Sobre Cuba
Aceptando la amable invitaci¨®n que nuestro admirado Rafael Conte hace en su art¨ªculo La ciudad de las columnas (v¨¦ase EL PAIS del 18 de diciembre), dos cubanos pedimos la palabra. Y no para refutar su abierto, nada ortodoxo trabajo, sino simplemente para matizarlo.Escribe Conte: Cuando Estados Unidos se march¨® no dej¨® (...) ni una miserable f¨¢brica de cemento". Por lo visto, nuestro buen amigo no fue llevado al Mariel, puerto de la costa habanera tan significativo en la historia de la revoluci¨®n, pues si no, hubiera comprobado que la f¨¢brica m¨¢s importante de cemento de Cuba existe all¨ª, actualmente con el nombre de Ren¨¦ Arcay, pero construida por los explotadores gringos antes de 1959.
Es l¨®gico, como ¨¦l observ¨®, que Ios turistas sovi¨¦ticos se van cargados de paquetes (...)", ya que compran en tiendas especiales para ellos o donde se paga en divisas, y a las cuales el pueblo cubano no tiene acceso. Lo curioso es que los productos por los que se desviven estos camaradas no son nativos, sino, por lo regular, norteamericanos, para¨ªso de su delirio consumista.
Entrando en el terreno de la cultura, que es el suyo, resulta ingenuo que Rafael escriba: "Lezama Lima fue cat¨®lico, y en Cuba se qued¨® hasta el final (...)", sin aclarar que el Gobierno castrista nunca lo dej¨® salir de Cuba, como lo revela su correspondencia, publicada aqu¨ª mismo, en Espa?a, por la editorial Or¨ªgenes. Y en cuanto a Carpentier, cuyo amor por la revoluci¨®n se mostraba muy fervorosamente desde "su amado Par¨ªs, donde inuri¨®", ?qu¨¦ pas¨® con la trilog¨ªa de novelas sobre la revoluci¨®n cubana que anunci¨® en 1964? ?Por qu¨¦ no escribi¨® esos libros?
Esto es m¨¢s serio. Afirma Conte: "A los cubanos no les gusta la palabra democracia, est¨¢n enamorados del socialismo (...)". ?Acaso democracia y socialismo son contrastantes, amores imposibles? En Espa?a hay un Gobierno socialista. ?No es democr¨¢tico por ello? ?Puede haber un socialismo sin democracia, antidemocr¨¢tico? ?Por qu¨¦ entonces la palabra democracia es tan denigrada, no por el pueblo, sino por el Gobierno cu-
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