?rase una vez la televisi¨®n
La serie el Superagente 86 lleg¨® a Espa?a en 1966. En aquellos tiempos ya incluso se hab¨ªa aceptado el t¨¦rmino tel¨¦filme para denominar este tipo de programas, que en los inicios de la televisi¨®n en Espa?a fueron denominados como cine en cap¨ªtulos.Ya en aquel tiempo, el g¨¦nero policiaco se hab¨ªa convertido en la f¨®rmula de ¨¦xito seguro. Series como Perry Mason, Los intocables, El Santo, El agente de CIPOL, Los vengadores, Misi¨®n imposible o Yo soy esp¨ªa no son m¨¢s que algunos de los ejemplos de series emitidas en Espa?a durante los primeros a?os sesenta en las que apuestos e inteligentes adalides luchaban y triunfaban diariamente contra el mal. Como r¨¦plica, la Columbia encarga a algunos de sus creadores el proyecto de una serie de humor sobre el mundo del espionaje. Entre ese equipo figuraban algunos desconocidos en aquellos a?os. Tal era el caso de un joven que parec¨ªa tener cierta ocurrencia. Se llamaba Mel Brooks.
La serie narraba las aventuras, y sobre todo las desventuras, de un esforzado grupo de agentes secretos norteamericanos que formaban parte de la agencia de contraespionaje Control, que ha de salvar al mundo de las p¨¦rfidas intenciones de la organizaci¨®n Caos. Para representar el papel estrella de la serie, la productora escogi¨® a un conocido c¨®mico de los escenarios norteamericanos, Don Adams. Como ¨²nicos acompa?antes fijos del agente figuraban la Agente 99, Barbara Feldon, y el equipo directivo de Control, formado por El Jefe, al que nadie jam¨¢s osar¨¢ llamar de otro modo, y su peculiar lugarteniente Larabee.
Los cap¨ªtulos que ahora reemite TVE corresponden a la segunda ¨¦poca de la serie, en la que el propio Don Adams figura como director de las filmaciones. Los episodios que cada lunes podemos contemplar fueron rodados a partir de 1969, una vez que la serie hab¨ªa triunfado en la mayor parte del mundo. Las razones de este ¨¦xito son curiosamente m¨¢s comprensibles al hacer el an¨¢lisis con la perspectiva que dan los a?os pasados, y sobre todo al contemplar la realidad de la televisi¨®n de los a?os ochenta.
Diferencias
En contra de lo que algunos piensen, no es el recuerdo el que marca la diferencia entre Dallas y Flamingo Road y la mayor parte de las series producidas 20 a?os atr¨¢s. En aquellos tiempos hacer televisi¨®n era una actividad expresiva como cualquier otra, con la ¨²nica diferencia con respecto al cine de que era considerada como un trabajo menor. Los costes de producci¨®n eran menores, lo que permit¨ªa experimentar y servir de banco de pruebas a futuras figuras del cine.
Hoy hacer televisi¨®n para los norteamericanos no es m¨¢s que un vulgar negocio. La mercadotecnia y la aplicaci¨®n de t¨¦cnicas subliminales han sustituido al gui¨®n y a la realizaci¨®n. La acci¨®n no se consigue con intriga y con una planificaci¨®n inteligente, sino con un aceleramiento en el ritmo del montaje.
Que las series de televisi¨®n que actualmente enturbian nuestro tiempo libre son muy malas es tan indiscutible como que una vez hubo un medio de comunicaci¨®n que promet¨ªa ser divertido, ¨¢gil, inteligente y original.
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