Paul Nitze, un jugador experto en desarme, ser¨¢ el gran contrincante de Mosc¨²
El veterano ministro de Asuntos Exteriores de la URSS, Andrei Gromiko, tendr¨¢, a partir de las diez de esta ma?ana, un dif¨ªcil antagonista al otro lado de la mesa de la misi¨®n sovi¨¦tica en Ginebra. Paul Nitze, que el pr¨®ximo d¨ªa 26 cumplir¨¢ 78 a?os, es un dem¨®crata conservador que lleva cuatro d¨¦cadas tratando con los pol¨ªticos del Kremlin, casi el mismo tiempo que Gromiko, que inici¨® su carrera diplom¨¢tica como embajador en Washington en 1944.
El hombre que llevar¨¢ el peso t¨¦cnico de la negociaci¨®n, si finalmente se negocia con los sovi¨¦ticos, como principal asesor del secretario de Estado, George Shultz, acaba de afirmar: "Yo siempre suelo ganar al p¨®quer y al bridge". Paul Nitze, un hombre que se considera a s¨ª mismo un estadista comparado con el pu?ado de j¨®venes, a los que dobla en edad, que determinan hoy la pol¨ªtica de la Administraci¨®n Reagan, es posible que se lleve a Ginebra su piano si las negociaciones van por buen camino, como lo hizo cuando negoci¨® con los sovi¨¦ticos la reducci¨®n de euromisiles en Europa.Bach es su m¨²sico preferido, y Nitze suele tocar el piano para relajarse en la suite de su hotel despu¨¦s de pasar una jornada discutiendo sobre cabezas nucleares.
Nitze, cuya postura de firmeza en las relaciones con la URSS le ha ganado la antipat¨ªa de los c¨ªrculos liberales, es, sin embargo, un blando, una aut¨¦ntica paloma, para importantes sectores de la Administraci¨®n Reagan.
Este hombre de abundante pelo blanco, cuyo rostro bien esculpido recuerda al de un senador romano, fue una de las piezas claves en la negociaci¨®n del primer tratado de limitaci¨®n de armas nucleares estrat¨¦gicas, el SALT-1 -firmado por los entonces m¨¢ximos dirigentes Le¨®nidas Breznev y Richard Nixon en 1972-, que rubric¨® el comienzo de una etapa de distensi¨®n entre las dos superpotencias. Los ultraconservadores nunca le perdonar¨¢n su participaci¨®n en este tratado.
La misma dedicaci¨®n que puso Nitze para lograr este importante acuerdo la emple¨® a?os m¨¢s tarde en oponerse al SALT-2, porque en su opini¨®n significaba una prueba de debilidad hacia Mosc¨², arrancada a una Administraci¨®n de Nixon moribunda por el esc¨¢ndalo del caso Watergate. Los liberales nunca olvidar¨¢n, por su parte, los esfuerzos de Nitze para que el SALT-2 no fuera ratificado por el Senado norteamericano.
Complejidad nuclear
A la hora de elegir al principal asesor de George Shultz en las conversaciones de Ginebra, Ronald Reagan no ha tenido m¨¢s remedio que acudir a Paul Nitze. Es sin duda la persona que mejor domina las complejidades de la estrategia nuclear, en cuya definici¨®n y desarrollo ha participado desde que en 1946 negociara por primera vez con los sovi¨¦ticos. No le ha importado al presidente que los halcones del Pent¨¢gono opinen que Nitze es un peligro, porque cree que las negociaciones deben conducir a un resultado pactado entre las dos partes y que es posible llegar a un acuerdo con Mosc¨² sobre reducci¨®n de los arsenales at¨®micos.
