Osad¨ªa de la duda
Aunque no sea precisamente nuevo cuanto ofrece esta visi¨®n del futuro, hoy ya presente si nos atenemos al t¨ªtulo, conserva su capacidad de horror. Esa sociedad enclaustrada, dominada y enga?ada tuvo su genial precedente en Metr¨®polis, un profundizado an¨¢lisis en Fahrenheit 451 y hasta una imaginativa prolongaci¨®n en The wall. De todas se nutre, al menos en aspectos, 1984, este filme basado en la obra hom¨®nima de George Orwell, que ha constituido, por otra parte, la ¨²ltima pel¨ªcula que rod¨® Richard Burton.
Falso enemigo
1984
Gui¨®n y direcci¨®n: Michel Radford, seg¨²n la novela 1984, de George Orwell. Fotograria: Roger Deakins. Int¨¦rpretes: John Hurt, Richard Burton, Suzanna Hamilton, Cyril Cusack, Gregor Fisher. Brit¨¢nica, 1984. Drama. Locales de estreno: Roxy B, Narv¨¢ez (en versi¨®n doblada), Alphaville (en versi¨®n subtitulada). Madrid.
En esta pel¨ªcula, el espanto hacia tal sociedad no se concreta s¨®lo en las obligadas reuniones masivas dedicadas a proferir insultos programados, ni en la implacable imagen del Gran Hermano que ilustra de continuo los televisores g¨ªgantes que jam¨¢s se pueden silenciar, ni en la sordidez de una vida prevista hasta en sus menores detalles, sino en la imposibilidad de que esa vida tenga alg¨²n car¨¢cter humano. Prohibido el amor, ninguno tiene posibilidad de conectar con los dem¨¢s.Se han inventado un falso enemigo (?quiz¨¢ el comunismo?; 1984 es bastante ambigua en este sentido. Su director declara haber querido advertir contra los totalitarismos, de la derecha y de la izquierda). Enemigo cuyos poderes parecen extraordinarios, y su maldad, constante. Con frecuencia, alg¨²n traidor contrito se autocritica a trav¨¦s de los omnipotentes televisores. Todo est¨¢ en orden, todo es perfecto mientras siga vivo el odio por el enemigo.
De entre todos, un hombre (espl¨¦ndido, John Hurt) se atreve a la duda. Ha reflexionado por su cuenta y se niega a prescindir del amor.
Su duro trayecto es el que la pel¨ªcula sigue en la segunda mitad, perdiendo parte del br¨ªo que encabez¨® la narraci¨®n. Se insiste en lo ya conocido, retrasando el denso y largo encuentro final entre ese protagonista v¨ªctima y el poderoso O'Brian, sobriamente interpretado por Richard Burton en su ¨²ltima aparici¨®n en el cine. (Conviene contemplar al gran actor gal¨¦s en la versi¨®n original.)
Michel Radford, el joven director de Another time, another places, hace en este segundo largometraje una demostraci¨®n de sus posibilidades para conducir pel¨ªculas de mayor complejidad y mejores medios, pero pierde algo de aquella impronta de su primer filme al recorrer caminos ya andados o no buscando una orientaci¨®n distinta. Su trabajo es pulcro y apasionado, pero ingenuo.
Esplendor de la imagen
Las im¨¢genes adquieren m¨¢s esplendor en la primera parte del filme, sin mantener luego id¨¦ntico nervio. De ah¨ª que los conflictos de 1984 sean prioritariamente narrativos, sin necesidad de relacionarlos con la novela en que se ¨ªnspira.La pretendida inocencia ideol¨®gica de la pel¨ªcula 1984, que fue discutida en el ¨²ltimo festival internacional de cine Valladolid (Seminci), donde se mostr¨® por vez primera a espectadores espa?oles, no suple la ausencia de m¨¢s adecuados matices.
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