De la nada a la miseria
Bubi Scholz, ¨ªdolo del boxeo de la RFA de los a?os cincuenta y sesenta, condenado a tres a?os de c¨¢rcel por la muerte de su esposa
Un tribunal berlin¨¦s conden¨® la semana pasada a Gustav SchoIz, de 54 af¨ªos de edad, a tres a?os de c¨¢rcel por la muerte de su esposa. El condenado, m¨¢s conocido como Bubi Scholz, fue en los a?os cincuenta y sesenta un ¨ªdolo del boxeo, una figura s¨®lo comparable al legendario Max Schmeling. Bubi no fue un caso t¨ªpico de boxeador destrozado por los golpes durante su carrera profesional, sino por el alcolhol y los desequilibrios provocados en la vida de un hombre que desde la nada lleg¨® a escalar altas posiciones, para finalmente terminar en la c¨¢rcel. Con SchoIz se cumple la famosa frase de Groucho Marx: "He conseguido llegar de la nada a la m¨¢s absoluta de las miserias".
El 23 de junio de 1962, Bubi SchoIz perdi¨® en el estadio ol¨ªmpico de Berl¨ªn Oeste por puntos frente al negro norteamericano Harold Johnson, en combate valedero para el t¨ªtulo mundial de los semipesados. En 14 a?os, SchoIz, Bubi para la afici¨®n y sus amigos, s¨®lo hab¨ªa perdido otro combate, tambi¨¦n por puntos. El boxeador se hab¨ªa convertido en un ¨ªdolo del p¨²blico. Las enciclopedias escrib¨ªan de ¨¦l que "por su personalidad y estilo peculiar ha conseguido conectar con los grandes tiempos del boxeo en Berl¨ªn, como s¨®lo se vio en la era de Max Schmeling. Los combates de SchoIz son un acontecimiento social". En las sillas del ring se reun¨ªan los prominentes de la pol¨ªtica, del cine y del mundo de la far¨¢ndula para ver a aquel boxeador del que se dec¨ªa que ten¨ªa cara de cine.M¨¢s de 20 a?os despu¨¦s, el pasado 14 de enero, la atenci¨®n del p¨²blico se centr¨® de nuevo en Berl¨ªn Oeste sobre Bubi SchoIz. Se formaron colas de gente, como en sus d¨ªas de gloria. En esta ocasi¨®n el p¨²blico no luchaba por conseguir una entrada para presenciar una pelea del boxeador, sino por uno de los 80 asientos reservados al p¨²blico en la sala 700 del tribunal de Moabit, donde el ex campe¨®n europeo de los medios y semipesados compareci¨® en el banquillo acusado del homicidio de su esposa, Helga, de 49 a?os, el domingo 23 de julio de 1984.
Duros comienzos
La justicia no ha conseguido aclarar lo que ocurri¨® aquella noche de verano. Por la ma?ana, una vecina de la casa de SchoIz se acerc¨® al o¨ªr el estruendo de golpes y encontr¨® al ex boxeador, que, en completo estado de embriaguez, golpeaba la puerta del peque?o ba?o de servicio, donde se apreciaba un agujero causado por un proyectil de bala. Tras forzar la puerta encontraron en el suelo el cuerpo sin vida de Helga, que llevaba casada casi 30 a?os con el ex campe¨®n. La polic¨ªa detuvo a un Bubi lloroso, balbuciente y con una borrachera tal que no pudo ser interrogado hasta muchas horas m¨¢s tarde.La historia habr¨ªa servido para un gui¨®n de Rainer Werner Fassbinder, porque Bubi es una especie de contrapartida masculina de Mar¨ªa Baum o Veronika Voss, hero¨ªnas de dos pel¨ªculas del desaparecido director de su trilog¨ªa sobre los a?os cincuenta en la Rep¨²blica Federal de Alemania (RFA).
