Una perspectiva intercultural de la 'teolog¨ªa de la liberaci¨®n'
Cuando se public¨® la instrucci¨®n de la Congregaci¨®n Romana firmada por el cardenal Ratzinger sobre la teolog¨ªa de la liberaci¨®n tuve la oportunidad de hablar por la BBC en Londres y preguntar la raz¨®n por la cual el Vaticano parec¨ªa dar m¨¢s importancia y estar m¨¢s preocupado en precisar algunas posibles desviaciones doctrinales de unos pocos te¨®logos latinoamericanos que en afrontar el estado del mundo, con sus 35 conflictos armados (y 45 millones de muertos en conflagraciones militares desde la II Guerra Mundial), la mitad de la poblaci¨®n del mundo en situaci¨®n de miseria degradante, carrera de armamentos, hambre, tortura, dictaduras, contaminaci¨®n de la tierra, aire y aguas, etc¨¦tera. Repet¨ª la misma cuesti¨®n en la conferencia de prensa convocada por la di¨®cesis de Londres al d¨ªa siguiente de la publicaci¨®n del documento, aunque sin tener respuesta alguna por parte de quien presentaba la instrucci¨®n o alguno de los asistentes.Pocos meses despu¨¦s, desde otro continente y por tanto otro contexto, vislumbro un amago de respuesta. Voy primero a describir un par de hechos.
Dos reuniones discretas pero importantes acaban de tener lugar en el sur de la India: la octava sesi¨®n de la Asociaci¨®n Teol¨®gica India, a finales de a?o en Parivaram (Kerala), y un seminario con unos 60 participantes de diversos pa¨ªses y religiones (con asistencia desde el Dala? Lama a Swarni Chidananda, el japon¨¦s Oshida y el indio Amaladoss, asistente del general de los jesuitas, a principios de este a?o en Madr¨¢s (Tamilnadu).
A pesar de la distinta tem¨¢tica y la diferente participaci¨®n (en el primer caso s¨®lo te¨®logos cat¨®licos), una intuici¨®n central y com¨²n pareci¨® aflorar: la necesidad de la liberaci¨®n de la teolog¨ªa del lastre del pasado si ella quiere ser fiel a lo que ella misma pretende ser. Y ello es tanto m¨¢s sorprendente en cuanto los ¨¢mbitos eran muy distintos. El tema de la primera reuni¨®n, de unos 50 participantes, versaba sobre "la educaci¨®n teol¨®gica en la India actual". Y naturalmente se refer¨ªa principalmente a los seis millones de cat¨®licos indios, en especial a sus cuadros ense?antes. El tema de la segunda reuni¨®n consisti¨® en estudiar "la conciencia que se encuentra en trance de surgir para una nueva humanidad", o posiblemente con una traducci¨®n menos literal: "la emergencia de una nueva conciencia para la humanidad de nuestros d¨ªas". La intuici¨®n com¨²n podr¨ªa describirse de la siguiente forma: la teolog¨ªa no debe ser una imposici¨®n desde arriba ni desde fuera (las recientes independencias pol¨ªticas hacen muy sensibles a las independencias culturales), sino que tiene que surgir de una reflexi¨®n desde las mismas ra¨ªces de la comunidad creyente. En consecuencia, la teolog¨ªa tiene que liberarse de todas las superestructuras que impiden su funci¨®n, esto es, dar a un pueblo su identidad religiosa. Para ello, en la India actual, hay que liberar a la teolog¨ªa de su concepci¨®n occidental y medieval y crear una reflexi¨®n teol¨®gica que teniendo en cuenta los 2.000 a?os de tradici¨®n cristiana la transmita creativamente, es decir, la transforme creativamente en di¨¢logo y simbiosis, con la mentalidad de un pueblo impregnado de otras culturas aun m¨¢s milenarias todav¨ªa. Los problemas son enormes, pero se van descubriendo factores que apuntan hacia direcciones positivas y soluciones fecundas.
