El pesimismo reina en Portugal
Portugal es un pa¨ªs dominado por el pesimismo. Y como latinos, los portugueses se r¨ªen de su propia desgracia. Circula un chiste por Lisboa: "Los espa?oles est¨¢n comprando fincas en Extremadura, cerca de la frontera, para tener vistas al mar cuando Portugal se hunda". Ni siquiera los dirigentes de los dos partidos que formaron la coalici¨®n de Gobierno tras las elecciones del 25 de abril de 1983, el socialista (PS) y el socialdem¨®crata (PSD), caen en el pecado del optimismo, por temor a caer en el pecado del rid¨ªculo."Soares-Pinto-A la calle", "Basta de miseria", "Basta de hambre". La austeridad ha llegado tambi¨¦n a las pintadas callejeras, que marcaron con su creatividad los primeros a?os de la revoluci¨®n. La mayor¨ªa de estas protestas en los muros tienen ya varios meses de vida. Pero siguen siendo representativas de la oposici¨®n al Gobierno, fundamentalmente del Partido Comunista (PCP) y de la poderosa Central General de Trabajadores de Portugal (CGTP-Intersindical, comunista), y de amplios sectores de la poblaci¨®n que sufren en sus carnes la agresi¨®n de la crisis y de la pol¨ªtica de austeridad.
Las elecciones del 25 de abril de 1983, como todas las celebradas desde el triunfo de la revoluci¨®n de los claveles, en 1974, no otorgaron mayor¨ªa absoluta de esca?os en la Asamblea Nacional a ninguno de los cuatro partidos que lograron representaci¨®n parlamentaria. El Partido Socialista (PS) obtuvo 101 esca?os; el socialdem¨®crata (PSD), 75; la Alianza del Pueblo Unido (dominada por el PCP), 44, y el derechista Centro Democr¨¢tico y Social (CDS), 30.
Unas dif¨ªciles negociaciones concluyeron con la formaci¨®n del bloque central, coalici¨®n de socialistas y socialdem¨®cratas que, con el 70% de los esca?os de la Asamblea, parec¨ªa tener garantizada una gobernaci¨®n libre de sobresaltos. No ha sido as¨ª. La pol¨ªtica de estabilizaci¨®n impuesta por el Fondo Monetario Internacional (FMI) y las diferencias entre los aliados de hoy (apenas ayer enemigos), han agudizado las tensiones sociales y pol¨ªticas en los ¨²ltimos 18 meses, con el factor a?adido de una intervenci¨®n del presidente de la Rep¨²blica, el general Antonio Ramalho Eanes, que dif¨ªcilmente puede considerarse ajena a la formaci¨®n de un nuevo partido en torno a su persona.
En el plano exterior, la receta del FMI, que condicionaba a su cumplimiento la concesi¨®n de nuevos cr¨¦ditos, impon¨ªa la reducci¨®n del d¨¦ficit de la balanza de transacciones corrientes y de la deuda externa. El. objetivo se cumpli¨® con creces. El primero de los desequilibrios, que en 1982 alcanzaba los 3.245 millones de d¨®lares, se redujo a 1.620 millones en 1983 y a 700 millones en 1984, muy por debajo del objetivo de 1.250 millones. En cuanto a la deuda externa, se consigui¨® limitar el ritmo de su crecimiento (25% en 1982) y se ha mantenido en el 5%, hasta alcanzar unos 15.000 millones de d¨®lares, una de las mayores del mundo per c¨¢pita pero en un nivel que aleja la quiebra financiera que parec¨ªa inevitable hace tan s¨®lo dos a?os.