Bubi SchoIz public¨® en su autobiograf¨ªa, titulada El camino desde la nada, donde relata c¨®mo dej¨® la escuela en 1944 para hacerse mec¨¢nico de precisi¨®n; pero en los ¨²ltimos d¨ªas de la guerra, a los 14 a?os, tuvo todav¨ªa que prestar servicios militares auxiliares en las Juventudes Hitlerianas. SchoIz hab¨ªa nacido en una casa proletaria de un barrio que hoy est¨¢ al otro lado del muro, en Berl¨ªn Este. En la llamada hora cero, la de la quiebra total y la capitulaci¨®n de Alemania, Bubi empez¨® de nuevo a trabajar de aprendiz de cocinero porque la empresa donde hab¨ªa iniciado su trabajo, antes del final de la guerra, hab¨ªa sido desmantelada.
Tan s¨®lo dos a?os despu¨¦s, SchoIz inici¨® su contacto con el mundo del boxeo. Se calz¨® los guantes y empez¨® a frecuentar el gimnasio. En 1948 se celebr¨® el primer combate, que Bubi gan¨® por puntos m¨¢s una bolsa de 200 marcos. Dej¨® el puesto de aprendiz y se dedic¨® profesionalmente al boxeo. En abril de 1951, a los 21 a?os, gan¨® en Berl¨ªn el t¨ªtulo de los pesos welter en la RFA. Tres veces defendi¨® con ¨¦xito el t¨ªtulo, hasta que renunci¨® a ¨¦l por rebasar el peso reglamentario y pas¨¦ a pelear en la categor¨ªa de los medios. Iba camino del t¨ªtulo europeo cuando la tuberculosis interrumpi¨® su carrera y qued¨® fuera de combate durante dos a?os.
La pareja perfecta
En noviembre de 1955 se cas¨® con Helga, su amor desde el d¨ªa en que la hab¨ªa conocido, a los 21 a?os. En su libro, Bubi escribi¨®: "Helga es la mujer con la que me cas¨¦ y en la que desde hace m¨¢s de 25 a?os encontr¨¦ una compa?era ideal. La ¨²nica imaginable". Cuatro a?os m¨¢s tarde Helga muri¨® con la cabeza atravesada por una bala disparada por la carabina de repetici¨®n de Bubi.Despu¨¦s de la boda, Helga y Bubi abrieron en Berl¨ªn Oeste un sal¨®n de peluquer¨ªa y una perfumer¨ªa. El boxeador no era un juguete roto y supo invertir las bolsas duramente ganadas a pu?etazos. Dos a?os despu¨¦s de la tuberculosis, en marzo de 1957, SchoIz volvi¨® al ring en contra de las advertencias de los m¨¦dicos. En su deb¨² gan¨® por KO en el cuarto asalto a un boxeador espa?ol. Tres combates m¨¢s y llev¨® la disputa, con ¨¦xito, del t¨ªtulo de campe¨®n de los medios de la RFA. Un a?o despu¨¦s venci¨® por abandono en el duod¨¦cimo asalto al franc¨¦s Charles Humez, y Bubi se proclam¨® campe¨®n de Europa de los medios.
En su libro escribi¨® triunfante: "Lleg¨® el dinero de forma autom¨¢tica y muchas nuevas, buenas y valiosas amistades, que me acompa?aron durante toda mi vida. Gente del cine, de la industria discogr¨¢fica y del mundo del espect¨¢culo".
Tras un fallido intento de ser campe¨®n mundial de los semipesados, SchoIz gan¨® en 1964 en Dortmund el t¨ªtulo europeo de la categor¨ªa por descalificaci¨®n en el octavo asalto del italiano Gulio Rinaldi. Cuando en febrero de 1965 renunci¨® a la corona europea y colg¨® los guantes, su balance no pod¨ªa ser mejor: en 16 a?os y 96 peleas s¨®lo perdi¨® dos por puntos, venci¨® 88 veces y en seis ocasiones hizo combate nulo.
Bubi abri¨® una agencia de publicidad y era una figura imprescindible en todos los acontecimientos sociales de Berl¨ªn Oeste. Hacia fuera, el matrimonio era la pareja perfecta que representaba la imagen del ¨¦xito y el triunfo en la vida, que ahora ha quedado destrozado. No s¨®lo por el disparo en una noche de verano, sino por la voracidad de las p¨¢ginas de la Prensa amarilla alemana occidental, que, d¨ªa tras d¨ªa publicaron seriales sobre la vida matrimonial del ex boxeador y sobre su proceso por homicidio.
