La versi¨®n de la pel¨ªcula 'Lo viejo y lo nuevo'
Es cosa sabida y cierta que el final del campe¨®n mundial Jos¨¦ Ra¨²l Capablanca fue Alexander Alejin. El cubano nunca lleg¨® a reconocerle superioridad alguna al ruso, apreciaci¨®n en la que. posiblemente coincidiera el mismo Alejin, pues hizo todo lo necesario para no volver a jugar -con el t¨ªtulo en juego- con el antecesor en la corona. Fue el encuentro imposible, la revancha deseada por toda la afici¨®n y que ha quedado como una sangrante asignatura pendiente. Desde ayer, el enfrentamiento Karpov y Kasparov es la nueva asignatura pendiente. La vida de estos dos sovi¨¦ticos es la ¨²ltima versi¨®n de la pel¨ªcula encargada por Stalin a Eisenstein en 1931, Lo viejo y lo nuevo, sobre la modernizaci¨®n del campo.
JOS? ROCAMORA, Medio siglo despu¨¦s de aquel hist¨®rico encuentro Capablanca-Alejin, celebrado en Buenos Aires en 1927, un joven ruso, Anatoli Karpov (nacido en Zlatust en mayo de 195 l), que se dec¨ªa fiel seguidor del estilo del cubano, detentaba el t¨ªtulo mundial. S¨®lo unos a?itos m¨¢s fueron necesarios para que la secuencia hist¨®rica se repitiera; como un meteorito apareci¨® el espectro de Alejin personificado en un chico asi¨¢tico: Gari Kasparov.Era justo en septiembre de 1982 cuando un centro de observaci¨®n espacial sovi¨¦tico, dirigido por la doctora ShuravIeva, anunciaba al mundo el descubrimiento del asteroide n¨²mero 1909 de los situados entre Marte y J¨²piter. Este asteroide fue bautizado con el nombre de Alejin, en honor del primer campe¨®n mundial ruso.
Trotski le salv¨®
Alexander Alexandrovich Alejin, naci¨® en Petrogrado, hijo de una familia aristocr¨¢tica. Muri¨® en la m¨¢s firme de las miserias en Estoril (Portugal), despu¨¦s de salvar su vida durante la Revoluci¨®n de Octubre gracias a la intervenci¨®n directa de Trotski. Fue la primera rehabilitaci¨®n del noble petrogradense.
Tambi¨¦n en septiembre de 1982, ya en Mosc¨², era Gari Kasparov (Bak¨², nacido el 13 de abril de 1963), y al decir del escritor Fernando Arrabal el que ser¨¢ primer campe¨®n mundial asi¨¢tico "porque reza, en secreto, a la Virgen Mar¨ªa", quien apuntalaba su ascenso al ganar el Torneo Interzonal. Era la primera fase eliminatoria para el mundial, y Kasparov ya se hab¨ªa definido p¨²blicamente como un ferviente seguidor y admirador de Alejin.
?Ser¨ªa posible que despu¨¦s de medio siglo aquellos dos colosos del tablero como fueron Capablanca y Alejin se enfrentaran de nuevo, esta vez encarnados y modernizados en las figuras de Karpov y Kasparov?
Los soviet¨®logos, expertos adivinos en esa difusa ciencia que llaman Kremlinolog¨ªa, insisten en afirmar que la era Chernenko no es sino una fase de transici¨®n entre la vieja escuela de Breznev y los aires modernos de Andropov.
Karpov es un hombre que ha sabido llegar y mantenerse, incluso fuera del tablero. Lo atestiguan los cambios producidos en las instituciones del ajedrez sovi¨¦tico desde que ¨¦l alcanz¨® el t¨ªtulo. La Federaci¨®n de Ajedrez de la URSS est¨¢ presidida, formalmente, por un hombre de prestigio como es el cosmonauta Sebastianov quien de ajedrez puede alegar su experiencia de ser el primer ser humano que ha jugado una partida desde el espacio con la Tierra. Sebastianov, que ostenta al igual que Karpov la medalla Lenin, atesora otros dos m¨¦ritos impagables: no interfiere en cuestiones deportivas y adem¨¢s tiene inmejorable imagen y relaciones no deportivas.
Karpov, al que no le gusta dejar nada al azar -tanto en la vida como en el juego-, consigui¨® que el ex campe¨®n mundial Tigran Petrosian despu¨¦s de perder con el disidente V¨ªctor Korchnoi, fuera destituido al frente de la revista, especializada 64 (la publicaci¨®n de ajedrez m¨¢s prestigiosa del mundo), en la que se situ¨® ¨¦l mismo al frente del equipo de redacci¨®n.
M¨¢s m¨¦ritos de Karpov: miembro del Comit¨¦ Central de Koinsomol (Juventudes Comunistas de la URSS), y presidente de la Directiva del Fondo Sovi¨¦tico para la Paz. El propio Breznev reconoc¨ªa su val¨ªa cuando en 1978 le recib¨ªa y felicitaba p¨²blicamente despu¨¦s de haber derrotado a Korchrioi.
