El asesinato de Jerzy Popieluszko se intent¨® dos veces
El teniente Waldemar Chmielewski, de 29 a?os, y el agente Leszek Pekala, de 32 a?os, los dos polic¨ªas polacos de rango inferior acusados de haber asesinado al sacerdote cat¨®lico Jerzy Popieluszko, declararon durante la instrucci¨®n del sumario que pensaban que cometieron el crimen sin riesgo alguno porque obedec¨ªan ¨®rdenes venidas "de muy alto", seg¨²n se supo ayer durante la primera vista del juicio que se sigue contra ellos. Estas manifestaciones fueron rechazadas por los otros dos acusados, el capit¨¢n Grezegorz Piotrowski, de 33 a?os, y el coronel Adam Pietruszka, de 47 a?os, su superior en el Ministerio del Interior. Los tres supuestos autores materiales del delito intentaron matar a Popieluszko dos veces.
"Una orden secreta ha llegado de muy alto. El crimen no ser¨¢ jam¨¢s revelado. No ten¨¦is nada que temer, sino que, por el contrario, ser¨¦is recompensados", dicen Chmielewski y Pekala que les dijo el capit¨¢n Piotrowski cuando les orden¨® matar al sacerdote Popieluszko, seg¨²n figura en el acta de acusaci¨®n le¨ªda ayer por el fiscal, con motivo del comienzo de la vista del juicio.Durante esta primera vista, el propio Leszek Pekala, primero de los acusados que fue interrogado, reiter¨® su declaraci¨®n sumarial, en t¨¦rminos casi id¨¦nticos. Afirm¨® que Piotrowski les convoc¨® a primeros del pasado mes de octubre para saber si estaban dispuestos a participar en "una operaci¨®n peligrosa, cubierta por los jefes" y en el transcurso de la cual el limosnero de Solidaridad "podr¨ªa perder la vida".
El capit¨¢n de la polic¨ªa, y responsable directo de los otros dos autores materiales, niega que esto sea cierto. Durante la instrucci¨®n del sumario declar¨® que hab¨ªa montado toda la operaci¨®n por iniciativa propia, "por frustraci¨®n" derivada de la falta de ¨¦xito de su departamento en la lucha contra "las actividades de ciertos sacerdotes".
En cuanto al cuarto acusado, el coronel Pietruszka, presunto "instigador y cooperador en el crimen", seg¨²n las acusaciones, el hombre que supuestamente facilit¨® los pases especiales a sus subordinados para que prepararan la fatal encerrona a Popieluszko, ha negado todo y ha calificado en el sumario de "absurdas" las acusaciones que contra ¨¦l se vierten.
Lo que s¨ª qued¨® claro en la primera jornada del juicio, a pesar de las declaraciones contradictorias de los acusados, es que ¨¦stos intentaron asesinar a Popieluszko en dos ocasiones. La primera de ellas el pasado 13 de octubre, cuando, apostados en la carretera de Gdansk a Varsovia, lanzaron piedras sobre el parabrisas del coche del sacerdote con intenci¨®n de provocar un accidente. Su proyecto era entonces prender fuego posteriormente al coche, o bien secuestrar al sacerdote para amedrentarle y, llegado el caso, matarle y enterrarle "en un lugar en el que nadie le hubiera encontrado".
El segundo intento, realizado el 19 de octubre sobre la carretera de Bygdosczcz, fue el definitivo. Poco antes de que el sacerdote pudiera llegar a Torun, detienen su coche. Waldemar Chrostowski, el ch¨®fer del padre Popieluszko, consigue escapar, saltando en marcha del coche de sus secuestradores, que han encerrado al sacerdote en el cofre. Golpean al cura en tres ocasiones sucesivas, cada vez que recupera el conocimiento.
Pietrowski, se dice en el sumario, hab¨ªa incluso preparado un bast¨®n especial, "de 55 cent¨ªmetros de largo y cubierto de trapos", para golpear a Popieluszko, al que ligaron cuello y pies con una cuerda pasada por la espalda. Cuando le arrojaron al r¨ªo V¨ªstula, el limosnero de Solidaridad no era m¨¢s que un cad¨¢ver. Seg¨²n la autopsia, se ahog¨® en su propia sangre.
El capit¨¢n se mantuvo durante toda la audiencia elegante y seguro, lo mismo que el coronel Pietruszka, que se muestra convencido de ser inocente. Chmielewski y Pekala parecen m¨¢s nerviosos. El primero tiembla a cada instante y aprieta las mand¨ªbulas. Cuando le preguntan su identidad apenas se le oye. El segundo mantiene casi todo el tiempo la vista baja, fija en el suelo. Todos ellos pueden ser condenados a muerte.
A esta primera sesi¨®n, convocada por el tribunal civil, pudieron asistir un centenar de espectadores y s¨®lo siete periodistas extranjeros. Entre ellos se encontraban la madre y el hermano de Jerzy Popielusko, que son parte civil en el proceso. Las autoridades argumentaron que la sala era peque?a para no admitir m¨¢s p¨²blico.
Las medidas de seguridad fueron impresionantes. Numerosos polic¨ªas proteg¨ªan los accesos al edificio del juzgado, y diversas barreras imped¨ªan el paso de peatones, salvo al centenar de privilegiados que dispon¨ªan de pases. Antes de entrar en la sala ¨¦stos eran sometidos a un nuevo cacheo por soldados vestidos de campa?a.
Incluso zonas de la ciudad alejadas del juzgado fueron tomadas por fuerzas de la polic¨ªa, que patrullaban con ca?ones de agua. El anuncio del asesinato del padre Popieluszko, conocido en toda Polonia por sus misas patri¨®ticas, provoc¨® en el pa¨ªs una conmoci¨®n sin precedentes desde la proclamaci¨®n de la ley marcial, en 1981. Sus funerales, celebrados el pasado 3 de noviembre en la parroquia de San Estanislao de Varsovia, donde el sacerdote hab¨ªa impartido su ministerio, se convirtieron en una gigantesca manifestaci¨®n del sindicato clandestino Solidaridad.
Nadie cree en Polonia que los cuatro acusados sean los ¨²nicos responsables del caso, ni que decidieran por s¨ª mismos secuestrar y asesinar al sacerdote.
El proceso contin¨²a hoy, y es probable que luego se aplace hasta el 2 de enero. Se escuchar¨¢ a 22 testigos en el transcurso del mismo. Se espera que la sentencia se conozca el 21 de enero.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.