. A m¨ª me ha hecho Andaluc¨ªa. Me dicen que soy ¨¢rabe, indolente, indiferente, orgullosa. Puede que todo eso sea ¨¢rabe, s¨ª. A m¨ª me da lo mismo. Yo, lo que valoro es mi vida privada y el estar a gusto. Pero hay que seguir aqu¨ª dos a?os y lo que haga falta.
-Eres una se?orita de provincias, Carmen.
-Bueno, se?orita, ya no. De provincias, s¨ª, claro.
-De entre todas las Andaluc¨ªas, ?cu¨¢l es la tuya? ?La ronde?a o la sevillana? Y te lo digo en t¨¦rminos taurinos.
Pero no conoce los t¨¦rminos taurinos y, por otra parte, no quiere ni debe definirse.
-?Has empezado el curso?
-S¨ª, yo ense?o literatura espa?ola. Empezamos con el Romance del Cid y terminamos con Gald¨®s. No s¨¦ si la juventud, el alumnado, chicos y chicas de barrio bajo, se interesan mucho por esto, pero yo procuro acercarles a La Celestina, a Lope, al Romanticismo.
-T¨² no ense?as Quevedo, ni siquiera G¨®ngora, que es andaluz.
-Bueno, me parecen unos autores muy complejos para los chicos. Habr¨ªa que dar demasiada filolog¨ªa. Para ellos, todo lo pasado no es m¨¢s que cultura, y quieren vida, literatura donde encuentren su vida.
-?Por qu¨¦ no lo haces al rev¨¦s, entonces, por qu¨¦ no empiezas por Gald¨®s?
-Pues s¨ª, se podr¨ªa hacer, no s¨¦.
-Aparte tus clases, ?qu¨¦ es lo que lees por tu gusto?
-Leo de todo, porque no me gusta encerrarme en un solo tema. Del ensayo cient¨ªfico a la poes¨ªa.
-La poes¨ªa. El 27. En el 27 hay mucho andaluz. ?Me quieres dar nombres?
-Salinas.
-Salinas era madrile?o. M¨¢s. Salinas es algo as¨ª como el B¨¦cquer del 27. ?Lo lees como poeta amatorio?
-No. Como poeta del amor, prefiero a Cernuda. Toda mujer quisiera tener en su vida un poeta y un modisto.
-Pues t¨² llevas en sociedad unas t¨²nicas elegant¨ªsimas y lac¨®nicas que son el asombro de la Prensa del coraz¨®n.
-?Ah, s¨ª? No me preocupo mucho del asunto.
-Para no preocuparte, la verdad es que te sale muy bien. T¨² eres una intelectual, pero te est¨¢n consagrando como una figura de la Prensa del coraz¨®n, ya digo. ?Eso molesta o halaga?
-Me da lo mismo. No tengo ninguna impaciencia por probar que yo soy otra. Y eso de que la incluyan a una entre las 10 m¨¢s chic, y cosas as¨ª, pues siempre halaga un poco. Supongo que las lectoras de esa Prensa me buscan porque soy como ellas. Una espa?ola media que trabaja.
Habla muy sevillano, como toda la familia. Carmen Romero, a partir del esquema se?orita de provincias /presidenta-discreta-y-en-la-sombra, se va manifestando una mujer muy individualizada.
-Pedro del Hierro y todos esos ya saben qu¨¦ es lo que me gusta, y as¨ª encuentro mi ropa. Soy profesora de literatura como podr¨ªa ser otra cosa. Todos llevamos dentro unas posibles vidas que vivir, y luego nos toca una u otra. Yo, ahora, por ejemplo, podr¨ªa estar de lectora en Oxford. No s¨¦. Una dedica su vida a unas ciertas cosas, y al, final, a lo mejor, se encuentra con las manos vac¨ªas.
-?Envidias a la juventud a quien das clase?
-Desde luego. Ellas son mucho m¨¢s libres. Y ellos, a los veinte, han encontrado una naturalidad para tratar a la mujer que no tiene el de cuarenta. La mujer ha evolucionado mucho, en Espa?a y en el mundo, sobre todo por las conquistas cient¨ªficas, por los anticonceptivos y eso. El hombre va un poco como a la zaga de esa evoluci¨®n. S¨®lo los m¨¢s j¨®venes est¨¢n al d¨ªa.
-?La pol¨ªtica y la cultura, por s¨ª solas, no habr¨ªan podido lograr lo mismo?
-No, claro. Para nada. Como te dec¨ªa, s¨®lo los m¨¢s j¨®venes pueden comprender a la chica de hoy. El hombre de cuarenta en adelante anda perdido y, generalmente, busca maternidad en la mujer. Yo creo que, para hacer de madres, ya tenemos a nuestros propios hijos.
-?Envidias a las chicas de dieciocho?
-Muchis¨ªmo, y no s¨®lo por los dieciocho, sino por todo lo que pueden hoy, ser y vivir.