La segunda reuni¨®n contribuy¨® eficazmente a mostrar c¨®mo una genuina teolog¨ªa, si es que a¨²n se quiere retener este nom-
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Una perspectiva intercultural de la 'teolog¨ªa de la liberaci¨®n'
Viene de la p¨¢gina 9bre, tiene igualmente que liberarse de un planteamiento estrechamente cristiano, y esto no s¨®lo para convertirse en reflexi¨®n ecum¨¦nica sino incluso para llegar a ser una reflexi¨®n aut¨¦nticamente cristiana. Con otras palabras, la teolog¨ªa tiene que liberarse tambi¨¦n de su mismo planteamiento exclusivamente intraeclesi¨¢stico, como si la conciencia religiosa y aun cristiana de la humanidad hubiera empezado hace 20 siglos solamente y debiera expresarse siempre en las formas de pensar que se podr¨ªan llamar abrah¨¢micas. Hace tiempo que vengo pidiendo por un concilio de Jerusal¨¦n II, y no por un Vaticano III, para plantear por lo menos el problema ¨²ltimo y fundamental del hombre, que es el problema que hemos convenido en llamar religioso.
Se me preguntar¨¢ qu¨¦ tiene que ver todo esto con la. llamada teolog¨ªa de la liberaci¨®n de cu?o latinoamericano, dada a conocer al mundo entero y popularizada en muchos ambientes por el inter¨¦s que el Vaticano ha tornado en ello. La respuesta es simple: cualquier problema profundamente humano, hoy d¨ªa, que no se plantee teniendo en cuenta su dimensi¨®n intercultural y bajo el ¨¢mbito m¨¢s universal posible, es ya por este mismo hecho un problema metodol¨®gicamente mal planteado. La base de las as¨ª llamadas "comunidades de base" es la misma tierra humana en la que est¨¢n enraizados todos los hombres e igualmente las plantas, los animales y el mundo mal llamado inanimado. Un amigo mio, gran te¨®logo, ya no se denomina con tal nombre, sin que se llama a s¨ª mismo ge¨®logo: la Tierra vuelve a ser el centro del universo, que incluye naturalmente lo que tiene por debajo y por encima.
Vista desde esta perspectiva, la teolog¨ªa de la liberaci¨®n no es s¨®lo un movimiento social o religioso-social, de la incumbencia de unos cuantos especialistas o de una sola confesi¨®n religiosa, para una mayor justicia humana, sino que trasciende los l¨ªmites pol¨ªticos e hist¨®ricos para convertirse en una nueva conciencia para la humanidad. Su primera -y a¨²n latente- cuesti¨®n es la de una nueva (y a?eja) concepci¨®n del hombre, a quien se hab¨ªa excomulgado de sus pr¨®jimos humanos. Roma tiene raz¨®n en sospechar que se trata de algo mucho m¨¢s serio que lo que aparece a primera vista y de lo que acaso sus mismos protagonistas son conscientes. Y con ello no quisiera distraer la atenci¨®n de los problemas urgentes que los te¨®logos latino americano s presentan (haciendo as¨ª el juego a los puros te¨®ricos desencarnados), sino replantearlos y resolverlos en lo posible, con la perspectiva m¨¢s importante de una visi¨®n transcultural.
Una comparaci¨®n me parece muy iluminadora y llena de lecciones para ambas partes, aunque aqu¨ª no nos salgamos de Occidente. Lo que se est¨¢ ventilando en el fondo es muy semejante a lo que ocurri¨® con el caso de Galileo siglos atr¨¢s. No es tanto una cuesti¨®n de pol¨ªtica eclesi¨¢stica, como en ambos casos las apariencias hacen, creer, sino de una nueva visi¨®n del mundo. El paralelismo es apasionante. El cardenal Ratzinger ahora, como el cardenal Belarmino entonces, han entrevisto ciertamente la trascendencia de la cuesti¨®n, y entonces como ahora han levantado la liebre, para quererla cazar, ciertamente, pero en ambos casos se ha escapado. La liebre de la nuova scienza de Galileo se est¨¢ cayendo exhausta, agotada de tanto correr en un mundo tecnol¨®gico que la destruye. Se hab¨ªa adem¨¢s convertido en conejo domesticado. La liebre que la teolog¨ªa de la liberaci¨®n ahuyenta no deber¨ªa escaparse sino hacer frente, cual pastor David al Goliat tecnocr¨¢tico moderno. Se comprende que el status quo pol¨ªtico-religioso (Reagan y Juan Pablo II, por ejemplo) se haya asustado, pues han visto bien que no se trata de una min¨²scula Nicaragua, ni de unos cuantos te¨®logos, buenos pero un tanto descarados, sino de indicios de un nuevo orden de cosas incompatible con el mito tecnocr¨¢tico predominante.
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