La reconversi¨®n del despilfarro furbol¨ªstico
LA TENTATIVA de endosar a los contribuyentes los casi 16.000 millones de pesetas -12.000 corresponden a equipos de Primera Divisi¨®n- de las deudas contra¨ªdas por los clubes espa?oles de f¨²tbol profesional constituye un ejemplo de la desenvoltura con la que algunas instan cias privadas se acercan al Estado s¨®lo para saquear sus arcas. En otros pa¨ªses el f¨²tbol se apret¨® silenciosamen te el cintur¨®n durante algunos a?os para tratar de arreglar su crisis. En Espa?a los deudores se disfrazan de acreedores y se inventan estrafalarios argumentos para justificar sus desmedidas pretensiones. El pretexto utilizado por los directivos para endilgar a la Administraci¨®n -y, por tanto, al resto de los ciudadanos- el pago de unas deudas tan libre como irresponsablemente con tra¨ªdas son los imaginarios derechos de los clubes a fijar unilateralmente su participaci¨®n en los ingresos de las quinielas. El cuento de la lechera urdido por esos fantasiosos directivos descansa en la reivindicaci¨®n del aumento en su favor del porcentaje -desde el 1 % al 6%- sobre los 60.000 millones de pesetas anuales generados por las quinielas.El an¨¢lisis de las deudas del f¨²tbol profesional muestra que su principal origen radica en una disparatada gesti¨®n y que los generosos ingresos extraordinarios disfrutados por los clubes durante el bienio 1982-1984 (como consecuencia del contrato para la transmisi¨®n de encuentros por televisi¨®n, del 1% sobre la recaudaci¨®n de las quinielas y del man¨¢ del Mundial 82) s¨®lo sirvieron para aumentar su endeudamiento. Frente a la doctrina mantenida por la Federaci¨®n Espa?ola de F¨²tbol, seg¨²n la cual los futbolistas y sus contratos millonarios ser¨ªan los aut¨¦nticos responsables del descalabro econ¨®mico, resulta ahora que los propios clubes reconocen que las deudas imputables a las fichas de jugadores ascienden ¨²nicamente a 1.816 millones.
El intervencionismo de los aparatos estatales en asuntos que conciernen a la sociedad civil es un fen¨®meno cargado de peligros. Pero roza casi con la desverg¨¹enza la idea de que los Presupuestos Generales del Estado est¨¦n obligados a socializar las p¨¦rdidas engendradas por la ineficiencia y el despilfarro de unos gestores que reivindican su plena autonom¨ªa para hacer y deshacer a su capricho, a condici¨®n de que los platos rotos terminen pag¨¢ndolos los contribuyentes. Es evidente que la aceptaci¨®n por la Administraci¨®n de las extra?as reglas del juego impuestas por los clubes para negociar su astron¨®mico endeudamiento conducir¨ªa a un callej¨®n sin salida. Por lo dem¨¢s, Rom¨¢ Cuy¨¢s, secretario de Estado para el Deporte, tendr¨¢ dificultades casi insuperables para conocer la distribuci¨®n particularizada de la deuda, ya que el documento entregado por los directivos a trav¨¦s de la Liga Profesional no individualiza a los deudores e impide reconstruir paso por paso la g¨¦nesis de ese tinglado. Las diversas administraciones p¨²blicas todav¨ªa no se han puesto de acuerdo sobre los, criterios para discutir con estos infatigables pedig¨¹e?os. Mientras los planteamientos de Rom¨¢ Cuy¨¢s difieren de las posiciones defendidas por los responsables de los temas deportivos en el PSOE, la Comunidad Aut¨®noma de Madrid ha firmado, por su parte, un convenio con el Real Madrid y el Atl¨¦tico, que recibir¨¢n respectivamente 200 y 75 millones de pesetas a cambio de un posible torneo de verano y de una serie de imprecisos servicios. Tal vez ¨¦ste sea un sistema de aspirar a que los hinchas merengues y colchoneros se pongan del lado de la comunidad en la ¨¢spera disputa en torno al recargo del 3% sobre el impuesto sobre la renta de las personas f¨ªsicas.
No nos parece l¨ªcito, y nos preguntamos si es legal, que la Administraci¨®n tenga libertad para disponer de fondos p¨²blicos a fin de salvar de la quiebra a unas entidades privadas que se han labrado a pulso su ruina y que no parecen resueltas a negociar seriamente,un plan de salvamento con todas sus consecuencias, entre las que deber¨ªan figurar las garant¨ªas necesarias para impedir cualquier nueva ineficiencia, despilfarro e irresponsabilidad en la gesti¨®n. Los ciudadanos no pueden entender que sus impuestos sean regalados a unos directivos dotados de un excepcional talento para hundir financieramente todo cuanto tocan. Los clubes de f¨²tbol, como entidades privadas, tienen perfecto derecho a resolver sus deudas tambi¨¦n privadamente. Pero si aspiran a obtener fondos p¨²blicos para aliviar su crisis, es obligado que ofrezcan formalmente, y no s¨®lo como vagas promesas, las correspondientes contrapartidas. Los prop¨®sitos de enmienda de los directivos, que anuncian su disposici¨®n para no utilizar el dinero p¨²blico en fichajes y para destinarlo a la amortizaci¨®n de la enorme bola de sus deudas, deben materalizarse en mecanismos de control transparentes y eficaces.
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