Caras y caretas
Dicen los rumores de Vetusta que cuando Jos¨¦ Mar¨ªa Calvi?o, director general de RTVE, colg¨® el tel¨¦fono, ?ngeles Caso lloraba. Entre los trabajadores del Ente no son precisamente noticia las l¨¢grimas, pero esta vez el llanto de ?ngeles no era por un despido, por un descenso de categor¨ªa laboral, ni siquiera por un descuido profesional, era por un salto a la fama.Lloraba desconsoladamente la presentadora asturiana porque el astuto Calvi?o hab¨ªa decidido convertirla de la noche a la ma?ana en portada de revista, en titular del cuerpo 36, en pasto de fot¨®grafos, en carnaza de cotillero rosa o amarillo.
Lo que no pudo Enrique V¨¢zquez lo pudo, l¨®gicamente, Jos¨¦ Mar¨ªa Calvi?o, y a partir de las 20.30 horas de hoy, lunes, despu¨¦s de la sinton¨ªa del telediario, la bella que no quer¨ªa triunfar fuera de su autonom¨ªa est¨¢ condenada por narices a formar parte del pu?ado de divinidades del olimpo electr¨®nico.
Si yo supiera escribir como Umbral o como Vicent, no se me escapaba de las manos la historia de esta chica de provincias a la que un helado d¨ªa de enero obligaron a ser famosa.
Una historia con ingredientes de alcurnia narrativa, que yo vi a ?ngeles Caso, enfundada en un body negro, hacer de Ana Ozores la mism¨ªsima Regenta, en un divertido y desmitificador ballet titulado Los sapos de Vetusta.
Pero yo vine a esta p¨¢gina a contar cosas bastante m¨¢s prosaicas de la bella que est¨¢ a punto de ser devorada por el Saturno cat¨®dico, apost¨®lico y ahora machadiano.
?ngeles es la ¨²ltima v¨ªctima, por el momento, de ese monstruo burocr¨¢tico que prefiere maquillar peri¨®dicamente su busto parlante para evitar transformar a fondo su esp¨ªritu pensante.
El llanto de la nueva presentadora del telediario de la noche no solamente hay que interpretarlo como el natural miedo a volar m¨¢s alto, a cambiar la confortable escala de la popularidad provinciana por la mareante y resbaladiza escala del estrellato nacional; sus l¨¢grimas tambi¨¦n son las del chivo expiatorio que se siente manipulado como tal.
Porque sabe ?ngeles Caso, me consta que lo sabe, que ni su rostro ni su cuerpo son suficientes para que nos creamos el informativo, aunque sean atributos m¨¢s que suficientes para dar ese triple salto mortal a la fama (en provincias no se es famoso, se es conocido, que es asunto muy distinto) y acabar anunciando las rebajas de El Corte Ingl¨¦s.
Lo f¨¢cil de nuestra televisi¨®n es lanzar el mito de un nuevo presentador; lo verdaderamente complicado es lo que todos esperamos desde que los telediarios se nos han convertido en el modelo narrativo del acontecimiento, sin el cual las cosas dejan de pertenecer a eso que hemos dado en llamar realidad: que las cuartillas que lea el presentador famoso, o que va para famoso, tengan credibilidad.
Las reformas
Todav¨ªa es pronto para saber si esta ¨²ltima, y por lo visto definitiva, reforma de los informativos de TVE servir¨¢ solamente para estrellar a ?ngeles Caso, Concha Garc¨ªa Campoy, Carlos Herrera y dem¨¢s nombres que dan la cara, o tambi¨¦n para lograr que las noticias de la tele dejen de ser las hermanas tontas del periodismo. Por el momento, ¨²nicamente he observado cambios en las caras y en las caretas electr¨®nicas.
Llega ?ngeles Caso, se esconde prudentemente Amalia S. Sampedro, desaparecen los hombres del tiempo, se oculta Mellizo, empieza a brillar con luz propia Concha Campoy, salta de telediario Manolo Campo, huye V¨¢zquez al extranjero, no sabemos si est¨¢ o no est¨¢ Rosa Mar¨ªa Mateo metida en la reforma y surge Marisol Gonz¨¢lez los fines de semana.
Las antiguas divinidades eran adoradas por haber hecho algo, generalmente la guerra, el amor o la religi¨®n. Las divinidades electr¨®nicas de hoy son conocidas y admiradas ¨²nicamente por ser conocidas, es decir, por salir en la televisi¨®n. Por eso lloraba ?ngeles Caso.
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