Esta creencia le hizo imaginar una soluci¨®n para salir del atolladero en que se encontraban en junio de 1982 las negociaciones sobre euromisiles de Ginebra. Nitze ofreci¨® al entonces negociador del Kremlim, Yuli Kvitsinsky, una f¨®rmula original de reducci¨®n de los arsenales sovi¨¦ticos y norteamericanos de cohetes de alcance intermedio durante un famoso paseo por los bosques de las monta?as suizas del Jura. En Washington se acus¨® a Nitze de actuar por su cuenta, y han tenido que pasar dos a?os para que ahora se reivindique su capacidad negociadora con el nombramiento para regresar a Ginebra a iniciar el deshielo.
Nitze lleg¨® a la pol¨ªtica despu¨¦s de hacer mucho dinero como banquero en Wall Street y de casarse con Phyllis Pratt, hija del fundador de la compa?¨ªa petrol¨ªfera Standard Oil de Nueva York, y con quien tiene cuatro hijos. Se calcula su fortuna en m¨¢s de 5,5 millones de d¨®lares (unos 960.000 millones de pesetas).
Desde que se gradu¨® cum laude en Harvard en 1928, Nitze no ha dejado de estar cerca del poder, aunque nunca ha conseguido ning¨²n puesto clave. Gran aficionado a la historia, suele relatar c¨®mo en 1933 influy¨® indirectamente en la decisi¨®n de Franklin Delano Rooselvet de reconocer a la URSS.
La memoria hist¨®rica de este arist¨®crata de la pol¨ªtica es un recorrido por todos los acontecimientos importantes en los ¨²ltimos 40 a?os.
En 1940 entr¨® en la Administraci¨®n de Rooselvet como ayudante del secretario de Marina James Forrestal. Cuando Reagan hac¨ªa pel¨ªculas de la serie B en Hollywood, Nitze participaba en 1946, y desde el Departamento de Estado, en la definici¨®n y el desarrollo del plan Marshall de ayuda a Europa tras la Il Guerra Mundial.
Posteriormente investig¨® para el Gobierno norteamericano los efectos de las bombas at¨®micas que arrasaron las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki. Conoce de primera mano, por tanto, los efectos apocal¨ªpticos del arma nuclear, lo que no le impidi¨® apoyar el desarrollo de la bomba de hidr¨®geno y defender la utilizaci¨®n de armas at¨®micas de tipo t¨¢ctico en un eventual conflicto.
Nitze fue uno de los redactores de la hist¨®rica orden n¨²mero 48 del Consejo Nacional de Seguridad, elaborada poco antes de la guerra de Corea bajo la presidencia de Harry Trumann. El documento recomendaba el reforzamiento de la pol¨ªtica militar norteamericana para "contener" a la Uni¨®n Sovi¨¦tica, que acababa de romper el monopolio at¨®mico estadounidense.
La orden 68, que se refer¨ªa a la URS S como un "Estado esclavo y una oligarqu¨ªa desp¨®tica en b¨²squeda de la dominaci¨®n mundial" es considerada por los historiadores como uno de los primeros pasos de la guerra fr¨ªa.
Cuando lleg¨® a la Casa Blanca el general Eisenhower, Nitze, a pesar de sus credenciales conservadoras, tuvo que abandonar la Administraci¨®n y no logr¨® el cargo de secretario adjunto de Defensa, para el que parec¨ªa predestinado, y que alcanzar¨ªa, en plena guerra de Vietnam, con el presidente Lyndon Johnson.
John Kennedy tambi¨¦n utiliz¨® a Nitze en el Pent¨¢gono, lo que le permiti¨® participar en la reuni¨®n en la Casa Blanca en la que se decidi¨® la respuesta de EE UU a Nikita Jruschov durante la crisis de los misiles sovi¨¦ticos en Cuba, que coloc¨® al mundo al borde de la guerra nuclear.
Elegante, riguroso, reservado, Paul Nitze va a necesitar su mente anal¨ªtica, amiga de los detalles t¨¦cnicos, y su reconocida paciencia, para lograr que los sovi¨¦ticos negocien una aut¨¦ntica reducci¨®n de armamentos nucleares. ?sta puede ser la ¨²ltima oportunidad de su dilatada carrera.
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