Los mismos periodistas deportivos sovi¨¦ticos tampoco olvidaron el m¨¦rito de Karpov al vencer por seis vietorias a cinco al disidente Korchrioi en 1978, y este mismo a?o le eligieron el mejor deportista del a?o. Y no fue una temporada f¨¢cil, pues la URSS consigui¨® nada menos que 80 medallas de: oro en distintos campeonatos mundiales. Competidores de llarpov en las votaciones fueron personajes como el nadador VIadimir Salnikov o el gimnasta Nikolai Andrianov.
Karpov no olvida estas distinciones y participa en cada edici¨®n de los campeonatos de las Fuerzas Armadas de la URSS. Kasparov, nunca.
El arnigo de Andropov
Si Breznev, o m¨¢s que la persona su sistema, era el valedor de Karpov, Kasparov a su vez velaba armas en Bak¨² al amparo de otro valedor, aunque ¨¦ste era de provincias. Su nombre es Gueidar Aliev, secretario del Partido Comunista Azerbaizan y hombre de confianza de Andropoy.
Con el encumbramiento de Yuri Andropov, Aliev se traslad¨® a Mosc¨² para seguir en la capital su carrera pol¨ªtica en calidad de miembro del Politbur¨® (a sus 60 a?os es hoy el tercer miembro m¨¢s joven del ¨®rgano decisorio del PCUS) y de vicepresidente del Consejo de Ministros.
Kasparov, siguiendo el camino de sus mecenas y su propio ascenso ajedrec¨ªstico, tambi¨¦n abre casa en Mosc¨². Es un momento de preocupaci¨®n para Karpov: observa c¨®mo se acerca a su firmamento una estrellaradiante capaz de eclipsarlo. Y ¨¦l, que tanto sabe de la filosoriq, oficial, constata c¨®mo sus valedores poco pueden ante la "modernidad" Andropov-Aliev-Kasparov. La estrella de Alejin parec¨ªa estar m¨¢s cerca que nunca, pero en eso lleg¨® Chernenko ... Karpov record¨® a la afici¨®n, a trav¨¦s de declaraciones a la prensa antes del campeonato mundial, que no era necesario entusiasmarse con el juego del aspirante, que ¨¦l segu¨ªa siendo el campe¨®n.
Karpov recobraba la iniciativa. Los observadores ya empezaron a apreciar, y a lo largo del encuentro as¨ª se ha dicho, algunos detalles como aplazamientos de partidas en momentos dados o hechos similares que en su d¨ªa, hace diez a?os, fueron denunciados por Korchnoi.
Sus m¨¢s fervientes partidarios alegan que Capablanca sucumbi¨® ante Alejin por estar m¨¢s que convencido de su superioridad. Datos hay que avalan tal creencia. El campe¨®n cubano s¨®lo hab¨ªa perdido cuatro partidas en los 10 a?os anteriores a su encuentro de Buenos Aires con el sovi¨¦tico. En cuantos torneos interven¨ªa lograba destacarse claramente sobre sus contempor¨¢neos (incluyendo a Alejin).
Despu¨¦s de preparar concienzudamente el campeonato y tras 32 dif¨ªciles partidas, Alejin conquist¨® el t¨ªtulo y se opuso desde ese momento a la revancha.
Un f¨¢lico-narcisista
Capablanca, hijo de una acomodada familia criolla en la Cuba espa?ola, estaba dotado de un talento natural. Diplom¨¢tico de profesi¨®n, estaba dotado de refinados modales. Jugar bien no era un sacrificio para ¨¦l, como tampoco lo fue triunfar en todas las facetas de la vida. Las mujeres no eran sino un baluarte a conquistar.
Al decir del psicoanalista Rub¨¦n Fine, Capablanca es el ejemplo del "f¨¢lico-narcisista". La leyenda capablanquina explica sus derrotas ajedrec¨ªsticas como impertinente consecuencia de anteriores conquistas de damas.
Karpov no es Capablanca. Tiene talento, pero ha tenido que trabajar duro y firme toda su vida para ser campe¨®n. No se le conocen otras aficiones que la filatelia. Lo suyo es ser el mejor. Incluso sus escarceos pol¨ªticos no dejaban de ser una secuela, ¨¦l piensa que obligada, para asegurar su reinado. Derrotarle s¨®lo puede ser obra de otro genio, capaz de hacer un trabajo de titanes como el suyo. Y ese genio es, hoy por hoy, Kasparov.
Pero el pragmatismo que le sobra a Karpov, le sobra en la misma medida de optimismo nihilista a Kasparov. Un solo dato: mientras Karpov volvi¨® a reunir a un complet¨ªsimo equipo de analistas (aspecto fundamental en un campeonato del mundo), Kasparov fue con los de toda la vida, casi como Fischer.
Karpov, con su refinado estilo, sulpo esterilizar la otra rica fantas¨ªa, creadora de Kasparov. Las 10 primeras partidas fueron suficientes para dejar sentenciaado el resultado del encuentro. Pero, ante la goleada, Kasparov decidi¨® pasar a la defensiva, evitar el 6-1. Y de una derrota honrosa se pas¨® por sor resa, a trav¨¦s de cinco meses eternos, a la ruptura psilcol¨®gica de Karpov. Y entonces lleg¨® Campomanes.
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