Virginia Mataix
FRANCISCO UMBRAL
Virginia Mataix (apellido valenciano), nacida en Madrid, 27 a?os. De la separaci¨®n (de sus padres) al psicoan¨¢lisis, de la separaci¨®n (en su propio matrimonio) al cine y el teatro. Musa/antimusa de Colomo, Trueba o Almod¨®var, de todo ese cine nuevo, madrile?o, juvenil y un poco na?f, Virginia en Tigres de papel. Virginia desnuda en La mano negra.
Chica corriente, moderna corriente, cara corriente, inteligencia nada corriente, personal¨ªsima actriz, aunque en la estela, quiz¨¢, de Carmen Maura.-Nac¨ª en Madrid. He ido a colegios de monjas y en el recreo, las ni?as, habl¨¢bamos mucho del virgo, eso del virgo nos parec¨ªa muy importante y misterioso que ni siquiera sab¨ªamos d¨®nde lo ten¨ªamos. Luego fui a un colegio de profesoras seglares, que eran mucho m¨¢s crueles y complejas que las monjas. No olvidar¨¦ unos "ejercicios espirituales" en que la monja me sorprendi¨® leyendo una novela y se acercaba a m¨ª a c¨¢mara lenta, y no sab¨ªa si para darme una hostia, un pellizco o qu¨¦.
-?Qu¨¦ te ha quedado de todo aquello?
-Culpabilidad. La idea de culpabilidad. Me parece que el sentimiento de culpabilidad es obra de las religiones, aunque, como dices t¨², puede que sea al contrario: la culpabilidad misteriosa del hombre (miedo a la muerte o a la vida), ha generado las religiones como remedio o castigo liberador. Cuando se separaron mis padres, una profesora me tuvo toda la ma?ana en su despacho, con t¨¦ y pastas, algo as¨ª como T¨¦ y simpat¨ªa, dici¨¦ndome lo que ten¨ªa que hacer para reconciliarlos y llen¨¢ndome de culpa. Llor¨¦ mucho por un drama que no entend¨ªa.
Virginia Mataix es algo as¨ª como la chica/p¨ªloto de las nuevas espa?olas. La espa?ola m¨¢s nueva, mentalmente, que uno ha conocido.
-Me parece que eres una t¨ªa con muchas profesiones.
-S¨ª, el ballet, el cine, el teatro, el periodismo.
-El periodismo.
Y me saca algunos recortes y fotocopias de art¨ªculos suyos en la Prensa madrile?a. Virginia escribe con sintaxis perfecta y claridad absoluta sobre lo que quiere decir. Hay un art¨ªculo que me gusta especialmente y en el cual tras glosar algunas, pel¨ªculas que ha visto, explicita sus dudas so bre hasta qu¨¦ punto la barrera hombre/mujer es real. Piensa que el mundo ir¨ªa mejor si los papele de cada sexo estuvieran m¨¢s identificados e incluso mezclados (ella, en lugar de papeles o conductas, a¨²n dice "roles", como to dos los psicoanalistas que no saben castellano, pero yo me callo y sigo). Y termina el art¨ªculo no con una moraleja, como acostumbran nuestros min¨ªensayistas paliza sino con un rasgo real e ir¨®nico: sigue aplic¨¢ndose, mientras piensa en todo esto, su leche hidratante, antes de acostarse. Aprendimos de don Antonio Machad que el poema debe terminar en movimiento, para que quede abierto, sugerente: basta con un fuente que corre o algo as¨ª. El art¨ªculo, que es el soneto del perio dismo, tambi¨¦n tiene que termi nar en movimiento, por evitar la bastardilla moral, la bastardilla bastarda. Y resulta que Virginia Mataix sabe esto y lo aplica. Esta t¨ªa me parece a m¨ª que es de mucho cuidado.
-El ballet.
-Lo hago para mantener el cuerpo.
-Tu cuerpo se mantiene solo.
-De nada. Me gustar¨ªa hacer revista.
-?Revista?
-Revista, s¨ª, revist¨®n espa?ol. Me parece un g¨¦nero maravillosamente serio.
-?Te sientes tan segura de tu cuerpo como para hacer revista?
-Al contrario: quiero hacer revista para adquirir confianza en mi cuerpo.
-Ya estamos con el psicoan¨¢lisis. T¨² lo haces todo para psicoanalizarte, Virginia. Los religiosos del psicoan¨¢lisis quer¨¦is conocer todas vuestras miserias hasta el fondo, pero eso es una forma de narcisismo inverso que no enga?a. Las propias culpas son tan halagadoras para el id como las propias virtudes.
-Yo lo que quiero es hacer revist¨®n y ponerme muchas plumas en la cabeza y bajar unas escaleras de luces. Me parece que eso le tiene que dar a una m¨¢s seguridad sobre el propio cuerpo. Llevo siete anos psicoanaliz¨¢ndome, y lo hago implacablemente, le descubro y me descubro todas mis miserias. Desgraciadamente, me parece que la cosa llega a su final. Porque tiene un final ?sabes?
-A m¨ª, Virginia, me pareces una mujer equilibrada, tranquila, ir¨®nica, segura, una mujer que sabe jugar a la sumisi¨®n: por ejemplo, tiendes a darme la raz¨®n en todo. Supongo que ese equilibrio te lo ha dado el psicoan¨¢lisis, aunque tambi¨¦n puede ocurrir que el psicoan¨¢lisis haya sido fruct¨ªfero, en ti, precisamente porque eres una cabeza clara y serena. Ya lo dijo Freud: "Me parece que no hemos curado nunca a nadie". El psicoan¨¢lisis es un prodigioso juego intelectual para personas inteligentes y para argentinos. Una especie de ajedrez, que, como dec¨ªa Unamuno, s¨®lo sirve para jugar mejor al ajedrez. En cuanto a enfermos mentales, no conozco ninguno curado por el psicoan¨¢lisis.
