El palmetazo de Reagan
LA RECIENTE decisi¨®n del presidente Ronald Reagan de atribuir al Pent¨¢gono (administraci¨®n militar) la facultad de autorizar o prohibir todas las transferencias de tecnolog¨ªa de doble uso (civil y militar) destinadas a Espa?a ha puesto en evidencia la limitada soberan¨ªa de las pol¨ªticas nacionales en el mundo actual y el precario equilibrio de nuestra pol¨ªtica exterior.El futuro industrial de Espa?a depende de nuestro acceso a la utilizaci¨®n y a la producci¨®n de las nuevas tecnolog¨ªas electr¨®nicas e inform¨¢ticas. La llave de ¨¦stas la tiene casi exclusivamente, por no decir en solitario, Estados Unidos. A ello hay que unir la falta de neutralidad de esas tecnolog¨ªas: un subgrupo de ordenador, un microprocesador o un chip de sofisticado dise?o, son componentes indispensables e intercambiables (ambivalentes) para cualquier producto avanzado para usos civiles o militares (sat¨¦lites, ordenadores, transmisores, propulsores, etc¨¦tera).
Esa hegemon¨ªa mundial de Estados Unidos en tecnolog¨ªas cuyo desarrollo se encuentra a gran distancia de los que posee en la actualidad la Uni¨®n Sovi¨¦tica, explica el celo de la Administraci¨®n Reagan para evitar filtraciones de estos componentes, a trav¨¦s de terceros pa¨ªses (entre ellos Espa?a), hacia el bloque socialista. Pero, como consecuencia de la decisi¨®n, la Compa?¨ªa Tel¨¦fonica Nacional de Espa?a puede verse obligada a rechazar la venta a la Uni¨®n Sovi¨¦tica de una importante partida de sistemas de telefon¨ªa, pese a la aparente inocuidad del producto, porque contienen entre sus componentes un microprocesador made in USA susceptible de ser aplicado a productos b¨¦licos.
No parece casual que las limitaciones impuestas en este terreno por Reagan a Espa?a y otros 14 pa¨ªses se hayan producido en v¨ªsperas de la reanudaci¨®n en Ginebra de las conversaciones de desarme. En este marco de confrontaci¨®n entre bloques, Washington no, permite ambig¨¹edades en el terreno de la tecnolog¨ªa de doble uso. Las declaraciones del presidente del Gobierno espa?ol sobre la conveniencia de permanecer dentro de la OTAN, sin aumentar la integraci¨®n en la estructura militar, no son garant¨ªa suficiente para la Casa Blanca. Desde hace a?o y medio EE UU presiona a las autoridades espa?olas para que nos integremos, como los dem¨¢s pa¨ªses de la OTAN, en el Comit¨¦ de Coordinaci¨®n de Exportaciones (COCOM). Este organismo internacional, con sede en Par¨ªs, controla las transferencias tecnol¨®gicas de los pa¨ªses occidentales a los pa¨ªses del Este.
El Gobierno espa?ol respondi¨® a Estados Unidos en su d¨ªa que, "por el momento, Espa?a no puede adherirse al COCOM por razones pol¨ªticas". Washington propuso entonces que Espa?a firmase un tratado bilateral sobre control de tecnolog¨ªa de doble uso, e incluso remiti¨® un borrador de acuerdo al Gobierno espa?ol. El ¨²ltimo Consejo de Ministros del mes de octubre estudi¨® este tema, al que se est¨¢ dando largas. En un documento reservado de Asuntos Exteriores se dice textualmente: "Analizada la pretensi¨®n norteamericana, por parte espa?ola se decidi¨® en un primer momento no iniciar negociaciones, en raz¨®n a los muchos obst¨¢culos e inconvenientes de todo tipo que existen para llevar a cabo tal acuerdo o entendimiento. En efecto, no s¨®lo existen problemas pol¨ªticos (introducci¨®n de una nueva discriminaci¨®n frente a pa¨ªses del Este con los que se tienen firmados acuerdos de cooperaci¨®n econ¨®mica e industrial, posible consideraci¨®n por la opini¨®n p¨²blica de un acuerdo con EE UU sobre esta materia como un paso del Gobierno hacia una integraci¨®n militar en la OTAN ... ), sino econ¨®micos (dificultades e imposibilidad legal para aceptar la extraterritorialidad de la legislaci¨®n norteamericana en esta materia) y, por ¨²ltimo, incluso administrativos (inexistencia de instrumentos legales en Espa?a para controlar sistem¨¢ticamente estas exportaciones, y dificultades financieras y humanas para la inspecci¨®n solicitada por Estados Unidos)".
En este contexto, se han producido dos graves filtraciones de componentes electr¨®nicos y ordenadores hacia pa¨ªses del Este por parte de dos empresas espa?olas (Piher y Suin), y se frustr¨® en el ¨²ltimo momento una operaci¨®n similar concertada por Secoinsa. Los industriales espa?oles del sector reconocen que hay una serie de empresas de importaci¨®n y exportaci¨®n, que aparecen hoy y se disuelven a los tres meses, que importan componentes de Estados Unidos y los reexportan, a trav¨¦s de terceros pa¨ªses, hac¨ªa el bloque socialista. De ah¨ª que los industriales espa?oles, cuyo futuro depende de las transferencias tecnol¨®gicas que otorgue Estados Unidos, sean decididos partidarios de la integraci¨®n en el COCOM. Indican, incluso, que operaciones tan importantes como la instalaci¨®n de AT&T en Espa?a, o el futuro industrial de IBM o ITT en nuestro pa¨ªs, pueden ser vetados por la Administraci¨®n Reagan, y desbaratarse, si persiste la t¨¢ctica dilatoria del Gobierno sobre ese tema.
El problema es complejo y deben evaluarse con rigor las razones que existen a favor y en contra de nuestra adhesi¨®n al COCOM. Lo grave es que se haya hurtado este debate a la opini¨®n p¨²blica, hasta ahora, y que desde hace a?o y medio se est¨¦ respondiendo con ambig¨¹edad -escondiendo como el avestruz la cabeza debajo del ala- a las claras propuestas de Norteam¨¦rica. Esta pol¨ªtica, como ha puesto de manifiesto la ¨²ltima decisi¨®n de Reagan, no nos libra de las represalias norteamericanas.
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