Pacifistas y objetores
Desde hace alg¨²n tiempo, y cada vez con m¨¢s frecuencia, se habla y escribe sobre las excelencias del desarme, existiendo incluso quien pone en duda la utilidad de la milicia. Estos pacifistas, como otros que conoc¨ª y de cuya actuaci¨®n tratar¨¦ m¨¢s adelante, nos abruman con t¨®picos sobre el tema, pero ninguno responde con claridad a preguntas como ¨¦stas: ?est¨¢n ustedes de acuerdo con una marcha verde que despu¨¦s de pasar Ceuta y Melilla nos pisotee Sevilla, C¨®rdoba y Granada?, ?les parece bien que Europa occidental se arme para evitar que la debilidad de sus naciones anime a potenciales invasores, y nosotros, los espa?oles, nos sentemos a cantar las bondades de la neutralidad?Con todo, si esos especiales amantes de la paz fueran sinceros podr¨ªamos considerarles respetables; pero tengo experiencias que me llevan a pensar lo contrario. Siendo soldado (quinta de 1935) conoc¨ª entre mis compa?eros de reemplazo a varios pacifistas manifiestamente contrarios al Ej¨¦rcito; ning¨²n apego a las armas, ninguna simpat¨ªa por la instrucci¨®n militar. Si no ocurriera luego la guerra civil, estos soldados hubiesen dejado de serlo al cumplir un a?o de servicio, y todos los dem¨¢s, como yo, con otras ideas al respecto, les hubi¨¦ramos cre¨ªdo errados, pero sinceros. Lo que significo ahora es que cuando se vieron metidos en p¨®lvora no les hizo falta que nosotros oprimi¨¦ramos nuestro ¨ªndice sobre el suyo para apretar el gatillo. El problema fue que, en casos, hubo que quitarles con violencia el fusil para que no siguieran disparando cuando ya, en la parcial lucha vencedores, se hab¨ªan acabado los motivos estrictamente militares para herir o matar. ?Que Dios nos perdone a todos!
No s¨¦ si ser¨ªan pacifistas los autores de la faena en Paracuellos, y no aludo al se?or Carrillo, al que considero tan inocente de aquello como yo en lo de Estepar. Tampoco s¨¦ si eran pacifistas los responsables o los ejecutores de las muertes en el pueblo burgal¨¦s ¨²ltimo citado. S¨ª aseguro que ni a losunos ni a los otros les hab¨ªan ense?ado eso en el Ej¨¦rcito, y de ninguna manera los excesos de los de mi reemplazo.-
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