Coloridas caravanas cierran la campa?a electoral en Nueva Delhi
El camello dobla sus patas delanteras ante las voces de mando de su amo, un indio de edad indefinible envuelto en un manto de algod¨®n blanco. Cuando termina la operaci¨®n, se deja caer sobre las traseras. El indio baja de la silla y tras dejar al camello aparcado se acerca a una esquina de la ciudad vieja de Delhi para ver pasar una caravana electoral en el ¨²ltimo de d¨ªa de campa?a. La caravana est¨¢ rodeada de toda la fanfarria electoral, m¨²sica, altavoces, banderas, pancartas y posters.
S¨®lo una nota diferencia a esa caravana electoral de sus equivalentes occidentales. Los cuatro primeros veh¨ªculos no son coches, sino elefantes. Cada elefante, engalanado con una profusi¨®n de banderas indias, lleva de cuatro a seis personas sobre su grupa, que arrojan propaganda a la gente que se api?a en las aceras. Detr¨¢s de los elefantes, unas bailarinas danzan a los acordes de la estridente y mon¨®tona m¨²sica india. Detr¨¢s, encaramado en un land rover, el candidato K. C. Pant, del Partido del Congreso (I), saluda sonriente a la multitud. La ceremonia dura unos minutos. Despu¨¦s, la gente vuelve a sus ocupaciones.Escenas como ¨¦sta pod¨ªan verse ayer en los siete distritos electorales de Delhi, en el ¨²ltimo d¨ªa de la campa?a electoral india, que comienza ma?ana y que no terminar¨¢ hasta el 28 de diciembre.
La abundancia de carteles con el s¨ªmbolo de la mano extendida con la palma hacia arriba, del Partido del Congreso (I), hac¨ªa pr¨¢cticamente imposible apreciar cualquier otra propaganda electoral. El enviado especial de EL PAIS, en un recorrido de dos horas por los siete distritos electorales de la capital, s¨®lo pudo apreciar algunas banderas del partido Janata, de la oposici¨®n, y unos pocos carteles de candidatos independientes. "El que tiene el poder tiene el dinero", sentenci¨® filos¨®ficamente el joven taxista sij.
Algunos barrios de Delhi todav¨ªa muestran las cicatrices de los sucesos de primeros de noviembre, cuando, tras el asesinato de Indira Gandhi, las turbas cometieron toda clase de desmanes contra la poblaci¨®n sij de la capital. Seg¨²n las cifras oficiales, 800 sijs fueron asesinados, aunque miembros de esa comunidad han manifestado a este enviado especial que la cifra es mucho mayor. Las casas quemadas son todav¨ªa testigos mudos de los sucesos, que varios partidos de la oposici¨®n afirman que fueron instigados por j¨®venes del partido del Gobierno.
Aparte de la colorista nota de los elefantes, caravanas de esc¨²teres de tres ruedas con los colores indios y las efigies de Indira Gandhi y de su hijo Rajiv recorren continuamente las principales avenidas de la capital, mientras que en las calles abarrotadas de la vieja Delhi las caravanas est¨¢n compuestas por rickshaws, la bicicleta de tres ruedas o taxi popular, con altavoces manejados por polifac¨¦ticos ciclotaxistas, que han encontrado en las elecciones un regalo para mejorar sus ingresos.
Entre tanto, las autoridades indias han reforzado las medidas de seguridad en tomo a Rajiv Gandhi tras el env¨ªo a los peri¨®dicos de Banagalore, en el Estado de Karnataka, de dos cartas en las que se anunciaba un atentado contra el primer ministro.
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