-T¨² tienes 38. ?C¨®mo es la mujer de cuarenta?
-Entre los 35 y los 40 est¨¢ la mejor edad de la mujer, sin duda.
-Ya tienes algunas canas.
-Lo s¨¦, y me encanta.
-Edades de la pareja ideal, por hacer una pregunta "del coraz¨®n".
-Edades aproximadas. Es la manera de entenderse de igual a igual.
-?No te parece que tiene m¨¢s fascinaci¨®n la pareja madura/jovencito, o negro/sueca? La pareja at¨ªpica, quiero decir.
-Toda relaci¨®n humana es una relaci¨®n de dominio, de poder, claro, y siempre hay uno que se impone. Eso hay que corregirlo, precisamente, con la aproximaci¨®n en edad, ideas y todo lo dem¨¢s.
-?C¨®mo te ha acogido la jet madrile?a?
-No lo s¨¦. Me parece que, como no soy materia de chismes, no se habla mucho de m¨ª. Y eso es lo que prefiero.
-Lo que prefieres, me parece, es la privacidad, incluso la provincia, no ser nadie, vivir tu vida y que te dejen en paz.
-Desde luego.
-Todo profesor y profesora de literatura ha escrito alguna vez. ?Qu¨¦ escribes t¨²?
-Yo no he escrito nunca. Me parece que la literatura es un trabajo muy duro de investigaci¨®n, incluso la novela. La literatura no es poner lo primero que se le ocurre a uno. La Moncloa, por otra parte, no es un sitio muy propicio a la intimidad de la escritura. T¨² tendr¨¢s tu intimidad de escritor. Sin eso no se puede hacer nada.
-?Escribir¨ªas una biograf¨ªa de Felipe Gonz¨¢lez?
-No, qu¨¦ aburrido. Eso queda para los historiadores.
(Uno s¨ª cree, por el contrario, que la literatura es poner lo primero que se le ocurre a uno -Hemingway tambi¨¦n lo cre¨ªa-, uno cree que la literatura, efectivamente, es una tarea de investigaci¨®n, pero de investigaci¨®n en el yo.)
-Carmen, ?t¨² eres el equivalente actual de aquellas famosas "marquesas de la Rep¨²blica"?
-No s¨¦ lo que es eso, no lo hab¨ªa o¨ªdo nunca.
-Te lo explico. Cuando las esposas de pol¨ªticos e intelectuales de la II Rep¨²blica empezaron a aparecer en los peri¨®dicos y a protagonizar la vida social, la derecha, ir¨®nicamente, las llam¨® "las marquesas de la Rep¨²blica".
-Nada, no he alcanzado aquello ni sab¨ªa lo que era.
-Es igual. Me refiero a algo que t¨² has conseguido, quiz¨¢ involuntariamente: la conjunci¨®n de una intelectual no masculinizada con una dama que queda muy bien en su cargo y en sociedad.
-Creo que la cultura no tiene por qu¨¦ masculinizar a la mujer. Aquella intelectual de su¨¦ter, que fumaba negro, ya se pas¨®. En cuanto a la sociedad y la vida oficial, cuando yo me ca¨ª aquella vez, en M¨¦xico, a m¨ª me hizo mucha gracia y no paraba de re¨ªrme. Cada zapato hab¨ªa ido a parar a un rinc¨®n de la sala. No hay que intentar salvar la situaci¨®n cuando la situaci¨®n es insalvable. Esto, quiz¨¢, lo aprendemos en Andaluc¨ªa. Hasta que Felipe me dijo: "Ya est¨¢ bien, no te r¨ªas m¨¢s".
Se?orita de provincias, maestrilla de pueblo devenida progre y feminista, profesora por libre, al fin, criatura de una inteligencia sonriente, que no concede nada al interlocutor (sobre todo, si el interlocutor es aproximadamente el modelo de caballero que ella ironiza, Carmen Romero tiene esa cosa andaluza -ser¨ªa un f¨¢cil t¨®pico decir "¨¢rabe"- que nos desarma. Cuando tiene raz¨®n, lo explica muy agudamente, y, cuando no tiene raz¨®n, nos explica con risa que nada vale la pena. Y as¨ª no hay manera, claro. El complejo de la Moncloa, que tanto se ha atribuido al presidente (complejo de soledad, aislamiento y quietismo), quiz¨¢ es ella, esta mujer, quien lo padece.
-Carmen, te voy a hacer una pregunta t¨®pica que da mucha verg¨¹enza: ?eres una belleza andaluza?
-Nunca me he considerado una belleza. En Andaluc¨ªa hay mujeres muy bellas.
Subimos lentamente anchas escalinatas que van como hacia la gran rotonda de la tarde.
-No te has confesado nada, Carmen.
-Claro. Hay que reservarse un poco de ambig¨¹edad, un poco de misterio ?no?
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