Colza: la historia interminable
TRES A?OS y medio despu¨¦s de que el llamado s¨ªndrome t¨®xico produjera sus primeras v¨ªctimas, cuyo c¨®mputo oficial asciende ya a la cifra de 352 fallecidos y 20.143 afectados, el sumario prosigue su lento curso sin que pueda adivinarse siquiera la fecha aproximada del juicio. Este proceso ha puesto de manifiesto la incapacidad de nuestra Administraci¨®n de Justicia para enfrentarse con causas criminales caracterizadas por su alta complejidad, autor¨ªa m¨²ltiple y estragos masivos.El sumario del s¨ªndrome t¨®xico acumula miles y miles de folios, de manejo enormemente dif¨ªcil, y ha dado lugar al procesamiento de 42 implicados. La apertura de un segundo sumario, que investiga la responsabilidad de 10 altos cargos de la Administraci¨®n en ese drama, no ha producido todav¨ªa ning¨²n procesamiento. Ese desdoblamiento procesal, decidido para no complicar todav¨ªa m¨¢s el sumario, es una f¨®rmula jur¨ªdica discutible. Y la permanencia en prisi¨®n preventiva, m¨¢s all¨¢ de los l¨ªmites previstos por la ley de Enjuiciamiento Criminal, de 9 de los procesados a?ade todav¨ªa mayor confusi¨®n.
Mientras la tramitaci¨®n de ese sumario interminable enfr¨ªa las pasiones de la sociedad, aunque deje intactos el dolor de los familiares de las v¨ªctimas y las reivindicaciones de los afectados supervivientes, y mientras se dibujan en el horizonte las dificultades para que los tribunales -aplastados por miles de p¨¢ginas sumariales- puedan establecer la culpabilidad de los hechos, la defensa de los procesados fomenta las maniobras de diversi¨®n orientadas a sembrar dudas acerca de la causa del envenenamiento. Un semanario del prestigio de Cambio 16 publicaba hace dos semanas la sugestiva tesis de que Un producto Bayer envenen¨® a Espa?a y acusaba a un nematicida de la famosa industria qu¨ªmica de ser el posible causante del s¨ªndrome. Los defensores de la tesis, que lucharon durante a?os por publicarla en diarios y revistas con credibilidad (EL PAIS se hab¨ªa hecho eco de sus posiciones, m¨¢s tarde cient¨ªficamente rechazadas, en febrero de 1983) se las arreglaron para que una revista dedicada a los contactos sexuales y las fotograf¨ªas pornogr¨¢ficas (Lib) publicara durante dos n¨²meros seguidos un reportaje excepcional fruto de la "investigaci¨®n de sus reporteros", sobre el tema de la colza. Las entrevistas, ahora conocidas, entre el doctor Muro -uno de los defensores de la teor¨ªa favorable a los aceiteros acusados- y el encausado Salom¨® arrojan alguna luz sobre el car¨¢cter extracient¨ªfico de la operaci¨®n. En el caso no s¨®lo se est¨¢ jugando la libertad de los detenidos a prolongados a?os de c¨¢rcel: hay cientos de miles de millones de pesetas en danza si se tienen en cuenta las indemnizaciones a los afectados y el impacto negativo sobre el comercio del aceite de colza no desnaturalizado, que es de ordinario consumo en Europa. Demasiado dinero para pensar que todos los movimientos responden a una inocente pasi¨®n cient¨ªfica.
Todo ello no quiere decir que las investigaciones realizadas hasta ahora hayan conseguido descubrir todav¨ªa el concreto agente causante de la enfermedad. Pero s¨ª parece probado, con arreglo a dichas investigaciones, que el aceite importado, manipulado y comercializado fraudulentamente fue el veh¨ªculo ¨²nico o principal de la intoxicaci¨®n. Por eso, sin desde?ar la necesidad de avanzar en la b¨²squeda cient¨ªfica, que devuelva entre otras cosas la esperanza a los afectados que no murieron, conviene ponerse en guardia contra una intoxicaci¨®n que puede acabar siendo tan grave como la del propio s¨ªndrome: la que tiende a confundir a la opini¨®n p¨²blica y a los jueces encargados del caso de manera que algunos lleguen a pensar que en definitiva nunca se sabr¨¢ nada cierto en torno a un crimen social que ha costado ya la vida a 352 espa?oles.
La inoperancia del Gobierno en este tema resulta por lo mismo preocupante. Ernest Lluch ha hecho buena la teor¨ªa del bichito de su predecesor Sancho Rof cuando ha afirmado con desparpajo que el plaguicida ahora acusado de ser el causante de la intoxicaci¨®n estaba prohibido, y no lo estaba. Los ciudadanos tienen derecho a saber que junto a las dudas cient¨ªficas y las complicaciones jur¨ªdicas hay una voluntad de llegar hasta el final. La derrota de la UCD en las elecciones no fue ajena al esc¨¢ndalo de la colza. Ser¨ªa ingenuo que los socialistas pensasen ahora que este tema tampoco va con ellos.
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