El receptor del coraz¨®n artificial ha perdido la memoria
LAWRENCE ALTMAN William Schroeder, el receptor del coraz¨®n artificial, est¨¢ listo para abandonar el hospital a finales de mes con su ¨®rgano artificial funcionando impecablemente. Sin embargo, Schroeder no ha conseguido recuperarse totalmente de la embolia cerebral que sufriera, a causa de la cual su memoria ha sufrido considerablemente, hasta el punto de que le ha dejado incapaz para aprender el funcionamiento del aparato de bombeo que acciona su coraz¨®n.
Los m¨¦dicos que le atienden consideran que su estado f¨ªsico es incomparable al que ten¨ªa antes del trasplante. Se alimenta por s¨ª solo, y los doctores han dejado de suministrarle imipramina, una droga que se le prescribi¨® para contrarrestar la profunda depresi¨®n que sigui¨® a la embolia del 13 de diciembre.Schroeder, a pesar de lo palpable de su debilidad en el lado derecho por los efectos de la embolia, camina cada d¨ªa, conectado a las m¨¢quinas, el equivalente a tres manzanas urbanas sin ninguna ayuda y hace ejercicio en una bicicleta fija.
La embolia, adem¨¢s, provoc¨® en el paciente una amnesia con respecto a una gran parte de los acontecimientos ocurridos alrededor y con posterioridad a esa fecha. Precisamente, la conversaci¨®n telef¨®nica que Schroeder mantuvo con el presidente Reagan, en la que le pidi¨® ayuda para solucionar sus problemas con la seguridad social, ha sido olvidada por el enfermo, que en la actualidad, cuando es pregunta o por los m¨¦dicos, no sabe responder a la pregunta de qui¨¦n es el actual presidente de Estados Unidos.
Si bien no recuerda ni puede almacenar informaci¨®n reciente, Schroeder, que el pr¨®ximo jueves cumplir¨¢ 53 a?os, conserva una buena memoria con respecto a gran parte de lo sucedido antes de la embolia, como lo demuestra el hecho de que recibe visitas de personas a las que no hab¨ªa visto en largo tiempo y las reconoce a todas ellas.
Schroeder lleva ya 80 d¨ªas viviendo con un coraz¨®n artificial, todav¨ªa lejos de los 112 que sobrevivi¨® el primer paciente, el dentista Barney Clark, y el doctor Gary Fox, uno de los m¨¦dicos que le atienden en su convalecencia, ha indicado que incluso si no hubiera sufrido un trasplante, a causa de la embolia, seguir¨ªa necesitando ayuda para atender a sus labores cotidianas.
Parece claro que una de las complicaciones que afectan a los receptores de corazones artificiales son los problemas neurol¨®gicos. Clark sufri¨® de ello desde el primer momento, y Schroeder no parece haberse librado. Sin embargo, los m¨¦dicos no se atreven a¨²n a evaluar los efectos de la embolia y prefieren esperar, dado que la mayor¨ªa de quienes sufren este tipo de accidentes acaba recuper¨¢ndose meses despu¨¦s.
A pesar de todo, el doctor William DeVries, que efectu¨® ambos trasplantes, ha anunciado que est¨¢ evaluando este aspecto en los siete candidatos dispuestos a recibir el tercer coraz¨®n artificial, y que su elecci¨®n del paciente depender¨¢ en gran parte del mismo.
En el mismo sentido, doctores del Hershey Medical Center de Pensilvania est¨¢n esperando la aprobaci¨®n de las autoridades sanitarias para realizar otro trasplante de coraz¨®n artificial, aunque esta vez con un modelo diferente.
Psicol¨®gicamente, el problema de Schroeder parece ser mucho m¨¢s grave, y su depresi¨®n parece confirmarlo. El doctor DeVries, que ha seguido muy de cerca la recuperaci¨®n de su paciente, comentaba, satisfecho, que el d¨ªa de Navidad, el receptor del coraz¨®n artificial le agradeci¨® "el haberme proporcionado este d¨ªa", como una se?al de que recobraba su coherencia, pero admiti¨® que muy a menudo se mostraba "avergonzado, irritable y enfadado".
Los m¨¦dicos no aciertan a juzgar las reacciones de Schroeder porque dependen de su interlocutor. A veces se muestra en perfecta forma y mantiene largas conversaciones, mientras que a menudo vacila y no reconoce a sus visitantes e incluso se niega a hablar con ellos. Su mayor respaldo sigue siendo su esposa aunque tambi¨¦n algunas veces el desgaste de su estado actual se hace notar.
Fiebre alta
En las ¨²ltimas dos semanas, sus progresos se han visto afectado por una fiebre alta que ha llegado a superar los 39 grados, lo que los m¨¦dicos atribuyen a una reacci¨®n a las drogas que se le administran, o tal vez a la gripe que ha afectado a la mayor¨ªa del hospital, o a ambas cosas juntas. Tampoco descartan la posibilidad de que se tratara de una reacci¨®n de su metabolismo a las m¨¢s de 30 transfusiones sangu¨ªneas que ha recibido desde que le fue injertado el coraz¨®n artificial.
A lo largo de las ¨²ltimas semanas, los m¨¦dicos han empezado a preparar la salida de Schroeder del hospital, dando cada vez m¨¢s responsabilidades a su familia con respecto al cuidado del enfermo.
Su esposa y algunos de sus hijos han estado aprendiendo el funcionamiento de las m¨¢quinas que bombean la sangre de su coraz¨®n artificial, as¨ª como los sistemas para impedir infecciones a base de mantener limpia la piel que rodea los agujeros en la parte alta de su abdomen que dan paso a los tubos que alimentan su coraz¨®n mec¨¢nico.
A pesar de que el apartamento de la familia Schroeder est¨¢ cerca del hospital, su traslado aumentar¨¢ los riesgos para el paciente, ya que la posibilidad de un accidente implicar¨¢ muchos m¨¢s peligros que si estuviera en el hospital. Por esta raz¨®n, la familia est¨¢ siendo preparada para cualquier contingencia.
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