Savater y la droga
El d¨ªa 10 de enero publica F. Savater un interesante art¨ªculo que, en mi opini¨®n, se basa en una notable falacia. En ¨¦l se contrapone de una manera absoluta el Estado opresor y la sociedad civil formada por individuos libres, y casi todo el llamado problema de la droga se hace derivar de su no legalizaci¨®n.Pero ocurre que en esta sociedad en que vivimos, todo producto susceptible de reportar beneficios econ¨®micos se convierte autom¨¢ticamente en mercanc¨ªa; si el producto es ilegal, lo har¨¢ seg¨²n las pautas del mercado negro; si es le gal, lo har¨¢ seg¨²n las pautas del mercado normal. Se puede discutir si es mejor o peor que el comercio de la droga discurra por los cauces del mercado negro o por los del mercado normal, pero no es leg¨ªtimo, en mi opini¨®n, pretender que a la ilegalidad y comercializaci¨®n clandestina se contraponen la libertad y el derecho del individuo a tomar sus propias decisiones porque no son ¨¦stos, en realidad, los t¨¦rminos de la oposici¨®n.
Para F. Savater, la legalizaci¨®n de la droga no supondr¨ªa un aumento espectacular de su consumo, porque "los h¨¢bitos del trabajo y el ocio son pautas sociales profundamente arraigadas" que cambian con dificultad. Cabe pensar m¨¢s bien lo contrario, porque "mucho del prestigio de la droga viene hoy de su prohibici¨®n". En mi opini¨®n, esas "pautas sociales profundamente arraigadas" pueden cambiar con relativa facilidad por muy diversos motivos. Por ejemplo, si eso va a proporcionar suficientes beneficios econ¨®micos como para proponerse cambiarlas. Y as¨ª, por ejemplo, en Espa?a podr¨ªamos pasar a ser los primeros consumidores mundiales de hero¨ªna del mismo modo que, al parecer, lo somos de t¨®nica, gracias a una famosa serie de anuncios. En definitiva, si la droga se legalizase, simplemente los canales ser¨ªan otros; habr¨ªa vallas publicitarias cantando las excelencias del producto, y el prestigio ya no lo dar¨ªa la ilegalidad, sino su constante asociaci¨®n a casas lujosas o se?oras estupendas. Seguramente, el problema para las personas afectadas ser¨ªa menor, aunque el n¨²mero de ¨¦stas cabe pensar que crecer¨ªa, por cuanto que la tendencia ser¨ªa a aumentar lo m¨¢s posible el n¨²mero de consumidores. Otra cosa es que la droga no se considere como un mal en s¨ª misma: en mi opini¨®n, esto podr¨ªa ser cierto en esa sociedad ideal, y abstracta, de que parte Savater, pero no creo que lo sea en la situaci¨®n concreta y real en que estamos. Seg¨²n los razonamientos de Savater -y que me perdone si me equivoco y hago involuntaria demagogia-, el Estado no deber¨ªa tampoco coartar la libertad del trabajador para trabajar, si quiere, sin contrato o sin seguridad social. Yo creo que el Estado tiene unas relaciones con la sociedad civil, por complejas y contradictorias que ¨¦stas sean, no solamente se le contrapone como bestia apocal¨ªptica.
En definitiva, creo que es leg¨ªtimo defender la legalizaci¨®n de la droga o cualquier otra postura que se considere correcta, pero no me parece adecuado hacerlo en los t¨¦rminos en que lo hace F. Savater ni tampoco pretender que tal legalizaci¨®n supondr¨ªa alg¨²n tipo de cambio radical en el asunto de la droga En mi opini¨®n, ese cambio radical s¨®lo puede conseguirse, o bien construyendo una sociedad distinta, o bien consiguiendo, de alg¨²n modo que a m¨ª no se me ocurre, que la droga no sea negocio. Pero la b¨²squeda de soluciones totales, en cualquier caso, no deber¨ªa servirnos para disculparnos de buscar soluciones parciales a un mientras tanto que para muchos es muy dif¨ªcil-
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