Mario Soares deposit¨® el inc¨®modo expediente de administrar la crisis en Ernani Lopes, un independiente pr¨®ximo al Opus Dei, que incluso amenaz¨® con dimitir cuando se aprob¨® la ley de despenalizaci¨®n del aborto. Uno de sus m¨¢s pr¨®ximos colaboradores, que pide que no se publique su nombre, reconoce que no es lo mismo mejorar las finanzas que mejorar la econom¨ªa y que el ¨¦xito exterior ha tenido graves consecuencias en el plano de la coyuntura econ¨®mica interna, entre otras la disminuci¨®n de los salarios reales y el estancamiento de la actividad productiva. "Pero no hab¨ªa otra salida", asegura. "En econom¨ªa no hay milagros y este Gobierno ha hecho lo ¨²nico que pod¨ªa hacer ante el programa de estabilizaci¨®n del FMI". Para el asesor de Ernani, "la responsabilidad de la crisis es de los anteriores Gobiernos, que dejaron el pa¨ªs al borde de la bancarrota".
Situaci¨®n de prerruptura
Las cr¨ªticas desde el campo de los interlocutores sociales a la pol¨ªtica econ¨®mica del Gobierno proceden tanto de las organizaciones empresariales c¨®mo de la jerarqu¨ªa cat¨®lica y de la CGTP-Intersindical, que agrupa a cerca de dos millones de trabajadores, de una poblaci¨®n activa que ronda los 4,5 millones.?lvaro Rana, miembro de la direcci¨®n colegiada de la central, afirma que se est¨¢ llegando a "una situaci¨®n de prerruptura, con niveles intolerables de degradaci¨®n econ¨®mica y social". Rana (que niega que la CGTP sea la rama sindical del partido comunista, pero que s¨ª admite que el PCP es su correa de transmisi¨®n en el Parlamento) denuncia "descensos insoportables de los salarios reales, entre el 13,5% y el 15% en 1984" (oficialmente se admite el 10%), "una pol¨ªtica fiscal que castiga a las clases trabajadoras, un aumento brutal del desempleo, que ya supera el 12%" (el Gobierno admite un aumento del 14,6% en 1984, hasta un 8,1%) y "un proceso acelerado de destrucci¨®n de empleo".
"El resurgir de las sopas de los pobres", facilitadas sobre todo por organizaciones ligadas a la Iglesia, "y el aumento de los suicidios (m¨¢s de 900 el pasado a?o)" son fiel reflejo de la degradaci¨®n social, seg¨²n el dirigente sindical.
Rana denuncia que hay 150.000 trabajadores que no cobran sus salarios, en tanto que, oficialmente, se afirma que no llegan a los 100.000 y que la situaci¨®n ya exist¨ªa antes de abril de 1983. Para el dirigente de la CGTP, el castigo a la clase trabajadora no se ha visto correspondido con el rigor para la reducci¨®n del d¨¦ficit p¨²blico.
Para la CGTP la ¨²nica salida es la dimisi¨®n del Gobierno. Una soluci¨®n que incluso se queda corta para la Confederaci¨®n de la Industria Portuguesa (CIP), que agrupa a unas 47.000 empresas. El vicepresidente, Rui Manuel Nogueira, y el director de Asuntos Financieros, Fritz J. Haser, presentan un panorama catastr¨®fico de la empresa privada. "No tenemos encargos, nos enfrentamos a tremendas dificultades de financiaci¨®n, las relaciones laborales no son el¨¢sticas. Ser¨¢ muy dificil recuperar la actividad industrial, las p¨¦rdidas de las empresas p¨²blicas son insostenibles...".
La puesta en pr¨¢ctica de las soluciones que ofrece la CIP supondr¨ªa, no ya el cambio de Gobierno, sino de sistema, una amplia reforma constitucional que reprivatizase las empresas p¨²blicas (incluyendo los bancos), cambiase las leyes laborales (para facilitar el despido) y permitiese, alterando la legislaci¨®n electoral, Gobiernos estables. "La revoluci¨®n empeor¨® la situaci¨®n econ¨®mica", aseguran. ?Quieren, entonces, volver al salazarismo? "De ninguna forma, s¨®lo deseamos una situaci¨®n razonable". ?Un pron¨®stico? "A medio plazo, no vemos una soluci¨®n que pueda salvar al pa¨ªs"
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