El juego m¨¢s peligroso
Durante muchas d¨¦cadas, casi se podr¨ªa hablar de siglos, el juguete no se transformaba mas que en funci¨®n de las nuevas est¨¦ticas que fueran surgiendo. El arte sufr¨ªa evoluciones y el juguete, al igual que muchos otros elementos de las sociedades occidentales, era receptor de esas nuevas formas de expresi¨®n art¨ªstica. Los materiales para la construcci¨®n de ¨¦stos tampoco variaban considerablemente.En los ¨²ltimos tiempos no es s¨®lo la aparici¨®n de nuevos elementos que dejan atr¨¢s a las tradicionales maderas, telas, trapos y distintas calidades de papel mach¨¦, la que provoca que el juguete se transforme en algo novedoso y con dise?os a veces espectaculares, sino que la transformaci¨®n profunda de estos a?os sufrida por el juguete es mucho m¨¢s grave y penosa.
Antes, el juguete era un elemento a utilizar en los juegos creados por los propios ni?os; todos sabemos que incluso si ¨¦ste no exist¨ªa, el juego surg¨ªa igual. El placer de la posesi¨®n del juguete era sustituido por elementos sencillos, extra¨ªdos de la propia naturaleza o de materiales de desecho encontrados en la calle o en el entorno m¨¢s inmediato.
El juego s¨®lo ten¨ªa un ¨²nico protagonista y la escenograf¨ªa cambiaba en funci¨®n del poder adquisitivo del medio social del ni?o, pero el papel principal s¨®lo correspond¨ªa al fen¨®meno llamado de capacidad creadora, con sus variantes de inventiva, imaginaci¨®n y diversas actitudes para la creatividad.
Hoy se pretende que esa capacidad creadora no surja de la propia estructura ps¨ªquica del ni?o, sino que sea el objeto y, por tanto, el creador-inventor del mismo, el que ofrezca los aspectos creativos posibles del juego, marcando previamente las posibilidades a la imaginaci¨®n.
Esto ha provocado que los papeles entre juguete-ni?o se hayan visto curiosamente invertidos y que hoy sea el juguete el elemento activo y el ni?o, el elemento pasivo-observador, cuya funci¨®n a veces se limita a observar c¨®mo el juguete juega solo.
La capacidad de abstracci¨®n no aparece hasta una preadolescencia que girar¨ªa en torno a los 9-11 a?os, seg¨²n observan los movimientos de renovaci¨®n pedag¨®gica. El bombardeo publicitario de juguetes de gran atractivo raya con lo insultante, pero, por otro lado, estos juegos tambi¨¦n ofrecen aspectos positivos en algunos casos.
Otros sectores de la sociedad, como constructores de juguetes de corte antiguo o padres nost¨¢lgicos que urgan en las ra¨ªces de su infancia, saben o intuyen que el juego, tal y como se ha concebido durante toda una historia de la humanidad, est¨¢ en peligro.
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