Gorbachov Londres
EL VIAJE a Londres de Mijail Gorbachov no se parece a lo que han sido los viajes a Occidente, en los ¨²ltimos a?os, de otros dirigentes de la URSS. Habr¨ªa que remontarse al per¨ªodo de Jruschov para encontrar en la Prensa londinense comentarios tan elogiosos a un visitante sovi¨¦tico. Sin embargo, esta vez se trata de algo muy diferente: se ha presentado en la capital brit¨¢nica una personalidad relativamente joven, de edad y de aspecto, con una mujer distinguida, en actitud abierta y sonriente, capaz de gastar bromas y de hablar fuera de los senderos de la propaganda. Con escasa experiencia internacional -un viaje a Canad¨¢, en el que dej¨® muy buen recuerdo-, Gorbachov se mueve ante los medios de comunicaci¨®n con soltura, como podr¨ªa hacerlo un vicepresidente de EE UU preocupado de su futuro. Pero no se trata s¨®lo de imagen televisiva. Cuando Margaret Thatcher declara que "le gusta el se?or Gorbachov" porque se puede hablar con ¨¦l expresa, sin duda, un juicio favorable sobre un tipo de di¨¢logo que no es la simple repetici¨®n de posiciones fijadas y conocidas de antemano.Gorbachov visita Londres en unas condiciones completamente at¨ªpicas. En la estructura estatal, su ¨²nica funci¨®n es la de presidente de la Comisi¨®n de Asuntos Exteriores del Soviet Supremo. Pero la verdad es que se trata del miembro m¨¢s joven del Bur¨® Pol¨ªtico, miembro a la vez del Secretariado del PCUS, y sobre todo, del candidato m¨¢s probable a la sucesi¨®n de Konstant¨ªn Chernenko. Esa posici¨®n de n¨²mero dos in p¨¦ctore es particularmente inc¨®moda en el sistema sovi¨¦tico, carente de mecanismos de debate p¨²blico y con predominio, en consecuencia, -de las decisiones secretas. En todo caso, diversos hechos recientes confirman que su papel crece en el seno de la direcci¨®n, como el informe que pronunci¨® recientemente sobre la ideolog¨ªa en una conferencia especial. Sale del marco de un trabajo especializado, como el que realiz¨® durante muchos a?os sobre la agricultura, para abordar las cuestiones de m¨¢xima importancia general. En ese orden, el viaje de Gorbachov a Londres -y el ¨¦xito que est¨¢ logrando- constituye un factor significativo para el presente, y sobre todo para el futuro, de la pol¨ªtica sovi¨¦tica.
Es interesante que tres semanas antes de la entrevista convenida entre George Shultz y Andrei . Gro¨ªniko en Ginebra, Mosc¨² haya escogido Londres para desarrollar conversaciones de alto nivel sobre las relaciones entre Este y Oeste y las diversas cuestiones ligadas a los armamentos nucleares. Es una forma de conocer mejor, y de valorar, el papel de Europa. Pero, a la vez, se escoge, dentro de Europa, el pa¨ªs m¨¢s pr¨®ximo, por razones que nada tienen que ver con la geograf¨ªa, a EE UU. Adem¨¢s, Margaret Thatcher tendr¨¢ en un plazo de d¨ªas conversaciones en Washington con el presidente Ronald Reagan. A todas luces, la iniciativa de Mosc¨² ha sido acogida en Londres con agrado. Thatcher ha conversado con Gorbachov durante m¨¢s de cuatro horas, cuando no ten¨ªa para ello ninguna obligaci¨®n protocolaria, indicaci¨®n clara de una voluntad pol¨ªtica de dar a la visita el m¨¢ximo relieve. Esta actitud confirma que, precisamente en v¨ªspera de la reanudaci¨®n de las negociaciones EE UU-URSS en Ginebra, el Reino Unido y, en general, los pa¨ªses europeos tienen particular inter¨¦s en no quedar marginados.
En cuanto a los problemas concretos que han sido abordados en las diversas conversaciones de Mijail Gorbachov en Londres, quiz¨¢ los aspectos m¨¢s interesantes no aparezcan inmediatamente a la luz p¨²blica; se est¨¢ en una fase de preparaci¨®n de negociaciones muy importantes, y no es extra?o que, al menos en parte, se desarrolle por caminos de diplomacia discreta. Sin embargo, sobre todo si comparamos con una ¨¦poca nada lejana, hace falta valorar la insistencia, de un lado y de otro, en la importancia de mejorar las relaciones, de crear un clima de confianza, de avanzar hacia disminuciones de los armamentos nucleares. Sobre un punto de suma importancia se ha manifestado incluso una coincidencia entre las posiciones de Londres y Mosc¨²: la conveniencia de evitar la militarizaci¨®n del cosmos. Es un punto en el que los planes del Pent¨¢gono, apoyados por el presidente Reagan, han encontrado la m¨¢xima oposici¨®n de parte de la URSS. El problema es que los planes norteamericanos de guerra en las estrellas preocupan as¨ªmismo a los pa¨ªses europeos, porque vaciar¨ªan de sentido los actuales sistemas de, disuasi¨®n y crear¨ªan una s¨ªtuaci¨®n de privilegio para las superpotencias. Se trata, sin duda, de un problema planteado ¨¢ largo plazo, pero que puede condicionar desde ahora inversiones g¨ªgantescas, sobre todo en potencial cient¨ªfico. La presencia entre los acompa?antes de Gorbachov del acad¨¦mico sovi¨¦tico Alexander YakovIev indica quiz¨¢ que sobre este tema las conversaciones no se han limitado a generalidades.
No es hora a¨²n de medir el alcance de un viaje cuya verdadera eficacia s¨®lo podr¨¢ apreciarse en funci¨®n del ulterior desarrollo de las relaciones entre el, Este y el Oeste, que est¨¢n en una fase muy inicial de deshielo. Pero s¨ª puede indicar perspectivas de una mayor presencia de Europa en ese proceso que en ocasiones anteriores, y la aparici¨®n de brotes de un nuevo estilo sovi¨¦tico, como el inaugurado por Gorbachov en su actual visita a las orillas del T¨¢mesis.
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