El p¨²blico empez¨® as¨ª a conocer que Helga "ten¨ªa una lengua viperina" y era capaz de ponerle a cien por hora, llamaba a Bubi "cerdo gordo" y el ex campe¨®n le hab¨ªa tirado un d¨ªa p¨²blicamente a la cara el contenido de un vaso lleno de cerveza. Una de las encargadas de la perfumer¨ªa de Helga declar¨® ante el tribunal que la mujer hab¨ªa tratado de incapacitarle legalmente y buscaba el divorcio. Una vecina explic¨® que Helga se burlaba de la capacidad sexual y de la escasa cultura de Bubi. En dos ocasiones el ex campe¨®n hab¨ªa hecho curas de alcoholismo. Helga le met¨ªa solapadamente en la comida pastillas y f¨¢rmacos para combatir el alcoholismo. Una testigo asegur¨® que Helga le hab¨ªa dicho que lo mejor ser¨ªa que Bubi se muriese. En el banquillo de acusados Bubi llor¨®, y al mismo tiempo juraba y perjuraba que su relaci¨®n con Helga hab¨ªa sido buena; con altibajos a lo largo de casi 30 a?os, pero buena.
Borracheras compartidas
Aquel domingo de julio Bubi y Helga decidieron, como casi todos los domingos, tumbarse a la bartola, con varias pel¨ªculas de v¨ªdeo y las botellas al alcance de la mano El ¨²ltimo que vio a Helga con vida, adem¨¢s de Bubi, fue el jardinero de la casa, que se march¨® pasadas las ocho de la noche. El jardinero dijo que Helga hab¨ªa bebido tanto que apenas se pod¨ªa tener en pie Tambi¨¦n declar¨® sobre las relaciones del matrimonio y explic¨® que en una ocasi¨®n "al se?or SchoIz se le fue la mano y su mujer se puso a gritar: 'P¨¦game, p¨¦game, que eso es lo ¨²nico que sabes hacer". El jardinero se dirigi¨® al presidente del tribunal para explicarle: "Cr¨¦ame usted, se?or juez, yo le hubiera dado una paliza, pero el se?or SchoIz s¨®lo le dio una bofetada".Sobre lo ocurrido aquella noche de verano en la casa de un elegante barrio berlin¨¦s, el proceso no aclar¨® nada. Bubi sostiene que se despert¨® en la noche y se levant¨® desnudo. Encontr¨® el cerrojo de su fusil y se dedic¨® a montarlo. Despu¨¦s tropez¨® contra una bolsa, la de los palos de golf, cay¨® y el fusil se dispar¨®. Bubi asegura que crey¨® que la bala se estrell¨® contra el techo y se fue a dormir la borrachera. Por la ma?ana despert¨® y not¨® que Helga no estaba en la cama a su lado. Encontr¨® cerrado el peque?o ba?o y comenz¨® a aporrear la puerta. La polic¨ªa se hizo cargo de Bubi, que ten¨ªa dentro una dosis de alcohol que la noche anterior pod¨ªa haber sido mortal. En el cad¨¢ver de Helga la cantidad de alcohol encontrada equival¨ªa a cuatro botellas de vino.
El fiscal argument¨® que Bubi hab¨ªa disparado intencionadamente contra la puerta detr¨¢s de la que estaba encerrada Helga. El tribunal fall¨® que se trata de un caso de muerte por imprudencia, m¨¢s tenencia il¨ªcita de armas, y conden¨® a Bubi ShoIz a tres a?os de c¨¢rcel, pero le concedi¨® prisi¨®n atenuada bajo una fianza de 250.000 marcos (14 millones de pesetas).
El p¨²blico puede sentirse tranquilo al comprobar una vez m¨¢s que el dinero y la gloria no dan la felicidad. Como los hijos del milagro econ¨®mico y la hora cero, como Mar¨ªa Baum y Veronika Voss, de Fassbinder, Bubi tambi¨¦n qued¨® marcado por la tragedia.
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