Vicente Aleixandre ser¨¢ enterrado hoy en el cemneterio de la Almudena
El poeta Vicente Aleixandre, uno de los m¨¢ximos representantes de la generaci¨®n del 27, ser¨¢ enterrado hoy a las 11.30 en el cementerio de la Almudena, de Madrid, tras recibir ayer m¨²ltiples testimonios de homenaje de amigos en su casa, donde su cuerpo estuvo expuesto. La madrugada de la muerte, los ¨ªntimos acompa?aron al difunto. El certificado m¨¦dico de que el poeta ya no estaba -el certificado de la clase 3, serie B, n¨²mero 0049895- se encontraba en una mesa bajo la lupa que, ya casi ciego, utilizaba para leer.
Pintada por Ulbricht, la imagen del poeta preside con serenidad el vest¨ªbulo de su casa de Velintonia, donde hay muchos retratos; de Aleixandre y de parientes de otras ¨¦pocas, que la remontan m¨¢s all¨¢ de 1927, fecha fronteriza a partir de la cual se convirti¨® en refugio de poetas.El cuerpo -disminuido por la muerte y sereno-, reposaba ayer entre rosas y claveles blancos en el sal¨®n de la casa. Las visitas, frecuentes pero apenas de un amigo o dos cada vez, acud¨ªan en vida a verle al despacho, donde Aleixandre les recib¨ªa de espaldas a luz sentado en una c¨®moda y austera silla de brazo de estilo ingl¨¦s.
Ayer por la ma?ana acudieron sus compa?eros en la Academia Pedro La¨ªn Entralgo y Jos¨¦ Garc¨ªa Nieto; y su amiga Carmen Conde, que durante un tiempo alquil¨® el segundo piso de Velintonia, un chal¨¦ alegre, antiguo y amarillo que apenas abre ventanas en la fachada. D¨¢maso Alonso se dirigi¨® a Gerardo Diego, compa?ero de generaci¨®n: "Ahora s¨®lo quedamos nosotros". Gerardo Diego hizo un bello paneg¨ªrico: "Como poeta contribuy¨® a que todos los poetas fu¨¦ramos amigos. Concha Zardoya lloraba.
Por lo menos tres relojes de pared y un bar¨®metro dan cuenta del tiempo. Un timbre escandaloso avisa de la llegada de los amigos -ayer quisieron verle estudiantes y escolares-, y el tel¨¦fono, se encuentra en la pared, como si al due?o de la casa no le hubieran gustado las conversaciones distantes.
En el silencioso respeto del velatorio, presidido por un Cristo rom¨¢nico, resonaban de cuando en cuando las explicaciones en voz muy alta que se daban a Conchita, la hermana que lo acompa?¨® toda la vida, desconsolada y sencilla. La se?ora felicit¨® a una joven amiga que tendr¨¢ su primer hijo dentro de un mes. A media tarde los amigos explicaron a Conchita que se esperaba la condolencia de los Reyes. "Apenad¨ªsimos triste noticia muerte del maestro -dice el telegrama real-, les enviamos nuestro recuerdo m¨¢s cari?oso". En el suyo, Felipe Gonz¨¢lez se duele por "la desaparici¨®n de uno de los m¨¢s grandes poetas espa?oles". Salvador Espriu declar¨® en Barcelona que "Aleixandre fue el poeta m¨¢s importante de su generaci¨®n".
Camilo Jos¨¦ Cela lleg¨® por la tarde. Mir¨® el cuerpo expuesto, cogi¨® la mano de Conchita: se inclin¨® hacia ella con ternura y se march¨®. No hab¨ªa dicho una palabra, en su mirada llevaba. el sentimiento. Poco despu¨¦s Regaron dos coronas de flores: "de tus primos", "de tu hermana".
Carlos Bouso?o apenas se permiti¨® un momento de debilidad cuando, sentado donde sol¨ªa hacerlo Aleixandre, ley¨® en el silencio del despacho su ¨²ltimo art¨ªculo sobre el poeta. Se le quebr¨® la voz en un punto, termin¨® de leer y continu¨® ayudando en la dura tarea de organizar el despu¨¦s.
Babelia
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