Pero Virginia est¨¢ tan psicoanalizada que ni siquiera se esfuerza en rebatirme. El psicoan¨¢lisis es como el k¨¢rate: ense?a a los profesionales a no oponer resistencia y dejarles a los otros que se estrellen por su propio impulso. De modo que este largo encuentro con Virginia Mataix ha sido un k¨¢rate intelectual que ambos hemos mantenido, siempre con puntos a su favor. Trata de recordarme el famoso texto de Freud sobre un sue?o de Leonardo. Recuerdo el texto, espl¨¦ndido, y me parece literatura fant¨¢stica: Borges lo habr¨ªa hecho a¨²n mejor que Freud.
-?Y a qu¨¦ vas tanto a M¨¦jico, t¨ªa?
(Porque esta se?orita va mucho a M¨¦jico.)
-Bueno, all¨ª siempre tengo pel¨ªculas. Y un novio.
A pesar del psico, cruza el Atl¨¢ntico siempre que hace falta, para ver a su novio.
-El cine nuevo madrile?o.
-S¨ª, es cierto, yo he trabajado con casi todos ellos.
He hecho de sosa, como t¨² dices, que es un papel muy dif¨ªcil. Tiene m¨¢s apoyaturas una dram¨¢tica o una melodram¨¢tica. Me parece que aquel cine se acaba, porque hoy hay m¨¢s dinero y no hay que hacer una pel¨ªcula en un apartamento de un amigo. Lo que voy a hacer con M¨¦ndez Le?te me interesa mucho.
-Ch¨¢varri.
-Es encantador, muy sensible, y creo que har¨¢ pronto su gran pel¨ªcula.
-Guti¨¦rrez Arag¨®n.
-Todos ellos son muy literarios. Vienen de la literatura. En cuanto dejen el lastre literario, ser¨¢n grandes directores.
-El pelo.
-Me gusta ir peinada/despeinada. Ya lo ves.
-La cara.
-Tengo una cara de chica corriente que no conduce a nada.
-El feminismo.
-Me parece un fanatismo como otros. Ya has visto por ese art¨ªculo m¨ªo que estoy m¨¢s cerca de la confusi¨®n de fronteras entre los sexos que de la dr¨¢stica separaci¨®n macho/hembra.
(Pero tiene algo de feminista vergonzante, que, en cuanto se desliza en la conversaci¨®n, pasa a la ofensiva de la mujer contra el hombre.)
-La ropa.
-Ya lo ves.
Lleva chaqueta de hombre, de cheviot, falda amplia, gris y midi, con nudos en los costados, botas y barra de labios, que saca de vez en cuando, para pint¨¢rselos, sin espejo ni nada. S¨®lo se pinta el de abajo, pero luego frota uno sobre el otro y le quedan muy bien pintados. Fuma rubio incesante, con unas manos finas, delgadas y de u?as cortas.
-El sexo.
-Me parece que los hombres tienen un poco de miedo a la mujer natural, intelectual, directa. Casi dir¨ªa que prefieren la mujer tradicional y asustada.
-?,Puede hablarse de una revoluci¨®n femenina, en Espa?a y en el mundo?
-Creo que s¨ª. Al margen, ya te digo, de todo feminismo fan¨¢tico. Los tiempos, las ciencias, la comunicaci¨®n, nos hacen libres.
-En este sentido, ?podr¨ªa decirse que est¨¢is educando a los hombres?
-Quiz¨¢ s¨ª, involuntariamente. La mujer nueva es una cosa masiva, y el hombre no tiene m¨¢s remedio que aceptarla. Ya no puede imponer sus condiciones,
-Vivir con los padres.
-Imposible.
-Vivir en pareja.
-"Ni contigo ni sin ti tienen mis males remedio", Vivir en pareja, libre y abierta, es un sue?o, una utop¨ªa y un problema. Pienso que algunas personas lo realizan.
-Pero t¨², de momento, tienes el novio en M¨¦jico, que siempre es como m¨¢s descansado. ?Cu¨¢ntos art¨ªculos escribes al mes?
-Dos. Pero hay noches que las paso trabajando en la m¨¢quina de esribir, hasta que la vecina de arriba da con la escoba.
-?Y qu¨¦ escribes, amor?
-De todo, art¨ªculos para m¨ª misma, cosas, relatos. Me apasiona el relato corto. Mi profesora de ballet, 23 a?os, tiene el ¨²ltimo libro tuyo y me ha prometido que me lo va a pasar en seguida. Me gustan los cuentos de Lawrence, que casi nadie conoce. Y me gusta mucho Henry Miller. Y me fascina Anais N?n, en sus Diarios. Ten¨ªa una gran intuici¨®n psicol¨®gica para ver a los hombres, a su padre y a todo el mundo, y ya sabes que ?o m¨ªo es la psicolog¨ªa, incluso el psicoan¨¢lisis.
-El problema de los libros de cuentos es que no se venden, Virginia, a no ser que sean de Borges.
-Ah.
Tardes, noches, d¨ªas con Virginia Mataix, que es el amigo/ amiga con quien se puede hablar indefinidamente de literatura, de marxismo, de psicoan¨¢lisis, de todo. "T¨², a veces, Umbral, me pareces muy barroco, y a veces, directamente, no soporto leerte". No puede decirse, en fin, que la criatura se est¨¦ insinuando.
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