Sobre la reforma de la ortograf¨ªa espa?ola
El autor de este art¨ªculo da razones por las que, a su juicio, ser¨ªa conveniente profundizar en la reforma de la ortograf¨ªa castellana. Su propuesta coincide con la celebraci¨®n de un simposio de la Sociedad Espa?ola de Ling¨¹¨ªstica sobre ortograf¨ªa. El problema de la reforma ortogr¨¢fica se remonta a los humanistas del siglo XVIII y ¨¦pocas anteriores. Pese a su antig¨¹edad el problema sigue pendiente.
El sistema ortogr¨¢fico espa?ol, com¨²n a m¨¢s de 20 naciones que hablan y escriben la misma lengua, no es resultado de una decisi¨®n inmutable tomada de una vez por todas en un momento dado de su historia, sino que ha ido conform¨¢ndose paulatinamente desde los or¨ªgenes del romance castellano escrito. En el siglo XIII, Alfonso X el Sabio estableci¨® su primera graf¨ªa al disponer que se escribiera seg¨²n la fon¨¦tica castellana, si bien hasta la segunda mitad del XVI, en lo que se llama per¨ªodo fon¨¦tico, fue muy vacilante e influida por la escritura latina.El per¨ªodo que llega hasta el siglo XVIII se conoce como de confusi¨®n o an¨¢rquico: la ortograf¨ªa era patrimonio de quien escrib¨ªa o ense?aba. Surgieron entonces los partidarios del fonetismo ("ass¨ª tenemos de escrivir como pronunciamos i pronunciar como escrivimos", Nebrija) y los del etimologismo ("Las lenguas
[ ... ] han de guardar, en lo posible, en la oscritura de los vocablos prestados, las normas de la lengua de origen" Bravo Grajera). A comienzos del siglo XVIII (1713) se fund¨® en Madrid la Real Academia Espa?ola (RAE), "para cultivar y fixar la lengua castellana".
Su labor a lo largo del primer siglo de existencia fue realmente admirable. Al principio de este periodo, denominado acad¨¦mico (que llega hasta la actualidad), la RAE fue estableciendo las bases del sistema ortogr¨¢fico espa?ol: sustituci¨®n de th por t, ph porf, rh por r, ch por c o qu, y por i, simplificaci¨®n de los d¨ªgrafos bb, dd, ff gg, pp, ss, tt por sus respectivas graf¨ªas simples; simplificaci¨®n de algunos grupos conson¨¢nticos cultos en ciertas palabras: bs por s, pt por t, x por s. En 1815, al considerar lo que a¨²n le queda por hacer (letras e/qu/k, g/j, etc¨¦tera), "pesando las ventajas e inconvenientes de una reforma de tanta trascendencia, ha preferido dejar que el uso de los doctos abra camino para autorizarla con acierto y mayor oportunidad".
Los doctos acudieron a la llamada. Aqu¨ª, entre otros, Salv¨¢ (1839), Rementer¨ªa (1843), la Acedemia Literaria i Cient¨ªfica de Profesores de Instrucci¨®n Primaria de Madrid (1843). En Hispanoam¨¦rica, Bello y Garc¨ªa del R¨ªo (1823), F. Puente (1835), Sarmiento (1842), la facultad de Filosof¨ªa y Humanidades de la Universidad de Chile (1844).
Ante tal situaci¨®n, Isabel II (en 1844) dispuso que la ortograf¨ªa acad¨¦mica fuera la ¨²nica obligatoria en las escuelas del reino. Desde esa fecha, la RAE s¨®lo ha introducido retoques que afectan, sobre todo, a la acentuaci¨®n, pero la reforma fundamental, todav¨ªa necesaria no ha vuelto a ser afrontada, pese a que le han sido ofrecidas nuevas propuestas (como la de J. P. G¨®mez en 1914 y, muy especialmente, la de Jes¨²s Moster¨ªn en 1981, aparte las que, desde 1951 hasta 1980, se han presentado en pr¨¢cticamente todos los congresos de academias de la lengua espa?ola, celebrados cada cuatro a?os). La RAE, pues, no ha continuado el esp¨ªritu de simplificaci¨®n y reforma que la anim¨® al principio.
