El 'sonido negro' de Phil Collins entr¨® en el Albert Hall de Londres
El polifac¨¦tico Phil Collins -cantante y m¨²sico de Genesis y Brand X y productor de varios artistas- apareci¨® a las 19.30 del pasado 19 de febrero en el Royal Albert Hall, de Londres, en su octava actuaci¨®n en el Reino Unido. Siete m¨²sicos reconocidos le acompa?aron durante dos horas y media ante unas 7.500 personas sentadas y relajadas. Al final del concierto, Collins interpret¨® el ¨¦xito cl¨¢sico You c't hurry love, y los espectadores rompieron con sus esquemas y se levantaron de los asientos.La voz apasionada de Phil Collins -media barba y media calva con un flequillo puntiagudo que le asemeja a Napole¨®n- se alzaba entre la orquestaci¨®n soul de cuatro m¨²sicos negros en la secci¨®n de metal, el bater¨ªa Chester Thompson, el teclista Peter Roninson y el bajista Leland Sklar. Collins repas¨® su repertorio con mayor atenci¨®n a su reciente tercer disco, No jacket required. Su gira acabar¨¢ el 11 de julio en Nueva York tras 79 conciertos. Son canciones del estile, m¨¢s comercial de este m¨²sico en solitario, que suenan a funky (I can't believe it's true, It don't matter to me), y baladas del m¨¢s refinado sonido negro, como One more night, su ¨²ltimo sencillo en Estados Unidos.
Tampoco faltaron sus composiciones derivadas de su experiencia sinf¨®nica, aunque evolucionadas: Take me home, un tema con ritmo africano a modo de Peter Gabriel. La disposici¨®n de un grupo de rock ha de cambiar notablemente en un recinto como el Royal Albert Hall. Durante casi dos horas los asistentes s¨®lo aplaud¨ªan al final o re¨ªan los chistes constantes de este Dudley Moore de la escena musical (entre canciones, Collins bromea e incluso golpea su frente con el micr¨®fono). Los m¨²sicos han de cuidar escrupulosamente su instrumentaci¨®n, y salvo al final no pueden crear efectos, v¨¢lidos en los conciertos de rock. Pudiera ser que el rock muriese si las concentraciones acostumbradas de gente apelotonada que se empuja, baila, chilla y fuma durante un par de horas fueran sustituidas por auditorios tan c¨®modos y limpios como este londinense, donde el acto musical colectivo se torna en placer individual.
De todos modos, Collins logr¨® estirar y agitar los cuerpos fr¨ªos de aquellos ingleses en los ¨²ltimos 20 minutos. Y es que hab¨ªa culminado una serie fatigosa de empe?os: si canta de pie necesita simular que toca la guitarra, el bajo, la trompeta e incluso la bater¨ªa. Se crece a¨²n m¨¢s cuando se sienta a su bater¨ªa y la golpea con su peculiar t¨¦cnica machacante. Ayud¨® tambi¨¦n la iluminaci¨®n que sobresal¨ªa por la clara diferenciaci¨®n de los colores enfocados sobre escena y por una pantalla de panavisi¨®n que sirvi¨® para proyectar sombras chinescas con objetos.
Phil Collins es un ingl¨¦s que ha adoptado los modos estadounidenses del montaje rockero y que asombra por su dedicaci¨®n genial a cualquier estilo de composiciones.
Babelia
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.