Sharon perdi¨® finalmente la 'guerra' contra 'Time'
El ministro israel¨ª Ariel Sharon gan¨® las dos primeras batallas y consigui¨® poner de rodillas al poderoso semanario Time, pero finalmente ha perdido la guerra contra una de las instituciones del establishment norteamericano. La gran Prensa lanz¨® ayer un suspiro de alivio al saber que el pol¨ªtico israel¨ª no consegu¨ªa la condena de Time por libelo, que le hubiera costado a la revista 50 millones de d¨®lares -unos 8.500 millones de pesetas-, pero al mismo tiempo tendr¨¢ que revisar sus procedimientos de edici¨®n y control de sus art¨ªculos.
El juicio ha demostrado que la protecci¨®n para la libertad de expresi¨®n es muy amplia en Estados Unidos y que es pr¨¢cticamente imposible que un personaje p¨²blico pueda ganar un caso de libelo contra la Prensa. Los medios de comunicaci¨®n de masas son m¨¢s impopulares que nunca, y s¨®lo un 33% de los norteamericanos conf¨ªa en los peri¨®dicos, frente a un 51% que lo hac¨ªa en 1970. Algunos periodistas criticaron ayer que Time ha actuado imprudentemente y con demasiada arrogancia.Las dos partes litigantes, que se han gastado unos tres millones de d¨®lares -unos 510 millones de pesetas- en la batalla jur¨ªdica de m¨¢s de dos meses de duraci¨®n, clamaron victoria. Ariel Sharon, de 56 a?os, que a veces se ha cre¨ªdo que es el rey de Israel, como afirman sus seguidores pol¨ªticos, dice que ha conseguido lo que quer¨ªa: "demostrar que Time minti¨®". Es posible que este juicio le sirva para rehacer su carrera pol¨ªtica en su pa¨ªs, hundida tras su participaci¨®n en la invasi¨®n de L¨ªbano, y el reconocimiento por una comisi¨®n investigadora de su responsabilidad indirecta en las matanzas de los campamentos palestinos.
Para Time el art¨ªculo era "sustancialmente cierto", y Sharon s¨®lo intent¨® ganar ante un tribunal norteamericano el honor que hab¨ªa perdido previamente en su pa¨ªs. "Si Sharon hubiera ganado su querella", explica, la revista, "la Prensa se lo hubiera tenido que pensar dos veces antes de publicar cr¨ªticas contra cualquier poderoso pol¨ªtico extranjero, cuyo Gobierno es capaz de controlar el acceso a las pruebas". Time se quej¨® durante el proceso de la imposibilidad de demostrar sus afirmaciones por la negativa israel¨ª a que pudiera acceder a documentos oficiales.
Un jurado compuesto por cuatro mujeres y dos hombres ha necesitado 12 d¨ªas de deliberaciornes para concluir en su veredicto final, que Time no cometi¨® libelo contra el ex ministro israel¨ª de Defensa, Ariel Sharon, "porque no public¨® una declaraci¨®n falsa y difamatoria sobre ¨¦l a sabiendas que era falsa o imprudentemente". El jurado reconoci¨®, sin embargo, en dos veredictos anteriores que la revista difam¨® a Sharon por afirmar que hab¨ªa sugerido que las milicias cristianas tomaran la revancha contra los palestinos por la muerte de su l¨ªder, Bachir Gemayel, y que public¨® un dato falso. Un d¨ªa despu¨¦s de esta supuesta conversaci¨®n, las milicias cristianas entraron en los campos de Sabra y Chatila y mataron a sangre fr¨ªa a al menos 700 civiles.
El jurado, en contra de lo habitual, a?adi¨® una declaraci¨®n a su veredicto final en la que denuncia que el corresponsal de Time en Jerusal¨¦n, David Haley, autor de la historia, "actu¨® negligente y descuidadamente en la b¨²squeda y verificaci¨®n de la informaci¨®n controvertida".
A pesar de la decisi¨®n final no todo est¨¢ claro en la historia de Time. Su hombre en Jerusal¨¦n, un israel¨ª, es un periodista conocido por su animosidad personal contra Sharon y la revista lo tuvo una temporada a prueba en 1979 despu¨¦s de que no se consiguiera confirmar una cr¨®nica que envi¨® sobre la salud de Men¨¢jem Beguin. Haley no ofreci¨® muchas seguridades en el juicio sobre la historia controvertida que hab¨ªa conseguido por fuentes indirectas. El art¨ªculo utiliz¨® la f¨®rmula period¨ªstica de Time ha podido saber", usada cuando se quiere decir que es una exclusiva.
Publicaciones del tipo Time utilizan un complejo sistema de producci¨®n de sus materiales que este proceso ha puesto en tela de juicio. Las informaciones que env¨ªan los corresponsales o reporteros sobre el terreno son comprobadas y reescritas en la redacci¨®n central que les da una forma final. En alguna medida, periodistas que no han conseguido la, informaci¨®n interpretan finalmente los datos b¨¢sicos.
Para que Sharon hubiera ganado, el proceso, sus abogados tendr¨ªan que haber probado que Time actu¨® con "verdadera mala voluntad" al publicar la historia, que sab¨ªa que era falsa o ten¨ªa serias dudas sobre su veracidad. Este t¨¦rmino de actual malice, un concepto bastante subjetivo y que los jurados tienen muchas dificultades para establecer en los casos de libelo, es la principal defensa de la libertad de expresi¨®n de la Prensa de EE UU.
El juez Sofer, que ha presidido este caso, record¨® a los miembros del jurado que el tribunal no condenar¨ªa a la publicaci¨®n por tomar partido previo, aversi¨®n contra una personalidad, negligencia o incluso error en los hechos, sino que es necesario probar el alusivo concepto de la "aut¨¦ntica intenci¨®n maliciosa".
Este t¨¦rmino fue establecido hace 20 a?os en una famosa sentencia del Tribunal Supremo Federal en el caso Sullivan contra el The New York Times, que trat¨® de equilibrar la doctrina de la m¨¢s amplia protecci¨®n a la libertad de expresi¨®n cuando la Prensa escribe sobre personalidades p¨²blicas, amparada en la Constituci¨®n, con un m¨ªnimo de protecci¨®n a las personas.
Debate libre
"El debate sobre los asuntos p¨²blicos debe ser desinhibido, robusto y muy abierto, y puede incluir ataques vehementes, c¨¢usticos y a veces desagradablemente duros contra el Gobierno o funcionarios p¨²blicos", afirmaba la citada sentencia. "Las declaraciones equivocadas", continuaba el Tribunal Supremo, "son inevitables en un debate libre y deben ser protegidas si se quiere que la libertad de expresi¨®n tenga el espacio vital que necesita para sobrevivir".
Bas¨¢ndose en esta doctrina, Time intent¨® conseguir una inmunidad total al escribir sobre Sharon por entender que al ser una figura p¨²blica de gran poder tiene medios para acudir a la opini¨®n p¨²blica y defenderse de eventuales difamaciones. Pero el juez Sofaer respondi¨® que no hay nada en la primera enmienda constitucional que conceda a la Prensa una absoluta libertad para publicar rumores como si fueran hechos confirmados, pese a que el periodista supiera que eran falsos.
La negativa de conceder a la Prensa una inmunidad absoluta se basa en que el valor constitucional de la libre expresi¨®n no impide en todos los casos la protecci¨®n por el Estado de la reputaci¨®n de sus ciudadanos.
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