Reforma y justicia
Si bien es cierto que "es cosa dura hacer novedad" (Nebrija) y que "a la Academia no le sentar¨ªan bien las calaveradas" (Tamayo y Baus, 1880), no lo es menos que una reforma de la actual ortograf¨ªa se impone no s¨®lo por razones de coherencia y sistematizaci¨®n, sino tambi¨¦n por otra, tanto o m¨¢s importante, de ¨ªndole extraortogr¨¢fica. Me refiero a la justicia social que demandan las varias decenas de millones de analfabetos puros de los pa¨ªses de habla hispana, cuyo acceso a la cultura se ve impedido por las dificultades que para ellos representa un sistema ortogr¨¢fico artificialmente complejo. En efecto, con harta frecuencia se olvida que la RAE, desde Madrid, no legisla s¨®lo para Espa?a, sino, adem¨¢s, para todos los pa¨ªses americanos, africanos y asi¨¢ticos donde se habla y escribe espa?ol.
Las razones que amparan una propuesta de simplificaci¨®n y reforma de nuestro sistema ortogr¨¢fico aparecen, pues, claras: a) introducir coherencia y l¨®gica interna en el sistema; b) rescatar del analfabetismo, en corto tiempo y al menor coste posible, a los millones de hispanohablantes que a¨²n no tienen acceso a los bienes de la cultura; c) facilitar la escritura, con la menor cantidad posible de faltas, a todos, cualquiera que sea su condici¨®n social.
En este sentido, la reforma de la ortograf¨ªa deber¨ªa consistir en lo siguiente: a) cada fonema (sonido) debe representarse con un grafema (letra) y s¨®lo uno; b) todo grafema que no represente sonido debe desaparecer de la escritura; c) en la graf¨ªa de las palabras deben prevalecer el uso y el fonetismo sobre la etimolog¨ªa, especialmente cuando ¨¦sta no est¨¢ bien establecida o se opone al genio de? espa?ol. La mayor dificultad del escribiente actual radica precisamente en el hecho de que existe inadecuaci¨®n entre lo pronunciado y lo escrito. Una vez acomodado lo uno a lo otro, el sistema ortogr¨¢fico ser¨¢ coherente y habr¨¢n desaparecido muchas de las causas por las que se cometen faltas de ortograf¨ªa incluso por personas formadas.
Dos importantes preguntas quedan por responder: a) ?qu¨¦ modelo de reforma?, y b) ?qui¨¦n debe patrocinarla? En relaci¨®n con la primera, muchos son los modelos propuestos, conservadores unos, m¨¢s o menos revolucionarios otros. El elegido aqu¨ª, que se muestra en el cuadro adjunto, es m¨¢s bien conservador y se atiene a la tradici¨®n de los sonidos y las graf¨ªas del espa?ol est¨¢ndar; coincide con la opini¨®n de otros' ort¨®grafos, pero no con la de algunos, por ejemplo, la de Moster¨ªn.
En cuanto a la segunda pregunta, la respuesta se deduce de lo dicho: si ninguna de las reformas patrocinadas por particulares ha tenido ¨¦xito, es obvio que s¨®lo la RAE puede emprenderla. Sin embargo, no se advierte signo alguno indicador de que piensa hacerlo. Hay, no obstante, una soluci¨®n intermedia, en consonancia con su deseo de 1815: la RAE podr¨ªa nombrar una comisi¨®n de sabios tanto espa?oles como hispanoamericanos que estudiara la conveniencia y alcance y consecuencias de una reforma de nuestro actual sistema ortogr¨¢fico, tendente a normalizar y sistematizar la escritura del espa?ol est¨¢ndar. La RAE continuar¨ªa as¨ª el honroso y encomiable trabajo de simplificaci¨®n y reforma ortogr¨¢fica emprendido por ella misma desde 1713 hasta 1815.
es ling¨¹ista.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.